CAPÍTULO 22

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Abril

Derek y yo estamos en mi habitación de residencia sentados en mi cama. Simon, Marcos y Sebastián ya deben de venir en camino. Hace dos horas que les escribí a cada uno.

— ¿Qué haremos cuando lleguen? — dice Derek.

—Crearemos un plan.

—Pero…¿cómo?—pregunta él— Necesitamos un lugar en el que nos podamos reunir todos. Sabes que está prohibida la entrada de No estudiantes a las residencias.

—Tienes razón, tenemos que conseguir un lugar en el que podamos hacer nuestras reuniones “Secretas” — digo haciendo énfasis en la palabra secreta — Necesitamos un lugar donde nadie nos moleste, donde nadie nos interrumpa. Un lugar que nadie conozca.

Sería complicado encontrar algún sitio en el que nadie nos interrumpa. La ciudad no es de fiar. Por muy privado que sea cualquier lugar, siempre habrá alguien que nos vigile.

—Eso es—. Digo.

—¿Qué pasa? —Derek pregunta con un brillo en sus ojos.

—Ya sé quién nos podrá prestar un lugar seguro—digo.

—¿Quién?

—Daniel.

—Si, Daniel. Es el único que vive en la ciudadela, él no está aquí en las residencias.

—Pues… Llámalo.

Saco mi teléfono y llamo a Daniel quien contesta al segundo timbre. Le hablo sobre el tema de Arlet y me alardea del porqué no le había dicho nada sobre esto. Me siento muy avergonzada con él, fue un error no haberle dicho nada desde el principio, pero no creí que fuera una ficha importante en éste asunto.

Trato de apaciguar la situación haciendo que Daniel acepte prestarnos el sótano de su casa. En medio de la llamada con Daniel entra una segunda llamada a mi móvil. Le aviso a Daniel que necesito colgar para contestar la otra llamada. Cuando contesto, la voz angustiada de Marcos suena por el móvil.

—«Tenemos problemas»

—¿Qué pasa, Marcos? — pregunto.

—«Hemos tenido un accidente»—dice—«Sebastián y yo estamos bien, pero al que no le fue tan bien fue Simon»

—Por Dios ¿Qué le pasó a Simón? — pregunto. Derek capta mi preocupación.

—«Está inconsciente. Por suerte, las personas que estaban pasando por ahí en ese momento llamaron a una ambulancia justo a tiempo»—añade—«Los doctores dicen que es no es muy grave lo que le ha pasado, pero al tratarse de un golpe en la cabeza, quieren asegurarse de que todo esté en orden»

—Pero ¿Cómo pasó?

—«No lo sé, todo fue tan rápido. Pedimos un Uber para que nos llevara al aeropuerto»—. Continúa—«Hasta ahí iba todo bien. Pero de la nada, el conductor comenzó a aumentar la velocidad y de un momento a otro comenzó a hacer movimiento de zigzag hasta que hizo que nos estrelláramos con un poste»—. Hace una pausa—«Por fortuna, Sebastián y yo alcanzamos a colocarnos el cinturón antes de estrellarnos. Pero Simón, no lo logró. Él salió disparado por el parabrisas»

—¿Qué dicen los médicos?—pregunto—¿Estará bien?

—«Justo acaba de entrar el doctor. Hablamos luego»— Termina de decir y cuelga la llamada.

—¿Qué pasa?—. Pregunta Derek cuando ve que apago la pantalla de mi teléfono y lo coloco en mis piernas.

—Los chicos tuvieron un accidente.

—¡¿Qué?! — pregunta alterado —¿Están bien?

—Si, bueno…Más o menos

—Explícate, por favor—Inquiere Derek al darme a entender.

—Marcos y Sebastián si lo están, pero Simón…No lo está del todo. Al parecer, él fue quien llevó más golpes en el accidente.

—¿Se mejorará? —pregunta.

—No lo sé, acababa de entrar el doctor a revisarlo. Por eso Marcos terminó la llamada.

—Esperemos que esté todo bien, no queremos un muerto en medio del plan—. Dice Derek.

—No lo habrá, es.. Espero que no.

Derek abre los brazos y se abalanza hacia mí para darme un fuerte abrazo durante un momento, pero el timbre de mi teléfono nos interrumpe. Veo el nombre del contacto de la persona que está llamando. «Daniel». Contesto.

—Hola

—«Abril, todo está listo»—contesta Daniel—«No hay monos en la costa»—y con “monos en la costa” se refiere a que no hay nadie en casa.

—Eh Daniel. Creo… Creo que hoy no vamos a poder. Simón, Marcos y Sebastián no han llegado y no creo que lleguen hoy. Tuvieron un pequeño percance, así que, creo que será mejor esperar hasta mañana.

—«No hay problema. Espero que puedan llegar mañana»—dice él —«Ya había ordenado todo, pero no importa. Creo que mañana seguirá igual»

—Si, a apenas ellos lleguen aquí iremos a tu casa.

—Está, bien.

—Eh Daniel—Digo antes de colgar—Muchas gracias.

—«No hay de que Abril, es lo poco que puedo hacer por Arlet. Sabes que es mi mejor amiga».

—Vale. Pues entonces, nos vemos mañana.

—«Si, está bien»

—Adiós.

—«Adiós» — termina la llamada.

Está todo listo, solo falta que Simon, Marcos y Sebastián lleguen.

—Bien, ya está todo listo. Daniel ya tiene todo preparado para mañana—Le digo a Derek y me acuesto a la cama.

—Bien, es momento de relajarnos. Mañana será un día pesado y quien sabe hasta cuando nos desocupemos— Dice mientras se quita la camisa.

Tira de mi acomodándome a su beneficio. Tira de mi zapatos y los hecha al suelo. Sube a la cama y se acuesta a mi lado, su cara está a centímetros de la mía. Puedo sentir el olor a su perfume y su aliento mentolado.

—Es hora de relajarnos — dice y estampa sus labios a los míos.

Arlet - (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora