Derrotado.

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Los siguientes personajes no me pertenecen, son de su creador, Masashi Kishimoto.

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— ¿Juubi, dice?... lo lamento, Ryu-san, pero no conozco a esa persona y no creo que haya alguien viviendo en mi interior —Hizo una pausa mientras parecía pensar— Yo no puedo ayudarle con eso, pero podría aconsejarle que hable con Aburame-san, tengo entendido que hay insectos que viven en el interior de su cuerpo y que además se alimentan de su chacra. Estoy segura de que tendrá mayor suerte con él —Concluyó, hizo una reverencia y se retiró del lugar volviendo junto a Naruto y Sasuke.

— *¿Pero qué demonios?... ¡¿Acaso ella aún no sabe que tiene al Juubi en su interior?!* —Pensó incrédulo y enojado.

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Habían pasado algunos días desde que Ryu se acercó por primera vez a la pequeña Sakura, en ese tiempo, se enteró de que el Hokague había decidido no hablarle a la niña sobre la bestia que ahora vivía en el interior de su cuerpo, argumentando que, ese debía ser un paso que diera por ella misma, pensando, que de esa manera sería más sencillo para ella asimilarlo.

A pesar de que el pequeño Uchiha insistió para que se le fuera dada cuanto antes esa información a la menor, siempre obtuvo una negativa por parte del Namikaze, quien decía, con justa razón; que no era ese su deber, pues no era nadie para juzgar a aquel Bijuu y provocarle una imagen equivocada de él a la pequeña Sakura, estaba seguro que de ella dependía si esa imagen sería negativa o positiva, y además que, de esa amistad o enemistad, dependería el futuro de la aldea y posiblemente, el del mundo.

Resignado, Ryu optó por vigilar de cerca a la niña cada día, durante la ida a la academia, las clases que le fueran posibles, la hora del almuerzo y finalmente de regreso a casa, esperando que en algún momento ella le diera algún indicio de que finalmente se había dado cuenta de su estado, de que ella ahora era la Jinchuuriki del Juubi.

Pero, pasadas tres meses de eso, Ryu no había podido notar nada, esto, pensó, podría deberse a que notar un cambio o cualquier tipo de emoción en el rostro o comportamiento de la pequeña Sakura le era verdaderamente complicado, considerando el nivel de desinterés y tranquilidad que jamás abandonaba al mismo.

Aun así, no desistió, incluso cuando sus esfuerzos parecían ser en vano.

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Cierto día, en la oficina del Hokague...

El líder de la aldea se encontraba firmando algunos documentos en una estrecha esquina de su gran escritorio, mientras este permanecía lleno de cuadernos abiertos, lápices de colores, uno que otro pequeño pergamino lleno de instrucciones y dibujos y un pequeño par de Kunay's sin mucho filo. Ésta lista de cosas hacían parte de las pertenencias de los dos pequeños y amados hijos del Namikaze, quien gustoso disfrutaba de su compañía a la vez que resolvía una que otra duda del pequeño rubio.

— ¿Entonces su nombre era Genkidama? —Fue la siguiente pregunta del menor, este dibujaba con entusiasmo en un cuaderno algo sucio y maltratado.

— Hashirama, hijo — Corrigió el mayor luego de que se le escapara una pequeña carcajada— Ese era el nombre de nuestro primer Hokague, también conocido como el dios de los Shinobis —Explicó. Los ojos de Naruto se llenaron de un brillo característico al escuchar aquel increíble título.

— ¡Eso quiere decir que él era muy fuerte, ¿verdad que sí, papá?! —Exclamó.

— Oh, sí que lo fue —Aseguró sonriente.

El Jinchuriki Color RosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora