Capítulo 1

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Capítulo 1: el principio

Año XXV del reinado de Endeavor, Ciudad Capital, reino de Yuei

- De entre los incontables reinos que cubren el Continente, el reino de Yuei era hasta hace muy poco un país pequeño sin nada en especial bajo el constante ataque de las potencias más fuertes. Sin embargo, tras el ascenso al trono de su Majestad, el rey Enji de la familia Todoroki, Yuei comenzó a crecer y a aspirar a convertirse en una gran y poderosa nación temida y respetadas por todas las demás.

El rey fue capaz de unir a su pueblo, y con el beneplácito de los cielos, trajo la victoria a Yuei en numerosas batallas, protegiendo las tierras del reino y conquistando otros territorios, ganándose así el título de Endeavor, pues su encomiable esfuerzo por salvaguardar la seguridad de todos sus súbditos jamás ha de ser olvidado.

Habiendo dado fin a las guerras transcurridos tan solo cuatro años de reinado, el rey Endeavor formalizó una alianza política con un reino del norte desposando a su princesa, la princesa Rei, y al año siguiente, de su unión nacería el que a día de hoy es el heredero al trono, el príncipe Shoto.

Como regalo, el reino del norte envió al recién nacido una espada de hielo encantada y Enji mandó forjar a su vez una espada de fuego con la intención de simbolizar la buena relación entre sus reinos cuando el príncipe creciese y pudiese empuñar ambas.

Yuei se consolidó así como un país próspero y fuerte, mas un último enemigo amenaza ahora la paz por la que nuestro soberano ha luchado durante los veinticinco años de su reinado.

Los dragones.

Cualquier habitante de nuestro reino, ya sea noble o campesino, ha oído hablar alguna vez sobre estas criaturas que arrasan y queman los campos de cultivo y que devoran a los soldados que valientemente dan su vida para combatirlos.

Provienen de los bosques del sur, y tan rápido como aparecen se desvanecen entre las nubes dejando a su paso un reguero de fuego y destrucción.

Por ello, el rey ha encomendado a su heredero la tarea de encontrar y acabar con los monstruos que asedian las aldeas y los pueblos antes de que las bestias decidan volar hacia la Ciudad Capital...

- ¡Izuku!, ¡ya es la hora!.

El muchacho de bucles verdosos, sobresaltado, alzó la mirada al tiempo que la pluma con la que hasta entonces escribía se detenía sobre el papel. Los rayos de sol que entraban a través del ventanuco de su modesto cuarto alumbraron las esmeraldas que tenía por ojos y una sonrisa satisfecha se dibujó en sus labios cuando le puso punto y final al fragmento.

- ¡Voy en seguida!.- respondió con voz alegre, y tras balancearse sobre la silla, se levantó y guardó el cuaderno en su mochila de viaje amarilla sin esperar a que la tinta se secase.

Izuku echó un último vistazo a su habitación en la buhardilla del molino de su familia. La cama de paja, las paredes y su mesa de madera estaban repletas de pergaminos con anotaciones, mapas y dibujos de todo tipo de plantas y animales, incluso de esas criaturas aladas y siniestras que habían protagonizado desde hacía años las Crónicas reales y que por fin, estaba a punto de ver en persona.

Con un ligero golpe cerró la puerta tras de sí y descendió las escaleras hasta el piso inferior, donde su madre, una señora regordeta ataviada con un largo vestido encorsetado de telas verdes, lo esperaba con un pañuelo en las manos.

- ¿Estás seguro de que quieres ir?.- inquirió Midoriya Inko cuando su hijo hubo bajado todos los peldaños.

Las manos de la mujer se posaron temblorosas sobre las mejillas estrelladas del joven y éste le sonrió al ver en sus ojos ojerosos la inconfundible sombra de la preocupación. Sabía perfectamente que su madre no estaría jamás de acuerdo con esto...

Dragon king (KATSUDEKU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora