Capítulo 85

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Capítulo 85: hasta que la muerte los separe

La guerra había acabado. Los demonios habían sido derrotados. La paz había vuelto al Continente y las flores habían sido depositadas sobre las tumbas.

Héroes desconocidos como Ojiro, que murió a manos de Toga cuando Yaoyoruzu le encargó llevarle un mensaje a su padre.

Personas de honor como la reina Mirko, que cayó frente a All For One en un duelo singular, protegiendo a su gente y su reino.

Soldados valientes como Iida, quien fue traicionado por sus propios hombres cuando los demonios se revelaron como tales en el campamento de Yuei.

Y cientos de miles de soldados que murieron en el campo de batalla, luchando por la libertad.

Del fin de la guerra habían pasado ya dos meses, tiempo que fue utilizado por los diferentes reinos para volver a la normalidad. Se acordó que Usagi, ahora sin un gobernante al que seguir después de la muerta de Mirko y de que el reino fuera devastado, se adhesionara a Shiketsu, bajo el cuidado de Ms Joke.

Samui, Yuei y Kamino quedarían unidos formalmente en un solo reino bajo el liderazgo de las familias Todoroki y Yaoyoruzu.

E Ignis... Ignis se convertiría un lugar de peregrinación y santuario al que los humanos acudirían para mostrar respeto a los salvadores de la humanidad: los dragones.

Bakugou había decidido que esa ciudad no volvería a ser su morada. Demasiados malos recuerdos se acumulaban en aquel valle en ruinas. Demasiada sangre y huesos a los que dar un entierro digno ahora que todo había terminado.

Por eso, al rubio no le costó decidir cuál sería su nuevo hogar. Toda su gente se encontraba ya allí, así que, ¿qué mejor que la Isla de Fuego para restaurar su reino? Al fin y al cabo, se trataba de su isla de origen, la morada de sus ancestros, un lugar apartado del Continente y al que nadie salvo los suyos podían llegar sin ayuda. Era el sitio perfecto para empezar de cero una nueva vida, y nada como una boda para hacerlo.

Su boda, más concretamente

La Isla de Fuego, con su majestuoso volcán como guardián, se convirtió así en el escenario de un evento sin precedentes: la boda del héroe y escriba real, Midoriya Izuku y del héroe y rey de los dragones, Bakugou Katsuki.

A pesar de la generosa oferta del príncipe Shoto de utilizar el castillo de Yuei como lugar de celebración, la pareja decidió que querían un lugar único y especial para un ritual tan importante para los dragones. Y qué mejor lugar que aquel que los había visto unirse en cuerpo y alma, reencontrarse y despedirse para volverse a encontrar.

El pueblo de la isla se encontraba en esos momentos en plena reconstrucción, con carpinteros venidos de todas partes del Continente que se habían ofrecido a trabajar arduamente para dejarlo en perfecto estado y así pagar y agradecer de alguna manera lo que los dragones habían estado haciendo por ellos durante generaciones sin ellos darse cuenta.

Las casuchas blancas estaban siendo restauradas ante la impresionada mirada de los niños dragón, los jardines, embellecidos y los caminos, reacondicionados. Cada detalle era cuidado con esmero, ya que todos querían que la isla recuperara el esplendor que debió tener en el pasado, sobre todo ahora que sería testigo de la que en todo el Continente se decía que sería la boda más memorable y maravillosa del siglo, por encima incluso de la de los príncipes Todoroki y Yaoyoruzu.

En lo alto del volcán, el punto más elevado de la isla, se erigía ya el esqueleto de lo que en poco tiempo sería un pequeño palacio blanco. Desde allí, se podría contemplar toda la belleza de la Isla de Fuego: las playas de arena dorada bañadas por las olas del océano, los exuberantes bosques tropicales y, por supuesto, las faldas del imponente volcán que emanaba su poderosa presencia.

Dragon king (KATSUDEKU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora