Arlet - (En Edición)

Capítulo 39

Abril

«Me van a matar»— Fue el mensaje de texto que Arlet me había enviado.

— ¡La van a matar!—dije a todos— ¡Van a matar a Arlet!

El caos se desató. Todos gritamos, el control se perdió. Simon se sentó devastado. Marcos y Daniel comenzaron a llorar, Sam salió de la habitación y así mismo salió de la casa. Yo no sabía qué hacer. Mi cuerpo se colocó rígido, no podía moverme.

—Tenemos que hacer algo—dijo Sebastián quien era el que todavía no se había descontrolado— ¡Tenemos que ir por ella, ahora!— yo estaba tan inmersa pensando en que Arlet iba a morir que no me importaba lo que los demás estaban diciendo o haciendo— ¡Abril!

Sebastián me tomó de los hombros y estrujó mi cuerpo haciéndome volver a la realidad.

—Tenemos que ir a rescatar a Arlet.

Me limpié las lágrimas.

—Sí, hay que ir a por ella—dije— ¡Vamos!

Todos asintieron.

—Tomen las armas — dije— Es momento de acabar con el imperio de Lyam y su gente.

Ya sé que todo esto parece absurdo, sé que ninguno de nosotros había tocado un arma en su vida, mucho menos disparado una. Pero, estaba tan decidida a rescatar a Arlet que no importaba nada, haría lo que fuera necesario siempre y cuando estuviera en mis manos y si eso era de dispararle a alguien, lo haría. No me importará lo que pasará después, si iría a la cárcel o si sería a mí a quien dispararían.

Cada quien tomó un arma, primero Sebastián quien la guardó detrás de su pantalón, siguió Marcos, Daniel, Sam, Simon y por último yo que también la escondí en mi espalda, metiendo la en mi pantalón. Salimos de la casa y subimos a la camioneta de Daniel, pero era Sam quien la manejaba. Supuse que era una mala idea que él manejara. Al igual que yo y que los demás, él debía de estar muy asustado por lo que le pudiera pasar a su hermana y conociendo su temperamento agresivo y sobreprotector seguro estaría pensando en la manera en que se iba a deshacer de Lyam. Me imagino a Sam y Simon, los dos golpeando a Lyam sin piedad hasta dejarle el rostro desfigurado o incluso... Dejarlo muerto. Sam pisó el acelerador para arrancar y las llantas produjeron un chillido cuando comenzamos a movernos.

Saqué mi celular para responder el mensaje de Abril.

«No te preocupes, vamos en camino»— escribí pero el mensaje de texto no le había llegado a Arlet, al parecer su móvil no tenía señal — «Te vamos a sacar de ahí, te lo prometo»

—Todo va a salir bien— las palabras de Marcos que estaba sentado a mi lado izquierdo me dieron un poco de esperanza, porque la verdad mi esperanza estaba perdida. Para mí, esto es una misión suicida. Nos enfrentaremos a alguien peligroso, alguien que nos puede matar y no solo a él, sino que también a sus amigos, que al igual que él debe de tener experiencia golpeando personas. Aunque, no quiero desacreditar la fuerza de Sam, Sebastián y de Simon, la inteligencia de Marcos y de Daniel. Sé que eso es más que suficiente, además tenemos armas para lograr asustarlos y que accedan a nuestras órdenes. Todo esto es por Arlet, mi mejor amiga.

Luego de alrededor de veinte minutos de carretera, habíamos llegado al bosque. Sam colocó el intermitente derecho y cruzó hacia el bosque. La vegetación hasta el momento, los árboles si estaban bastante gigantes, pero no se veía que sus raíces nos impidieran el paso. Todos— a excepción de Sam que estaba conduciendo— estábamos viendo el bosque por las ventanas del auto a ver si podíamos encontrar las cabañas que Simon nos había mostrado.

— ¡Es hora!— Daniel hablaba por el móvil desde el asiento del copiloto— ya estamos en camino, mejor dicho, ya estamos en el bosque.

Dudé en preguntarle con quién estaba hablando, pero, justo cuando se lo iba a preguntar, Marcos habló.

— ¡Miren! Veo las cabañas— señaló por el parabrisas del auto. Al fondo se alcanzaba a ver las siluetas de las cabañas que a medida que seguíamos andando se hacían cada vez más grandes.

—Hasta aquí podemos llegar en auto— Sam pisó el freno haciendo que todos nos echáramos para enfrente. El repentino freno nos sacudió a todos.

Bajamos de la camioneta y pude ver las enormes raíces que brotaban los árboles desde el suelo, al igual que el montón de rocas que habían esparcidas por todo el bosque. Caminamos hacia las cabañas, que de por sí estaban a una gran distancia para ir caminando. Pero de eso se trata, de sacrificios.