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Elías se ha mantenido en silencio y pensativo desde esta mañana que Lola nos ha dado esa dichosa noticia, yo tampoco termino de creérmelo, ¿no hay coro? ¿Cómo ha podido suceder algo así? Hace apenas seis meses ganamos el campeonato y conseguidos el merecido premio y sin embargo, ahora todo eso se ha esfumado, apenas queda un par de semanas para la primera competición y el orfanato ni siquiera está apuntado para participar.

— Oye, estoy aquí — Le he dejado un tiempo, pero creo que ha llegado el momento de hablar — Puedes contarme qué te ronda la cabeza. — Le muestro una pequeña sonrisa de ánimo.

Levanta la cabeza y me mira a los ojos, trasmitiéndome todo, no imagina cuánto. Sé lo que le sucede, por supuesto, he sabido ir conociéndole poco a poco, pero quiero que sea él mismo quien me lo diga.

— Es una pena... — Suelta en medio de un suspiro — Estábamos en lo más alto y de repente, se acabó.

— Lo sé — Asiento — No sé cómo sonará, Elías, pero creo que nuestro grupo mantenía vivo el coro, luchábamos cada día y lo disfrutábamos, al irnos supongo que todo eso... — No quiero terminar la frase.

— Y sí... — Sacude la cabeza — No, es una locura.

— Elías — Escondo una sonrisa, mordiendo mi labio inferior — ¿Quieres volver a ser profesor en el orfanato, verdad? No es ninguna locura, es lo que te gusta hacer y te apoyaré si es lo que deseas.

Se le iluminan los ojos, le brillan y me siento plena por poder hacer algo para que sea feliz él, también lo merece.

— Pero tú... tú no puedes quedarte sin hacer nada por tu futuro.

— Estás olvidándote de que tengo un contrato con una gran discografía gracias a ti — Le cojo la mano con las dos mías — Seguiré preparándome y qué mejor sitio que este para hacerlo, mientras tú puedes hacer lo que más te gusta en el mundo; seguir creando grandes cantantes.

***

Y sin más, comenzamos a hacerlo. Ha pasado solo una semana pero todo ha cambiado a mejor. Esa misma tarde hablamos con Lola y le contamos nuestra idea, por supuesto le pareció bien y nos dio permiso para comenzar con todos los preparativos. Colgamos listas para que algunos alumnos pudieran apuntarse al coro y por sorpresa, en un par de días ya teníamos once participantes, el problema ahora es encontrar en una semana los tres restantes.

Elías y yo tenemos la misma habitación donde él se hospedaba, es sencilla pero me encanta, puedo estar con él sin que nadie nos señale por ser alumna y profesor, nada de eso. Él sigue siendo el profesor de música y yo, desde hace poco tiempo soy conocida por los alumnos como su ayudante.

Camino por el escenario entre ellos, entre los diez chicos y chicas que ahora mismo tenemos con nosotros. No soy un especialista pero sí puedo corregir ciertos detalles, dejando siempre el trabajo más complicado para Elías, aun así nos queda mucho trabajo por delante, eso es algo que tenemos más que claro los dos, pero la ilusión de estar haciendo esto lo supera todo.

Cuando termina la clase ambos nos quedamos en la sala de ensayo, sentados sobre el suelo de madera.

— Es increíble que estés conmigo en esto — Me dice, más feliz de lo que recuerdo — ¿Sabes? Seguirás creyendo que nos perjudicó tu decisión, pero a día de hoy tengo que darte las gracias por haber hecho que volvamos.

Me tumbo sobre sus piernas, sonriéndole, ojalá y sea así, al menos eso parece.

— ¿Qué te parece si me enseñas alguna de tus canciones? No me vendría mal ensayar un poco.

Ayer la discografía que conoce Elías se puso en contacto con nosotros, acepté trabajar con ellos pero les pedí un poco de tiempo, sigo pensando que grabar un disco es algo que supera mis expectativas a día de hoy, pero quedamos en vernos después de navidades y hablar, quieren mostrarme algunos proyectos.

— Hay una que... — Me levanto para dejar que se incorpore y vaya hacia los muchos papeles que tiene esparcidos sobre el piano — Ven, vamos.

Me levanto para hacer lo que dice, él ocupa el asiento frente al instrumento y me ofrece uno de esos papeles, en él hay anotada una letra de una canción que desconozco por completo y una partitura. Leo por encima, intentando quedarme con ella.

— No es por nada, Elías — Entorno los ojos — Pero esta canción está en francés, nunca he cantado en este idioma.

Pone una mano en mi hombro y me acaricia el brazo, desde arriba hasta mi muñeca, donde se queda mientras su pulgar hace círculos en forma de caricia.

— Ayer, cuando hablé con la discografía, me ofrecieron un primer trabajo para ti, les dije que era pronto pero insistieron — Hace una pausa, supongo que para que vaya asimilándolo — Pero cuanto me comentaron de qué se trataba, me pareció una buena idea para empezar. Tú tienes la última palabra, siempre.

— ¿Y de qué se trata? — Suelto todo el aire, no me había dado cuenta de que lo tenía retenido.

— Quieren que actúes la noche del primer campeonato, lo harás antes de que comiencen los coros — Sonríe mientras me lo explica — Será la actuación que inicie todo.

Trago saliva sin saber qué decir, es una buena idea, no puedo negarlo, y para qué mentir, una gran oportunidad. Haré lo que he estado haciendo hasta ahora, pero esta vez sin participar, solo para mostrarme.

— Entonces...me temo que mi última palabra no te va a gustar mucho — Le digo a Elías, que abre mucho los ojos — Porque si quieres que cante esta canción vamos a tener que trabajar toda la noche para esa actuación.

Tampoco es que sea un gran esfuerzo para nosotros, desde que congeniamos nos encanta hacer esto, cantar sin parar, pasar aquí las tiempo y tiempo mientras nos divertimos y disfrutamos haciendo lo que más nos gusta. Un par de horas después ya he conseguido seguir la melodía, no es complicada pero tengo que medir bien los tiempo para saber cuándo entrar.

— Te queda preciosa y aún no la tenemos al cien por cien — Se remueve en el asiento, agotado pero orgulloso. — Aunque tampoco llevamos mucho tiempo.

— Bueno... si he calculado bien — Miro mi reloj — Llevamos aquí metidos cinco horas, ¡ni siquiera hemos ido a cenar! — Me sorprendo — Además, estás cansado, podemos ir a la cama y seguir mañana.

No quiere pero al final consigo convencerlo, más bien lo arrastro de la mano hacia la salida. Estoy contenta por la canción, él mismo me enseño a no darme por vencida nunca y ahora, aunque he visto que era complicado, gracias a Elías he sabido que podía hacerlo.

— ¿Sabes que no hay nadie que elija las canciones mejor que tú? — Le digo subiendo las escaleras de camino a nuestra habitación.

— Contigo siempre es fácil, ya lo sabes — Por sorpresa me levanta en volandas, acunándome en sus brazos — No te preocupes, a las cuatro de la mañana no hay nadie que pueda vernos.

Roza su nariz con la mía antes de dejarme un beso en los labios, al principio es corto pero luego lo intensifica, es una locura que andemos como dos adolescentes por medio del orfanato.

— Siempre me faltaba esto, ya sabes, después de estar ensayando — Respira entrecortado cuando me deja en el suelo — Cuando te veía cantar, terminábamos y te marchabas, sentía un vacío justo aquí — Pone una mano sobre su pecho, señalando su corazón. — Y ahora tenerte conmigo es... la felicidad absoluta, Julieta.

— Te quiero, muchísimo — Le digo tirándome a él para abrazarle — Y quiero estar siempre contigo, Elías.

— Nunca voy a irme — Dice mirándome a mis ojos.

— Nunca lo hagas.

Sigue brillando, Julieta. (Segunda parte #ESDJ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora