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Según pasa la noche compruebo que se acerca la hora, pero no quiero. Ojalá hubieran inventado ya una especie de artilugio que hiciera detenerse todo al menos unos minutos, o bueno, ya que pido, unas horas o unos días.

Anoche junto a Elías me sentía completamente preparada, pero ahora sabiendo que llega el momento he vuelto a volverme pequeña, ese hombre, Juan, hace que me sienta débil, que me desvanezca como si no fuera nada ante sus ojos fulminantes, oscuros, que llevan maldad.

Elías quiere acompañarme, pero tiene clase y le he pedido que acuda. Que siga siendo tan buen profesor como ahora a pesar de todo lo que puede suceder hoy. No he pegado ojo en toda la noche pensando en el momento que vaya a encontrarme con Juan. Mi compañera de habitación se ha despertado alguna que otra vez, pero solo me ha mirado con cara de asesina antes de volver a darse la vuelta y dormir de nuevo, tampoco confiaba en que fuera a preguntarme, se nota que no le gusté desde el primer día, aunque no entiendo porqué, no he hecho nada.

Cuando amanece comienzo a guardar las cosas en una de las maletas, que dejo sobre la cama antes de salir hacia el despacho.

— ¿Te vas? — Mi compañera está en la puerta, ya se ha vestido y arreglado y me mira con los brazos cruzados.

— Eso creo — Me encojo de hombros — Todavía no lo sé.

— Ah, vaya... — Se muerde el labio inferior, abre la boca para decir algo pero vuelve a cerrarla — Si no nos vemos, que te vaya bien — Suelta al fin.

— Gracias, e igualmente — Intento sonreírle, pero ya se ha marchado de la habitación. Vaya despedida más... peculiar.

He aprendido que ciertos comportamientos no deben afectarme, aquí soy como una especie de rarita a la que nadie quiere acercarse y con la que por supuesto, no desean hablar. Les preguntaría porqué, pero supongo que sus motivos ya, a estas alturas, no me van a afectar.

Lleno la maleta de todo lo menos imprescindible, después de mi charla con Juan imagino que terminaré todo lo demás. Siento cierta tristeza por tener que irme de aquí, pero ya me ha quedado claro que solo tengo dos opciones; quedarme en esta escuela y hacer todo lo que quiera Juan, o irme y decidir por mí misma qué depara mi futuro.

Hubiera hecho lo primero anoche mismo, pero Elías me aconsejó de la mejor manera, hizo que abriera los ojos y mirara por mí, cosa que siendo sincera no había hecho. Como él dice, lo demás se irá viendo. Si está a mi lado, confío en que irá bien.

— Oye Julieta — Me giro al escuchar mi nombre, mi compañera de habitación ha vuelto — Si te vas, quería decirte que no me caes mal ni nada de eso.

— ¿Entonces? — Dejo la ropa que tenía sobre la cama y me acerco a ella — ¿Por qué has estado así conmigo estas semanas? — Pregunto sin entender nada.

— Supongo que los rumores de tu llegada no hicieron gracia a nadie — Se encoge de hombros — Eras esa chica que tan bien lo había hecho en la final del campeonato, según decían, todas las escuelas se peleaban por ti... y hasta las discografías querían grabar ya un disco contigo — Suspira — Como te he dicho, los rumores afectaron a la gente, eras la favorita y ni siquiera habías llegado.

— Pero yo siempre he sido una más entre vosotros — Le digo — Nadie me ha tratado de manera especial, y si te soy sincera, tampoco creo que sea mejor que nadie.

— Lo eres — Sonríe — No sé qué tienes pero es... no sé, Julieta, distinto a todos los que estudiamos aquí y nos esforzamos cada día. Tú parece que vienes ya sabiendo todo.

— Para nada — Muevo la cabeza a ambos lados — Pero gracias, de verdad. Es agradable que hablen contigo aunque sea el último día.

— Lo siento — Se acerca y me da un pequeño abrazo — Y de verdad, deseo que te vaya bien. En unos años podré decir que he sido compañera de habitación de una estrella de la música.

— ¡Anda ya! — Me echo a reír.

Nos despedimos unos minutos después. Tras una charla que nunca me hubiera imaginado. Lo bueno y con lo que me quedo es que yo no he sido culpable y en el fondo no le he caído mal a ninguno de los que me miraban de esa manera y se negaban a acercarse para hablar conmigo. Me he sentido realmente mal durante estas semanas, otra cosa que me decía que este no es mi sitio.

Dejo la maleta hecha y salgo, ahora sí, decidida, al despacho de Juan. Ya en la escuela de música me cruzo con las caras que veo cada día y que, por supuesto no me saludan. Si algunos profesores.

— ¡Eh, menos mal que te veo! — Una mano agarra mi muñeca y hace que me dé la vuelta — Buenos días, pequeña.

— Hola Elías — Muerdo mi labio inferior, me sale una sonrisa involuntaria con verlo unos segundos. Está guapísimo, como siempre, con ese pelo revuelto y esa barba de dos días, con los dos primeros botones de su camisa abiertos y sus vaqueros oscuros — Pensé que estabas en clase.

— Sí, ya llego tarde — Mira su reloj, pero sigue sonriendo a pesar de las prisas — Si necesitas que te acompañe, solo tengo que pedirle a uno de mis compañeros que me cubra durante unos minutos.

— Creo que tengo que hacerlo sola — Suelto el aire por la nariz — Te veo después, ¿vale?

— De acuerdo, estaré esperándote — Me deja un pequeño beso en los labios — Y recuerda, te quiero.

— Te quiero — Ahora soy yo quien rodeo su cuello para darle un fuerte abrazo.

Tras este pequeño encuentro me siento mejor, al menos más segura de mí misma, Elías consigue trasmitirme eso y mucho más con solo cruzar sus ojos con los míos.

Poco a poco y sin apenas darme cuenta he llegado a mi destino. Ahí estoy, frente a la puerta del despacho de ese hombre que deseo no volver a ver nunca, Está cerrada pero sé que está en el interior, lo escucho hablar, imagino que por teléfono.

Espero unos minutos hasta escuchar cómo se despide de quien sea y después, completo silencio, es mi turno y es la primera cosa seria que tengo que hacer en mi nueva y madura vida, ya no soy la niña que estaba en el orfanato y que su único problema era aprobar los exámenes y sacar esa canción complicada para el campeonato.

Respiro hondo durante unos segundos en los que consigo que mi corazón lata a un ritmo normal y después, con toda la serenidad del mundo, llamo a la puerta. 

Sigue brillando, Julieta. (Segunda parte #ESDJ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora