Capítulo 14

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Poco a poco vuelvo a recobrar la conciencia, lo que en un momento fueron unos párpados pesados, se han convertido en unos párpados ligero permitiéndome poder abrirlos sin ningún problema, o eso pensaba hasta que los abrí y los rayos que entraban por un pequeño agujero de una de las cortinas que estaban en la ventana impactó contra ellos, haciéndome cerrarlos de golpe nuevamente.

Froté mis manos para intentar aliviar la sensibilidad de mis ojos que poco a poco fueron recobrando la fuerza necesaria para poder mantenerlos abiertos. Una vez que recobran fuerza, analizo el lugar en el que me encuentro, pero me interrumpe una fuerte palpitación en la cabeza que cada vez se hace más y más fuerte. Coloco mis manos en mi cabeza para intentar calmar las fuertes palpitaciones, pero no paran, si no que aumentan. «Bum, Bum»

— ¡Arlet! Por fin despiertas — Una voz masculina resuena en mi cabeza, no sé si es real o es una alucinación. Con estas palpitaciones no sé qué creer, creo que ya estoy lo suficientemente loca.

— ¿Cómo te sientes? — Masculla nuevamente esa voz, pero esta vez se me hace totalmente familiar y la reconozco al instante: Lyam.

«Pero... ¿Qué hago aquí con Lyam? Y ¿Por qué he faltado a clases?» Mi cabeza en estos momentos no está para cuestiones... pero si hay una cosa importante y es que no recuerdo lo que pasó. ¿Por qué habré terminado aquí?
Nunca he estado en este lugar, ni porque me pagaran pasaría un día aquí. Es un lugar completamente tenebroso. Es una habitación que parece totalmente abandonada, pues solo hay una cama vieja en la que estoy acostada pegada junto a la pared. Al lado de la cama hay una mesa de noche vieja de madera que parece a punto de colapsar. Justo encima hay una pequeña lámpara conectada, pero no está encendida. Las paredes de este lugar son de madera completamente grises dándole un aspecto más tenebroso al lugar.

— ¿Qué me pasó? — es lo único que consigo decir una vez que he reparado perfectamente el lugar.

—No lo sé, de repente caíste al suelo y lo único que puede hacer fue traerte arrastras a la cama porque...— me responde Lyam cerrando la puerta detrás de él y sentándose en la esquina de la cama — déjame decir que estás un poco pesada. No eres la misma a la que cargaba cuando se trepaba a mí para que la follara contra la pared.

No me esperaba escuchar eso, pero no pude evitar sonrojarme. Recuerdo lo bien que nos la pasábamos juntos, lo bien que me hacía sentir cuando íbamos a la cama, pero no sé compara con lo que es en realidad. Lyam es una persona posesiva, celosa y controlador, con la única diferencia de que ahora me prometió que cambiaría y estoy viendo los cambios, aunque... Ha cambiado muy rápido, eso es buena señal ¿O no? No lo sé, pero lo que sí sé es que tengo fe en él y sé que por el amor que me tiene cambiará para bien de los dos y para poder salvar de lo que quede de nuestra relación. Porque está es la segunda y última oportunidad que le doy. Sabe que para mí no hay terceras oportunidades, ni mucho menos "la tercera es la vencida".

—Dejé que descansaras bien, pero valla que si los has hecho, desde ayer que no despiertas.

— ¡¿Enserio?! — digo y me llevo la mano a mí barriga al momento en que está hace un sonido fuerte, que al parecer Lyam lo escuchó porque dice:

—Debes de estar hambrienta, desde ayer no has comido nada — dice, se levanta y sale de la habitación.
Es verdad, no he comido nada más que el pollo que compramos de camino acá. Intento levantarme para seguirlo detrás, pero me cuestiono si debo hacerlo o no cuando las palpitaciones vuelven, pero esta vez más fuerte así que me quedo ahí esperando a Lyam.

Luego de unos minutos, entra nuevamente con un plato de sopa en las manos y me lo ofrece. Lo tomo y arrastro la mesa de noche, bajo la lámpara al suelo y coloco el plato encima de la mesa de noche para poder comer mejor. Cuando menos lo espero, ya he devorado el plato. De verdad que estaba hambrienta.

Arlet - (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora