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Lo peor de todo esto no es no verle en las clases de música, que también, si no estar sin saber dónde ha ido exactamente. No quiso darme explicaciones detalladas, yo tampoco le pregunté respetando su decisión, aunque sí es cierto que me arrepiento. Queda bastante tiempo para el próximo campeonato, el primero del año que entra y definitivo para meternos en la final, pero todavía no sabemos qué canciones tendremos que hacer, vamos retrasados.

Ahora es Lola quien se encarga de nosotros en sus clases, pero no hacemos nada más que improvisar o cantar canciones que nos gustan. Yo, recordando algún que otro momento en el cobertizo, me dedico a Can I be him? Sé que a Elías le encantaría que la supiera cuando volviera.

— Eso suena muy bien — La directora se acerca a mí cuando acabo por tercera o cuarta vez, dejando la guitarra a mi lado para descansar — No sabía que se te diera tan bien tocar instrumentos.

— Y estás en lo cierto — Sonrío — No se me da tan bien.

— Quién lo diría — Bromea por un segundo, después se pone algo más seria — Cambiando de tema, Julieta. ¿Has barajado varias opciones que estudiar el año que viene?

— No demasiadas — Muevo la cabeza a ambos lados — Quiero entrar en la mejor escuela de música que hay.

— Hay más de una escuela en el país — ¿Intenta disuadirme o es mi imaginación? — No tienes por qué solo centrarte en una.

— Es la mejor — Me encojo de hombros, insistiendo — Quiero ir ahí, está decidido.

Asiente, con el mismo semblante serio. Está pasando algo pero por supuesto, no tengo ni idea de qué porque me mantiene al margen. Quiero preguntarle, pero se aleja hacia otro compañero, así que vuelvo a coger la guitarra y me pongo manos a la obra, aunque esta vez con muchas más cosas en la cabeza.

***

Debido a que el final del primer trimestre ya lo tenemos encima, entre Fabio, Lola y algunos profesores más, estamos obligados a pasar muchas tardes en la biblioteca entre libros, ya sea estudiando o haciendo trabajos. Aunque, la verdad es que si no tuviéramos a nuestro amigo aplicado con nosotros, ninguno haría nada, porque somos capaces de distraernos con una mosca.

Además, yo solo puedo pensar en el momento en el que Elías vuelva por fin, nunca imaginé que pudiera echarle tanto de menos cuando han pasado unos pocos días. Intento distraerme con los libros de texto, aunque eso no ayude demasiado.

Antes de la cena, Edgar y yo quedamos en reunirnos para pasar el rato juntos, sí es cierto que hace mucho que no lo hacemos, más bien creo que soy yo misma la culpable, pues me encanta dedicar cada minuto libre a Elías, ya sea en la sala de ensayo o en el cobertizo, donde cada vez me siento mejor. Se ha convertido en una especie de hogar para nosotros.

En estas pocas semanas lo que era un sitio algo triste, se ha trasformado en eso, en nuestra casa. No nos falta de nada cuando estamos ahí juntos, disfrutamos de la música y por supuesto, de la compañía.

Cuando llego a la sala de ensayo Edgar ya está esperándome, con la guitarra en el hombro y tocando algunas notas al azar, cuando ve que estoy ahí, levanta la cabeza.

— ¡Eh! — Me sonríe, con algunos de esos rizos rebeldes cayendo sobre su frente — ¿Qué te apetece hacer?

— Me da igual — Me encojo de hombros, sentándome a su lado — Improvisemos, sabes que es lo que mejor se nos da desde siempre.

Asiente sonriendo, y cada vez que lo hace no puedo alegrarme más por tenerlo de nuevo incondicionalmente, como desde el primer momento que llegamos aquí. Lo miro sin parar.

— Oye, ¿qué pasa? — Termina preguntando dada mi actitud.

— Solo que quiero tenerte en mi vida pase lo que pase — Me sincero — No sé dónde iremos cada uno el año que viene, pero no quiero perderte.

— Venga Juli, ¿a qué viene esto? — Arruga la nariz — Ya sé que echas de menos a Elías, pero no te pongas melancólica, solo conseguirás contagiarme.

— Está bien... lo siento —- Le digo, arrebatándole la guitarra para así zanjar el tema.

Comienzo a tocar una de las pocas canciones que me he aprendido con el instrumento y de esas que me enseña Elías, o sea, perfectas.

Edgar me observa mientras canto algún que otro estribillo, o sonríe cuando improviso algo que no queda demasiado bien, también me acompaña en algunas estrofas.

— ¿Sabes cuándo va a volver? — Pregunta de repente, dejándome desconcertada.

— No — Muevo la cabeza a ambos lados — Pero estará aquí enseguida, estoy segura.

— Pero Juli, ¿por qué ha vuelto a irse? — Ahora se acerca a mí, parece molesto mientras me mira a los ojos — ¿Es que ha vuelto a pasar? ¿Desaparece de nuevo?

— ¡No, Edgar! — Exclamo, más alto de lo que pretendo — Solo espero que el día que menos lo espere vaya a aparecer por la puerta y ya está, las cosas seguirán igual de bien para nosotros como lo estaban antes de que se tuvieran que marchar.

— Me fastidia, ¿sabes? — Habla de nuevo, mejor dicho, gruñe murmurando — Quiero decir, él tiene a la chica más fantástica del orfanato y sin embargo, se larga cada dos por tres y la deja sola. Y yo, sin embargo, no encuentro a nadie que se le parezca a ti.

— No tienes que encontrar a alguien como yo, Edgar — Pienso en sus palabras detenidamente — Solo a alguien que te complemente, que esté ahí esperándote aunque te vayas mil veces, creyendo en que vas a volver.

— Veo que no quieres darte cuenta de la realidad — Susurra.

Después niega con la cabeza, y ya no habla más. Se concentra en la música y yo, también decido dejar el tema en el aire. No sé exactamente qué le está pasando, quizá solo sea que está rodeado de parejas enamoradas y él, como dice, no tiene a nadie. Pero lo que no termino de comprender es que tenga de repente esa prisa, cuando nunca ha sido de esa manera.

Un rato más tarde y con cierta tensión cargada en el ambiente, volvemos al comedor. Agradezco ver a Fabio y Diana y ver que no contienen su alegría y su amor. Eso sí consigue que me despeje, que deje de pensar tanto las cosas. Que me olvide un poco del tema de Elías y de lo que puede estar solucionando y, por supuesto, que me haga dejar de lado la actitud extraña que tiene ahora mi mejor amigo.

— ¿Qué sucede entre vosotros? — Me susurra Diana, una vez que los chicos están enfrascados en una conversación aparte. Se refiere a Edgar.

— No lo sé muy bien — Me encojo de hombros — Es extraña su forma de comportarse últimamente, como si estuviera celoso o algo parecido.

— Puede ser que... — Pero aprieta los labios para mantenerse callada, cosa que me pone de los nervios, le insisto pegándole un golpe en el hombro — No sé, Juli, ¿y si está enamorado de ti y se ha dado cuenta ahora, al verte con Elías?

Sigue brillando, Julieta. (Segunda parte #ESDJ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora