Capítulo 42

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Abril


En el momento en que Daniel abrió la puerta me fue imposible no sentir nervios, pero más que nervios era terror. A la primera persona a la que vi fue a Derek, como era de esperarse, él era el impostor. Él estaba parado al lado de Lyam junto con otras personas que no conocía. Había una mujer, supuse que ella sería la tal Samantha. Todos estaban de pie en frente de la puerta, todos empuñaban armas apuntando hacia nosotros a excepción de Lyam que estaba apuntando hacia...Arlet. Ella estaba de rodillas en el suelo, su cabeza estaba cubierta con una bolsa negra y al parecer, tenía las manos amarradas en la parte de atrás de su espalda. Pude ver su respiración agitada, al igual que nosotros, estaría muerta del pánico. En estos momentos, su vida depende de nosotros. Su vida está en nuestras manos.

— ¡Bienvenidos!— Escuché la voz de Lyam que era mucho más gruesa de la última vez que la había escuchado— Los estábamos esperando.

Apunté mi arma hacia Lyam.

— ¿Qué te hace pensar que queremos entrar a charlar con ustedes?— dije.

—Abril...— Derek quiso hablar pero lo interrumpí.

— ¡Cállate!— grité. Estaba ardiendo en cólera y lo último que quería era escuchar su voz. Apunté mi arma hacia él. Aunque estaba temblando, estaba decidida a apretar el gatillo. No me importaba para nada Derek. Lo nuestro se había acabado— Tú no te metas, maldito impostor.

— ¡Hablaremos de esto luego! — Volvió a decir — Baja el arma.

—Estás loco si crees que nos rendiremos así de fácil — Marcos habló, también está apuntando a Lyam.

Daniel se acercó a ellos.

—Un paso más y Arlet se muere— Lyam pegó más el cañón de la pistola en la cabeza de Arlet. Ella comenzó a sollozar.

Daniel se detuvo y me miró. Asentí y me hice una seña de que obedeciera.

—Solo entreguemos a Simon— dijo nuevamente Lyam— solo lo quiero a él. Ustedes podrían irse a acusarme a la policía. Pero no se preocupen, cuando la policía venga, ya yo no estaré aquí

—Sobre mi cadáver— escuché decir a Marcos que estaba al lado mío.

—Muy bien, se los advertí— Lyam hizo un disparo al aire y los tres nos agachamos del susto— sufrirán las consecuencias de una guerra que nos es con ustedes.

Nos volvimos a colocar de pie y volvimos a apuntar nuestras armas a ellos. Vi a Marcos y Daniel y al igual que yo estaba temblando. Todos estábamos asustados.

—Andando, chicos— les ordenó Lyam. Derek y dos hombres más caminaron hacia nosotros.

Cada vez se acercaban más.

— ¡No te acerques! — le advertí a Derek que caminaba hacia mí. No decía nada, simplemente caminaba. Estaba seguro de lo que hacía —Te lo advierto, Derek. ¡No des un paso más!

— ¿O qué? ¿Vas a matarme?— dijo y siguió caminando.

—No conoces a la verdadera Abril, así como yo no conocía al verdadero tú. El verdadero Derek — dije. —No te muevas — grité justo cuando se acercó y colocó su frente en el cañón de la pistola que yo estaba sosteniendo.

— ¡Dispara!— gritó — ¡Mátame!

Apreté el gatillo, una y otra vez. Pero Derek seguía ahí, parado enfrente de mí.

—Son de juguetes— dijo y me agarró del brazo— camina.

Marcos le dio un puñetazo en la cara de aquel hombre que le había quitado el arma, pero él le volvió el puñetazo haciendo que Marcos cayera al suelo. La sangre salía de su nariz.

—Hazme caso y no saldrás herida— susurró Derek en voz baja, lo suficiente para que solo yo lo escuchara— te sacaré de aquí. Solo sigue mis órdenes.

Daniel entró primero a la casa, luego entré yo y por último entró Marcos. Los tres éramos conducidos por alguien.

La cabaña estaba adaptada para vivir, no específicamente se veía como un lugar para secuestrar a alguien. Aunque, ahora que no pienso, no existe un lugar con características físicas o adaptadas para hacer un secuestro. El lugar más bien era lujoso, muebles finos al igual que la porcelana que había como decoración. Espejos enormes. Caminamos por un pasillo, pasamos por un baño, noté una pequeña ventana lo suficientemente grande para que Simon, Sebastián o Sam cupiera por ella perfectamente. Recé para que pudieran entrar por ahí y que no lo descubrieran. Entramos en la última habitación que era como si se tratara de otra dimensión, era totalmente diferente a la elegancia que tenía la cabaña. Las paredes eran grises, una cama de madera vieja al igual que la mesa de noche. El ambiente en esta habitación era triste. Instintivamente supuse que esta era la habitación en dónde dormía Arlet.

— ¡Al suelo! — gritó uno de los hombres que no conocía.

Daniel, Marcos y yo nos tiramos al suelo. El hombre comenzó a amarrar el pie de Daniel con una cadena de hierro que estaba tirada en el suelo, sujeta por un gancho en el suelo.

—Lo haré yo, Brandon— Derek habló y Brandon asintió. Brandon era el hombre de aquel hombre que Marcos había golpeado, pero que luego, él lo golpeó a él.

Derek amarró la cadena a mi pie y luego a Daniel. Lyam entró con Arlet atada de manos y con la bolsa negra aún en la cara. La colocó en frente de nosotros y le quitó la bolsa de la cara. Arlet comenzó a respirar bocanadas de aire. Se estaba ahogando. Me miró y yo a ella.

— ¡Arlet!— me levanté e intenté correr hacia ella para abrazarla, pero la cadena que Derek había puesto en mi pie me lo impidió.

Lyam la soltó y ella caminó justo hacia el lado de Marcos. Brandon también le colocó la cadena en el pie. Me volví a sentar en el suelo.

—Muy bien, seré claro y quiero una respuesta rápida, clara y concisa — la voz de Lyam llamó mi atención cuando me encontraba viendo lo pálida que estaba Arlet. Su piel había perdido su color natural, ahora estaba amarilla. Lyam de agachó para estar a la altura de nuestros ojos— ¿Dónde está Simon?

Ninguno de nosotros habló.

—Muy bien, si no contesta por las buenas. Toca por las malas— volvió a colocarse en pie— Brandon, Elimino, ya saben qué hacer.

Brandon y otro chico— que ahora sabía que se llama Emiliano— caminaron hacia Daniel y Marcos. Los hicieron levantar y se colocaron en frente de ellos.

—Tranquilas princesas, ante todo soy un caballero. No las lastimaría a ustedes— Lyam miró a Arlet y luego a mí— volveré a preguntar ¿Dónde está Simon?

Abril me miró y negó con la cabeza, me estaba diciendo que no dijera nada, aunque al igual no iba a hacerlo.

— ¡Adelante, chicos!— dijo Lyam luego de ver qué ni Arlet ni yo, ni los mismos Daniel y Marcos hablaron— ¡Diviértanse!

Brandon y Emiliano comenzaron a golpear a Daniel y Marcos. Comencé a gritar que se detuvieran, pero no lo hacían. Daniel y Marcos intentaban no gritar, pero gemidos de dolor salían de ellos resonando por la habitación.

Miré a Derek a los ojos, pero él los apartó de inmediato. Sabía que no iba a hacer nada por ellos. Luego, miré a Samantha y a otro chico que estaba al lado de ella salir de la habitación. Marcos buscaba mis ojos, lo pude ver una vez, pero ahora era yo quien quitaba mis ojos de los de él. No podía verlo a los ojos. No podía delatar a Simon. En estos momentos él era nuestra única esperanza, al igual que Sebastián y Sam. Si encontraban a uno, era probable que encontrarán a los otros dos y si eso pasaba, era nuestro fin. Perderíamos la guerra.

— ¡Perdón!— le susurré a Marcos. Luego, me di media vuelta y le susurré a Daniel lo mismo. Aunque me estuviera doliendo que Brandon y Emiliano los estuvieran golpeando, no tenía otra opción. No podíamos delatar a Simon. 

Arlet - (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora