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NARRA ELÍAS.

Aquí estamos un día después, a punto de que mis alumnos actúen y comportándonos con toda normalidad, como si anoche no hubiera pasado nada.

Pero yo lo sé, y Julieta lo sabe. Me he comprometido a estar con ella y no me arrepiento, solo quiero que ella esté conmigo. Que sigamos su camino juntos, que pueda ayudarle a tomar sus decisiones y continúe cogida de mi mano.

Después de comer, a media tarde, han llegado los grupos restantes, nueve en total. El orfanato vuelve a estar lleno de gente por todos lados, por cada rincón, pero hoy acaba todo, hoy cantarán por fin y esta misma noche sabremos si saldremos elegidos o no.

— ¿Estáis preparados? — Me acerco al grupo de los catorce chicos, a cuál más nervioso o bueno, a cuál menos, Julieta acaba de dejar la guitarra después de apurar hasta el último segundo para repasar.

Todos me dicen que sí, aunque alguno esté menos preparado que otro. Comienzan con la canción grupal y los observo tras el escenario. Es raro verlos ante tanta gente y en este mismo sitio, donde tenemos clase cada día.

La grupal no es una canción complicada, pero sí pegadiza y reconocida, eso es lo que buscaba cuando la puse en el programa junto a las otras, que la gente se pusiera de pie, a cantarla junto a ellos.

— Julieta, solo haz lo que sabes — Cojo su brazo, haciendo círculos con el pulgar — Solo tienes que hacer eso y tendrás al público ganado.

Me saca la lengua, tan cómoda. Ella es así, cuando debería estar alterada mantiene la cabeza fría, a pesar de que no sale solo a cantar, también a tocar la guitarra por primera vez, cuando ha aprendido a hacerlo dos semanas atrás.

Se sienta en el centro, con el micrófono de pie frente a ella, cierra los ojos durante un segundo y comienza, y entonces todo es silencio.

Comienza perfect feliz, se le nota en la cara, en la mirada de ojos negros que brillan por encima de todo, orgullosa de sí misma, haciendo que todos estén pendiente de ella, incluido yo, que me embauca por completo.

Así sucede toda la canción, manteniendo mi respiración... tanto, que ni sé cómo reaccionar cuando viene hacia mí con una sonrisa preciosa, porque simplemente querría besarla sin parar.

— ¡Vaya Julieta! — Diana se me adelanta y le abraza — No vas a hacer nunca nada mal, ¿verdad?

Dejo que la feliciten los demás, esperando mi turno mientras animo a Edgar, es su turno y también merece nuestra atención, aunque ahora mismo sigo con los ojos a Julieta, que aparca la guitarra.

— Estás perfecta esta noche — Susurro, rozando el lóbulo de su oreja con mis labios. Ella sonríe, aunque no ha dejado de hacerlo esta noche.

— Gracias por enseñarme esta canción — Parpadea, creo que incluso ella está emocionada por lo que acaba de hacer.

El público aplaude y nos interrumpe, Edgar ha terminado. Lo reciben de la misma manera que a Julieta, incluso ella se disculpa para ir a felicitar a su amigo.

Ahora toca algo nuevo, y es que no termino de acostumbrarme a la chica que llega ahora. Julieta guarda toda su dulzura para convertirse en una persona sensual y atrevida. Admito que me cuesta verla de esa manera cuando siempre ha sido la pequeña a la que protegía, pero con esta canción parece estar saliendo del cascarón.

Alienta a Edgar sin parar, mientras Diana la prepara para el show, despeinándola y haciendo que crezca cuatro o cinco años de golpe. Me mantengo lejos de ellos mientras se ponen a punto, por fin es su turno. Comienzan con All falls down.

Como admito que soy incapaz de ver esa actuación sin perder el norte, observo la primera fila, donde se coloca la gente importante, como directores de otros orfanatos o de las escuelas de música. Sí, Julieta les encanta, a todos y cada uno de ellos.

Canta, baila, ¿cuándo ha aprendido a bailar así? Supongo que delante de mis ojos cada día, aunque sigo alucinando con la naturalidad que se mueve. Edgar a su lado parece un muñeco de madera, casi estático, aunque ella sí que hace que no se note demasiado.

Llegan agotados cuando terminan, mientras actúan los cuatro grupos restantes, voy con los chicos al comedor para que coman o beban algo, todos saben que la decisión está al llegar.

— ¿De esta canción no tienes ningún comentario que hacerme? — Con actitud burlona se acerca a mí cuando estoy sirviéndome un vaso de agua.

— Prefiero reservarlo — Alzo ambas cejas. — ¿Puedo pedirte algo? — Le extraña mi pregunta, igualmente asiente — Que vuelva la Julieta de antes, por favor.

Ríe a carcajadas, es demasiado lista para no saber lo que está produciendo en mí ahora, y no, por el momento no quiero dar más pasos de los necesarios.

— Así que Elías también tiene varias facetas — Se muerde el labio inferior para no seguir riendo — Está bien, te haré caso aunque... querría estar besándote ahora mismo.

— No podemos, nos perderíamos los resultados — No quiero seguirle el juego pero no puedo resistirme a su humor juguetón.

— No creas que me importaría demasiado....

Bebo agua para disimular, o bueno, simplemente para hacer algo con las manos cuando Lola se acerca a nosotros, entusiasmada.

— Este año os estáis superando — Dice a ambos, con cada mano en uno de nuestro hombro — Se nota que habéis trabajado.

Le da la enhorabuena a Julieta, que disimulando su vergüenza se lo agradece, ahora sería yo quien quisiera burlarme de ella, aunque no creo que pueda hacerlo porque estoy más nervioso. Si Lola llega a escuchar una mínima parte de la conversación que estábamos teniendo... ¡qué locura! Aunque, ¿qué no lo es a estas alturas?

Lola nos informa que todos los grupos han terminado y que están deliberando para, en breve, tomar una decisión. No debería estar así de confiado, pero hemos sido de los mejores sin duda aunque eso sí, siempre con cosas por mejorar.

No cabe más gente en la sala de ensayo, incluso la sala de juegos está hasta los topes. Igualmente tenemos preferencia así que terminamos cerca del escenario cuando están dando los resultados. Dirán uno a uno la lista de los coros clasificados para la siguiente ronda, diez en total.

Debería estar pendiente de qué pasará pero solo puedo estar atento al perfil de Julieta. A sus ojos preciosos, su boca entreabierta y el pelo oscuro ondulado balanceándose ya que no deja de moverse. Debo parecer estúpido ahí sin hacer nada, solo mirando a una alumna, pero nadie va a fijarse en mí ahora.

— ¡Hemos pasado, Elías! — Viene corriendo, con ambos brazos abiertos con los que rodea mi cuello, apoyando su cabeza en mi pecho — ¡Hemos pasado!

— Lo merecéis — Rodeo su cintura, hundiendo mi cara entre su cabello espeso — Sigues brillando como el primer día — Me da tiempo a susurrarle antes de que los demás se unan a nuestro abrazo. 

Sigue brillando, Julieta. (Segunda parte #ESDJ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora