Capítulo 3

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Capítulo 3: el extraño

Los habitantes de la pequeña ciudad continuaban su celebración ajenos a lo que sucedía en los riscos que rodeaban el asentamiento. 

Bebían y reían, daban palmas y disfrutaban del espectáculo. La atracción principal era la danza del dragón de papel y los tragafuegos que desfilaban a su alrededor, pues no dejaban de dar vueltas en la plaza y hacer juegos malabares con las antorchas encendidas. 

Los niños, maravillados por las chispas de luz o por los vivos colores del dragón, correteaban alegres mientras dejaban que su risa se confundiera con la música que inundaba cada rincón. Los juegos nunca se acababan en noches como esa, pero alguno que otro comenzaba a sentirse cansado y a entrecerrar los ojos.

Uno de ellos, hastiado de tanto bailar y somnoliento, se separó levemente del resto de chiquillos y golpeó de espaldas al dragón de papel que se movía a su lado. Sobresaltado, abrió los ojos asustados y miró a la criatura, aterrado ante la visión de los gigantescos colmillos de papel maché y de sus ignífugos ojos rojos, iluminados desde dentro por velas.

— Katsuma-chan, ¿estás bien?.

Del interior del dragón, ahora inmóvil, surgió una voz femenina y a los pocos segundos unos brazos aparecieron para alzar la cabeza de la criatura y dejar a la vista a la porteadora que dirigía la primera extremidad; una mujer ataviada con una máscara de garras plateadas que le cubría la mitad del rostro, de corta cabellera rubia y ojos dorados.

— Ryukyu-nee-chan...— sollozó el niño de cabello claro.

— ¿Te has hecho daño?.— inquirió ella, agachándose preocupada a su altura para acariciarle la mejilla.

— ¡N-No!.— respondió el niño avergonzado, agitando las manos de manera nerviosa.

Ryukyu sonrió enternecida.

— ¡Katsuma!.— una segunda niña algo más mayor se acercó presurosa hacia el pequeño y le golpeó levemente en la cabeza.— ¡Moh!, ¡me descuido un segundo y ya estás creando problemas!.

— Mahoro-chan, no seas tan dura con él.— pidió la mujer rubia con calma.— Deberías llevarle a casa, necesita dormir.

— Pero... yo quiero quedarme.— murmuró el niño jugando con sus dedos, aunque las ojeras perfiladas bajo sus ojos tuviesen que decir algo al respecto.— Quiero ver cómo la luna cubre la plaza...

— No sabemos si el ritual de iniciación será hoy.— le reprochó su hermana suspirando.

Katsuma frunció los labios y alzó la vista al cielo. La luna de sangre no estaba aún alineada sobre la plaza, pero él no quería perderse aquel momento. Costara lo que costase, se mantendría despierto y vería el milagro que nunca había presenciado por quedarse siempre dormido.

Ryukyu le observó comprensiva y también posó la mirada sobre aquella esfera brillante que durante un mes completo iluminaba en solitario los cielos... Sin embargo, la luna no estaba sola esta noche.

Miles de puntitos de luz en tonos rojizos y anaranjados surcaban la oscuridad como estrellas fugaces, mas no lo eran, y al notarlo, la mujer se estremeció y en una décima de segundo, atrajo hacia sí a los dos hermanos y los cubrió con su propio cuerpo. 

— ¡Nos atacan!.— chilló.

La música dejó entonces de sonar y la primera oleada de flechas incendiarias descendió sin compasión sobre la plaza.

Los gritos y la confusión siguieron después.

La gente comenzó a correr en todas direcciones, huyendo de un enemigo al que no veían mientras que otros se arrodillaban frente a los cuerpos de quienes habían recibido una flecha y no volverían a ponerse en pie nunca más. 

Dragon king (KATSUDEKU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora