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NARRA ELÍAS.

Siento mostrarle a Julieta la cruz de todo esto, lo oscuro. Ella solo sabía la cara, la parte buena, pero no todo es tan fácil como parece.

Además, todo esto me trae recuerdos, tan cercanos que todavía me estremezco. Yo era ella con dieciocho años, disfrutando mientras hacia lo que más me gustaba: cantar.

Ese hombre también vino a mí, un año tras otro me ofrecía la posibilidad de estudiar en su orfanato, me prometía un buen futuro después. Pero no, yo no quise dejarme llevar, quise seguir trabajado, creía en lo que hacía y pensé que llegaría lejos siendo de esa manera.

No fue así, quedamos segundos en mi último año, ellos como siempre ganaron. Ya matriculado con las mejores notas posibles y con dos segundos puestos en los campeonatos, quise estudiar en esa escuela de música, en la mejor... pero fui rechazado, tuve que buscar una segunda opción cuando solo tenía una en la cabeza, la que llevaba pensando toda mi vida.

Todo eso no me llevó por mal camino, nada que ver. Siempre estaré agradecido a Lola, primero por hacer de ese orfanato mi hogar durante años, después por esperarme cuando terminé mis estudios y dejar que volviera aquí, esta vez de profesor para seguir haciendo lo que me gusta. Aunque sí, debo admitir que esa espina la llevaré clavada siempre, por eso no permitiré que a Julieta le suceda lo mismo.

— Yo no quiero venir a este orfanato — Se cruza de brazos, enfadada — Y no tiene que ser así, Elías. Tienen que valorar el talento, las ganas, no que estudies en su orfanato o en otro.

— Te entiendo — Asiento. Vamos que si la entiendo, si vive mi misma situación — Debes tomar tus decisiones con el corazón, como siempre has hecho.

— Pero según lo que estás diciéndome, ¿de qué va a servirme? — No se cree lo que estoy diciéndole, pero era necesario — ¿Tomo mis decisiones con el corazón para acabar haciendo lo que no me gusta en el futuro?

— Gana este campeonato, Julieta — Querría abrazarla, tranquilizarla a besos — Tú puedes hacer lo que otros muchos no han podido. Gana y demuestra que con tus ideas, vas a llegar donde quieras.

***

Es el turno del coro ganador del año pasado, en el que este año participan Irene y Mario. Se complementan bien, supongo que es lo que tiene ser dos personas idénticas, que solo miran por ellos y venderían todo por conseguir lo que desean.

El dueto les sale bien, después es el turno de Irene como solista. Es su gran estrella este año, ya que la chica que tenían no puede participar por la edad. Cuando suenan las primeras notas de su canción me quedo sin aire, no puede ser.

Miro a Julieta, que me devuelve la misma mirada de inquietud y preocupación. Estamos pensando por igual: es la misma canción que cantará ella.

Mientras Irene actúa haciéndolo bien, doy vueltas en círculo revolviéndome el pelo, este es el mayor problema al que puedo haberme enfrentado hasta ahora. Hemos preparado esta canción durante dos semanas y es la misma que otro coro acaba de cantar.

Me acerco a ella, tenemos que pensar en algo cuanto antes.

— ¿Qué hacemos? — Le pregunto — Puedes arriesgar y cantar, simplemente tienes que hacerlo mejor.

— Tengo otra idea — Se muerde el labio inferior, como siempre que no se atreve a decir algo — ¿Recuerdas que te propuse otra? La aprendí en las horas libres... quizá puedo cantarla.

— ¿De verdad? — Un alivio me recorre de arriba abajo, ella, tan inocente y tan increíble al mismo tiempo, está ahí, con una entereza digna de admirar.

Asiente, tragando saliva. No sé qué canción es, ni siquiera si la tiene preparada o solo la ha cantado para pasar el rato y porque le gusta. Pero la confianza que tengo por ella supera cualquier límite.

— No te vayas nunca de mi lado — Susurro, y no creo que me oiga, se marcha junto a los demás compañeros.

Es nuestro turno, la canción grupal sale muy bien, desde el principio les pareció una buena idea We're all in this together como comienzo. A pesar del cambio de planes nos hemos conseguido adaptar bien y lo mejor, pronto. No puedo estar más agradecido a cada uno de estos chicos.

Después del dueto, el que parece una canción más... hasta que aparece ella, y como tantas otras veces, parece iluminarlo todo, incluso la mirada de cada uno de los asistentes.

Cuando está cantando Edgar su solo, ella se concentra, ya tiene una guitarra colgada al cuello y se mantiene impasible, no sé cómo puede salir todo ese aplomo de un cuerpo tan pequeño. Le deseamos suerte y ahí sale, sola, pero con una fuerza abrumadora.

Comienza las primeras notas de Over the rainbow y mis ojos se abren involuntariamente. Es una de las canciones más complicadas a nivel de canto y ella la ha aprendido por sí misma.

Disfruta como nunca, y todo lo que trasmite ahí arriba, cantando esa canción, es pureza. Como si su voz estuviera metiéndose en tu interior y te llenara de calma, de amor.

[... I think my self,

What a wonderful Word...]

Sonríe sin parar, como si no supiera lo que está haciendo ahora mismo. Cada miembro de la primera fila, incluidos directores, solo pueden observarla absortos, con los ojos iluminados.

[... I love you...]

Gira la cabeza para cantar esa parte, lo hace impulsivamente, porque sí, porque quiere decírmelo a mí, y al mismo tiempo yo solo puedo cerciorarme de que la quiero tener siempre a mi lado.

Cuando termina recibe el aplauso que se merece, después, como si no hubiera hecho nada, agradece todo y se retira del escenario. Todos acuden a abrazarle enseguida, yo me mantengo al margen pero la veo salir de entre todo el grupo hacia mí, ya no tiene la guitarra en sus manos y con los brazos extendidos se tira a mi pecho.

— Siento haber estado ensayado esta canción sin tu permiso — Murmura.

— Julieta, ¿cómo puedes estar pidiéndome perdón? — Tengo rodeada su espalda y siento el impulso de besarle la cabeza, besarla a ella — Has hecho lo que tenías que hacer, dudo que pueda enseñarte más cosas.

Se separa ahora, lanza una mirada atrás, donde más de uno no nos quita la vista de encima, aunque no es nada raro dada su reacción.

— Quiero que siempre camines de mi mano, Elías — Frunce el ceño — Así que no vuelvas a decir que no puedes enseñarme nada porque gracias a ti soy quien soy ahora mismo.

— Te quiero — No lo digo en voz alta, simplemente gesticulo, ella sonríe al entenderlo — Muchísimo.

Asiente, creo que queriendo decir que ella también, con eso me basta ahora mismo, pero espero algún día poder gritarlo, poder quererla libre. 

Sigue brillando, Julieta. (Segunda parte #ESDJ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora