Capítulo 45

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Agente Jones.



La desaparición de Arlet me ha traído como consecuencia el agotamiento físico. Llevo varios días sin poder dormir y el sueño me está pasando factura.

En las instalaciones del comando nacional me piden explicaciones de como estoy llevando el caso, a lo que cada vez que me preguntan respondo "Cada vez estoy más cerca", pero la realidad es que ni siquiera he comenzado a buscar. Las únicas pistas que tenía era su mejor amiga, Abril. Pero no fue capaz de decirme nada sobre el paradero de su amiga. Siempre evadía mi pregunta, diciendo "no lo sé", pero en el fondo sé que ella tiene conocimiento del paradero de su amiga.

La Policía se ha aliado con el Comando Nacional. Espero que con esta alianza sea más fácil de encontrarla. Como es de costumbre, tengo que salir a rondas de vigilancias todos los días para ver si en algún momento aparece Arlet en la calle. Siempre tengo la esperanza de encontrarla viva. Siempre pienso que puede escapar de su secuestrador, pero mis expectativas comienzan a decaer. Ya no sé ni qué pensar sobre ella. Puede que esté muerta, o puede que siga viva pero torturada.

La voz de Ana — la madre de Arlet— resuena en mi cabeza: "¿Sabe algo de mi hija, detective?" a lo que solo le puedo responder "No se preocupe señora, su hija está bien. Por confidencialidad no puedo decirle más nada" Una excusa cobarde pero creíble para cortar el teléfono y no hablar más con ella.

No quiero saber lo que debe de estar sintiendo en estos momentos, la sensación de no saber nada de su hija debe de ser terrible. Acostarse sin saber si su pequeña cenó, si está durmiendo cómodamente en una cama como lo hacía cada noche en su habitación, si tiene frío. La preocupación de una madre no es cualquier cosa, es un dolor que ni el tiempo la cura. Me subo al auto y comienzo a hacer mis rondas de rutinas, esta vez siento que será diferente.

Luego de tres horas de ronda, decido comprar un café. Estaciono el auto y entro a Pock's el pequeño restaurante del pueblo. Tomo asiento en una de las mesas desocupadas y espero a Enrique, el mesero. Él sabe que es lo que ordeno siempre que vengo, así que solo es tiempo de esperar.

Varios minutos después, por fin llega mi orden. Un café con doble de azúcar bien caliente. Lo necesario para poder sobrevivir a este día. Me pregunto que estará haciendo Abril en estos momentos para intentar rescatar a su mejor amiga, por lo poco que la conozco y por lo poco que me han contado de ella, supongo que debe de estar armando tremendo plan que probablemente funcione. Solo tendría que esperar a que coloque su plan en marcha y así poder dar yo con el paradero de Arlet. Pero, no sé cuándo lo colocará en marcha.

Saco mi móvil y la llamo.

Buzón de mensajes. No contesta.

Sigo bebiendo mi café mientras vuelvo a insistir al teléfono de Abril, pero nunca hay respuesta. Me doy por vencido, así que decido terminar mi café.

Cuando lo acabo, me acerco a la caja a pagar la cuenta. Esta vez no es Esteban, el dueño del restaurante, sino su hija Marilyn. Una hermosa rubia, ojos azules de treinta años. No entiendo porque está soltera, una mujer como esa debe de tener muchos pretendientes. Pero bueno, si no estuviera casado y con dos hijos yo sería uno de esos pretendientes.

— ¿Cuánto es?— pregunto.

— 45 — responde brevemente. Saco un billete de 50

— Quédate con el cambio— digo y me voy. No hay nada más sensual que ganar propinas sin hacer el más mínimo esfuerzo.

Vuelvo a mi auto y sigo haciendo mi ronda.

— Jones, tenemos un nuevo caso. Cambio — la voz de Fredy resuena en el radio del auto.

— ¿Qué está pasando Fredy, cambio?

— Tenemos a un joven que dice haber escuchado unos disparos en las cabañas Tayhon, suena asustado, cambio.

— Sabes que estoy en mis rondas diarias, ¿Cierto?

— Si, pero eres el único que no está haciendo algo relativamente importante. Cambio

— Bien, yo me encargo — digo y vuelvo a colocar la radio en su lugar.

Por fortuna me encuentro a mitad de camino, así que acelero lo más que puedo para llegar rápido. No quiero que la persona que haya hecho esos disparos se escape.

Conozco las Cabañas de Tayhon desde su fundación en 1999, estas cabañas son de la familia más adineradas del pueblo, pero que por una extraña razón no habitan. Las tiene olvidadas desde el 2003. Así que ahora es el centro de reuniones de adolescentes para fumar y beber a escondidas de sus padres. No me extrañaría que uno de esos adolescentes drogado haya disparado a alguien con el arma de sus padres — que probablemente hayan tomado sin permiso— y hayan matado a una persona.

Cuando por fin entro al camino que me llevará directo a las cabañas, acelero la velocidad. Pero, detengo el auto cuando veo al frente unas enormes raíces de árboles que me impedirán el paso en el auto. Me tocó seguir caminando.

Justo cuando bajo del auto, el sonido de dos disparos llama mi atención. No sé a lo que me valla a enfrentar, obviamente necesito refuerzos.

— Fredy, necesito refuerzos— digo en la radio del auto — He escuchado dos disparos provenientes de la cabaña. No sé qué es lo que haya allá ni quien está disparando.

— El refuerzo llegará en dos minutos. cambio.

Comienzo a correr hacia las cabañas. La primera de ellas parece tranquila, no hay nadie en ella. En la segunda se escuchan murmullos y gritos ahogados. Cargo mi arma y comienzo a dar un vistazo a toda la cabaña desde la parte de afuera.

— ¿Qué haces aquí? — digo al chico que esta del otro lado de la cabaña, parece asustado y preocupado por lo que está pasando dentro de la cabaña.

— Gracias al Cielo que llegó— dice —Adentro está mi hermana Arlet y sus amigos. Están siendo amenazados por su ex novio, Lyam y su grupo de amigos. Todos ellos los están intimidando con Armas.

«Bingo» — digo para mi cuando escucho el nombre de Arlet.

— ¿Cuántas personas hay ahí adentro armadas? — pregunto.

— Seis personas — responde.

— ¡Demonios!— maldigo — esto va a ser más complicado de lo que pensé. Quédate aquí, seguiré revisando.

Sigo caminando, revisando toda la parte de la cabaña. Me asomo por las ventanas y no veo a nadie, todo está en silencio. Camino nuevamente hasta la otra esquina de la casa donde una persona salta de la ventana de baño.

— Manos donde las veas— le digo mientras le apunto con mi arma. El chico da un salto del susto al escucharme, obviamente no se lo esperaba.

— Lo siento, soy de los buenos— dice le joven.

Lleva sus manos a la parte de atrás de su pantalón. Saca un Arma.

— ¡Suéltala! — le ordeno, El chico obedece y arroja el arma.

— Tranquilo, es de mentira— es lo que responde.

— Todo está bien, es mi primo— interrumpe esta vez el primer joven al que le había dicho que se quedara quieto, pero ya veo que no hizo caso.

— Levántate — lo ayudo a ponerse en pie — ¿Que hacías allá dentro?

— Estamos rescatando a mi prima Arlet, pero todo salió mal. Nos engañaron.

— ¿Puedo saber tu nombre?— pregunto.

— Sebastián.

— ¿Por qué saliste por la ventana?

— Era eso o que Lyam me atrapara, así que obviamente decidí escapar. Pero Simon no contó con la misma suerte.

— ¿Quién es Simon y que le pasó? — vuelvo a preguntar.

— Es una larga historia— responde Sebastián— es mejor que haga su trabajo y entre. Usted debe de evitar una masacre.

— Agente Jones— la voz de Tom capta mí atención — el refuerzo está aquí.

Que bien. Tom, Carlos, Sara, Juan, Micaela, Pedro están aquí. Ahora sí, manos a la obra.

Arlet - (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora