Reencuentro agridulce

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Los siguientes personajes no me pertenecen, son de su creador; Masashi Kishimoto.
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Sakura sintió sus ojos arder, notó que su visión se nublaba y se percató de un fuerte dolor en su pecho que no paraba de crecer.

— Entonces yo... ¿No llegué a tiempo? —Susurró con su voz quebrada, antes de sentir el frío liquido recorrer sus mejillas. 

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Sakura perdió la noción del tiempo, su modo sabio se vio desactivado y fue como si su mente anulara a todas las demás personas en ese lugar a excepción de su hermano. Sólo lo veía ahí, inmóvil... Parecía que dormía, y si era así, entonces ella lo despertaría.

A paso lento, salió de la sombra de ese último árbol y empezó a acercarse a la escena. Oda, quién notó que su portadora no se encontraba en sus cinco sentidos, esparció su poderoso chakra por cada parte de su cuerpo, todo aquél que no fuera Gaara y se acecara a ella, volaria hasta Konoha.

— *Ryu, hazte cargo de los estorbos* —Ordenó el Juubi a lo que el can respondió con un ladrido.

En medio de todos los ninjas, una joven castaña fue la primera en notar que alguien se acercaba y al ver de quién se trataba, se quedó de piedra.

— S-Sa... ¡Sakura! —Exclamó llamando la atención de todos, quienes quedaron tan sorprendidos como ella.

Pero claramente, los más impresionados eran ese equipo al que ella perteneció antes, simplemente la idea de verla después de tanto era increíble.

— Pequeña... —Kakashi observó atentamente a aquella joven, ya era toda una señorita y a simple vista podía ver lo fuerte que era, pero por si eso fuera poco, el sello en su frente lo dejó sin habla.

— Sakura-chan... —Naruto tuvo un mar de sentimientos, estaba feliz de verla, triste por el pasado, enojado por lo que había hecho, nervioso por como se veía ahora y curioso.

— ¿Sakura-chan? —Sasuke en cuanto la vio quiso comprobar con su Sharingan que se trataba de ella, lo era... Y no supo como reaccionar, ella estaba ahí... Tal cual la recordaba, sólo que más grande y mucho más hermosa... Kankuro definitivamente se había quedado corto con sus palabras.

Al contrario de las reacciones de sorpresa por parte de todos los demás, los hermanos mayores del Kazekague se vieron completamente enojados, se pusieron de pié y miraron a aquella joven como la peor escoria de este mundo.

— Haruno Sakura, que descaro de tú parte presentarte aquí —Dijo Kankuro.

— ¡Jamás te perdonaremos lo que has hecho! —Bramó Temari. Ella y su hermano se disponían a atacar, pero cuando la chica estuvo más cerca, pudieron notar al igual que los demás que esta lloraba viendo atentamente el cuerpo del Kazekague. Esto de por sí desconcertó aún más a todos ahí.

Repentinamente, numerosos canes con la misma apariencia y tan grandes como ninguno había visto antes, aparecieron en escena obligando a todos con sus gruñidos y ladridos a retroceder. Todos notaron con asombro como podían ver el rostro de los canes directamente, sin necesidad de bajar la mirada.

Una vez ya no hubo nadie estorbando y lo suficientemente alejados del pelirrojo, Sakura se arrodilló junto al cuerpo de su hermano y acarició una de sus mejillas, una de sus lágrimas cayó sobre su rostro y desapareció tras su oreja.

En una clase de impulso, la peli-rosa puso su mano derecha en el pecho del chico mientras sus lágrimas caían en su mano y cerró sus ojos.

Veía sólo oscuridad en ese extraño lugar y una extinta luz, eran cenizas, eso era lo que quedaba de aquél fuego que ardió alguna vez. Se arrodilló frente a ellas y las tomó entre sus manos.

El Jinchuriki Color RosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora