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NARRA ELÍAS

Cuando termino mis clases de la mañana intento encontrar a Julieta. Está pasando algo y es grave, nunca había faltado a clase en casi cuatro años que llevo conociéndola y de repente durante dos días seguidos no aparece por ningún aula, es extraño, mucho, y por eso quiero saber qué sucede.

El problema es que últimamente está cerrada en banda, hermética. No se abre, no es que me mienta, simplemente no me dice nada.

Anoche, cuando hablé con ella por teléfono, la noté preocupada por su especie de cita con Juan esta misma mañana, por eso me ofrecí a acompañarla, pero cuando he llegado a la hora prevista, ella no estaba, tampoco Juan. He preguntado pero nadie sabía hacia dónde se habían dirigido, ¿qué podía hacer? Lo he hecho, esperarla aquí.

Ahora me encamino a su habitación, no está en ningún otro lado así que por descarte debería estar ahí.

El pasillo de la residencia está en silencio, es la hora de comer por lo que todos están en el comedor, ella no. Llego a su puerta y doy dos pequeños golpes con los nudillos, espero unos segundos pero no obtengo respuesta.

— ¿Julieta, estás ahí? — Hablo a través de la puerta de madera — Soy yo, ábreme por favor, quiero saber si estás bien.

Nada de nada, y es extraño. Si estuviera ahí seguro que me atendería. Me atrevo a abrir, poco a poco, y asomo la cabeza. Si está en su habitación, pero ahora entiendo porqué no contesta, está completamente dormida. Cierro con cuidado de no hacer ruido y me siento en la cama, despacio para no despertarla.

La observo dormir e incluso me atrevo a acariciarle sus suaves mejillas, pero pronto me doy cuenta de algo que me remueve por dentro: ha estado llorando. Tiene dos marcas bajo los ojos y los restos de lágrimas, ahora secas. Aprieto los dientes, no puedo verla así. Quiero despertarla ahora mismo y hacer cualquier cosa para que sea lo que sea, pase rápido y le haga dejar de sufrir.

Respiro hondo, lo mejor es que descanse ahora mismo. La arropo despacio y justo cuando voy a volver a salir, me doy cuenta de que tiene varios papeles sobre su mesita. No me gusta inmiscuirme en cosas que no son mías, pero me llama la atención especialmente porque en mayúsculas veo la palabra CONTRATO.

Tengo una lucha interna ahora mismo entre leerlo o dejarlo donde está. La vista no me alcanza a ver nada más pero creo que sé de qué va esto. No, no voy a traicionar su confianza, pero sí tengo que hacer algo.

Me dirijo inmediatamente al despacho de Juan, él es el responsable, el motivo de que Julieta esté así tiene que ver con él, ahora lo tengo claro.

Del enfado con el que voy tardo menos de cinco minutos en llegar. No me espera, por supuesto, si le hubiera dicho que vengo seguramente hubiera encontrado cualquier excusa para no recibirme.

— Tengo que hablar contigo — Le digo, cerrando de un portazo. Está leyendo algo pero lo deja de inmediato.

— Vaya, las noticias vuelan por lo que veo. — Frunce el ceño, aunque parece divertirse — ¿De qué quieres hablar exactamente?

— Lo sabes muy bien — No quiero explotar, al menos no todavía — Quiero que dejes a Julieta tranquila, ella está aquí para estudiar, lo que haga con su vida aparte no es de tu incumbencia.

— Sí si esos estudios los hace en mí escuela — Recalca la frase, hablando con lentitud.

— ¿Qué quieres a cambio de dejarla tranquila? — Me dejo caer en la silla frente a él — Dímelo y lo resolveremos aquí y ahora, sin necesidad de que tenga que firmar ningún estúpido contrato.

— Va a hacerlo igualmente — Se encoge de hombros, entrelazando una mano con la otra — Así que le he aconsejado hacerlo con una discográfica de confianza, es simple.

Así que es eso. El contrato es a su favor, algo que deduzco que prácticamente le ha obligado a hacer, por suerte y con alivio sé que no está firmado. Julieta puede que lo esté pensando y por ello que se encuentre en esa situación.

— Quiero que te quede clara una cosa, Juan — Lo miro a los ojos antes de echar el aire por la nariz para calmarme — Julieta hará lo que quiera y cuando quiera, ¿de acuerdo? Si quiere grabar un disco, será con la discográfica que ella elija, y si quiere estudiar música, será aquí, es tan apta como cualquiera de tus alumnos. Incluso tú mismo y aunque no lo reconozcas nunca, sabes que es la mejor.

— Me vas a hacer llorar, Elías — Dice con toda la soberbia del mundo, hasta llegar a burlarse de mí — Me da igual si Julieta no quiere grabar un disco con mi discográfica, encontraré a otro que lo haga...

— Entonces, ¿cuál es el problema? — Pregunto, no entendiendo nada.

— Ya le dije a ella, si quiere llegar a algún lado en este mundo, será conmigo, al menos mientras esté estudiando bajo mi techo.

— Creo que está todo bastante claro — Muevo la cabeza a ambos lados, la situación es surrealista.

Me levanto con tranquilidad y me voy, dejándole ahí, con sus ideas, con esa maldad que sabía que tenía pero ni por asomo sospechaba que llegaba a tal nivel. Sé lo que debo hacer yo, de hecho, lo que tengo que hacer, el problema es Julieta, que no sé qué pasa por su cabeza.

¿Estará pensando en firmar ese contrato? Espero que no pero, si es lo que desea, debo respetar por su opinión aunque no sea de mi agrado. Tengo que hablar con ella pero será cuando ella esté capacitada para hacerlo, para contarme todo y desahogarse al mismo tiempo.

Voy a la sala del piano donde la encontré ayer mismo. Donde vi lo rápido que progresa, como si tuviera una especie de don que le hace aprender a una velocidad increíble. No le hace falta que nadie le enseñe casi nada porque es como si ya lo supiera todo y tan solo hubiera que darle unos pequeños retoques para que todo a su alrededor sea perfecto, mágico.

— Estás aquí — Escucho su voz y levanto la cabeza, el corazón se me hace un puño al ver su aspecto, además de pálida no tiene luz, ha perdido su brillo peculiar y eso es algo que no voy a consentir — Perdóname por haberme ido tan rápido antes.

— No pasa nada — Le sonrío para que sepa que todo está bien — Vamos, ven conmigo. — Le hago un sitio en la banqueta del piano.

Se sienta junto a mí, apoyando la cabeza en mi hombro y cerrando los ojos cuando comienzo a tocar una melodía lenta.

— Tengo que contarte algo, es importante que lo sepas — Dice, con un hilo de voz. 

Sigue brillando, Julieta. (Segunda parte #ESDJ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora