Mi Cerezo

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Los siguientes personajes no me pertenecen, son de su creador, Masashi Kishimoto.

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Sakura estaba cerca de él, planeó sujetarla y ponerla a salvo de esos dos antes de deshacerse de ellos y de esa asquerosa aldea, pero entonces, ante algunos sellos de mano del hombre vendado, sintió su cuerpo ser atraído hacia la peli-rosa, y entonces, todo se volvió negro para él.

¿En dónde... en donde demonios estoy? —Se preguntó al volver a abrir sus ojos y ver las rejas de una celda ante él.

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Ese día al despertar, la cabeza de Oda dolía, se sentía desorientado, a su alrededor todo estaba oscuro y sentía una humedad en sus patas. Poco después, una tenue luz color rosa se encendió e iluminó solo un poco aquél lugar, pero lo suficiente para ver aquellas rejas de acero frente a él.

Le tomó tiempo darse cuenta del lugar en el que se encontraba, se extrañó al ver crecer aquél laberinto con sellos que se esparcía por el inmenso lugar y no supo de qué se trataba hasta que ella abrió sus ojos, solo entonces la oscuridad se redujo hasta casi desaparecer y se inundó por todo lo que ella veía. Y eso también lo recordaba, lo primero que ella vio al despertar fue a aquél hombre, ese del que le habían hablado, el actual Hokage de Konoha, Namikaze Minato.

Se sentía enojado e incómodo, pues a diferencia de sus hermanos menores que habían pasado de un Jinchuuriki a otro a lo largo de los años, él jamás había estado encarcelado dentro de un humano, simplemente, porque era imposible... o eso creía, hasta que estar encerrado dentro del cachorro rosa le demostró todo lo contrario. Estaba sorprendido, gratamente sorprendido, entendió que la hermana menor de Kaito Haruno era más de lo que él pudo descubrir, también se sintió aliviado, aceptó que se hubiera sentido mal si por su culpa ella hubiera muerto después de prometerle a su hermano que la protegería.

Sin embargo, lo más molesto de estar en ese lugar era sentir que su cuerpo estaba siendo presurizado, pero sabía que no era su cuerpo, era su chakra. Entendió que el sello en las puertas de la celda tenía ese propósito y supo que, de querer salir, solo tendría que sobrepasar el límite de chakra que ese sello podía contener, algo realmente sencillo para él, pero si lo hacía, la destrucción de ese sello se llevaría consigo la vida del cachorro... tuvo que resignarse y aceptar que ese sería su nuevo lugar. Además, según supo de sus hermanos, si tu Jinchuuriki muere, mueres con él y no estaba completamente seguro si eso aplicaba con él, después de todo, si fue posible encerrarlo aun cuando lo creía imposible, ya no podía estar seguro de nada.

Se sentía humillado e irrespetado, él, el gran Juubi, el Bijuu más poderoso de todos había sido condenado como el resto de sus hermanos, él era una leyenda, el ser viviente más poderoso de la tierra, con un poder, que escapa del entendimiento humano, él merece respeto, pero al ser encerrado por una vil rata como lo es Danzo Shimura, fue como si le hubieran dado una bofetada. Siendo libre, un humano debería ser muy valiente o muy estúpido para abofetearlo, porque significaría su muerte, no obstante, encerrado, solo podía gruñir de indignación.

Mucho gusto, pequeña. Yo soy Kakashi, pero puedes llamarme Kakashi-ni si lo prefieres —Aquello llamó la atención de Oda.

El joven Kakashi había cambiado solo un poco en los últimos años, era más alto y su cabello había crecido, pero seguía cubriendo la mitad de su rostro con aquella máscara, además, ahora su ojo izquierdo también estaba oculto bajo su bandana ninja, donde, si no mal recordaba, descansaba el ojo Sharingan que el joven Riuji le obsequió antes de morir.

El Jinchuriki Color RosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora