Toda nuestra conversación son monosílabos o miradas hacia otro lado para que no coincidan entre ellas. Elías me ha propuesto que nada cambie, el problema es que hay mucho más de lo que cualquier pudiera imaginar entre nosotros, y ahora la tensión es más que notable. No hemos tenido ni una simple conversación acerca de la caja, ni de su carta... nada de nada.
Elías me enseña cómo debo hacer cada parte de la canción, no es que sea complicada, es que nunca he cantado nada parecido a esto, ni siquiera que coincidiera en lo más mínimo, y esa es mi dificultad, que no sé cómo debo interpretarla.
— Tienes que sacar tu carácter — Susurra, colocado frente a mí, con todo el piano separándonos — Mostrarte decidida, que puedes con todo. Lo haces normalmente, pero aquí tiene que verlo hasta el que no te esté mirando.
Estoy a punto de echarme a reír, me encantan ese tipo de comentarios de ánimo.
— No sé hacer eso — Le explico — Quiero decir, que no sé estar de mal humor, no es parte de mí.
Tuerce los labios, pensando en algo. Apoyada en mis manos observo cada detalle de su rostro, ese que me he perdido durante tantos meses. Era improbable no fijarme en él por fuera, pero es que conocerlo por dentro hace que sea imposible no haberme enamorado.
— ¿Por qué no le pides ayuda a Diana? — Pregunta al fin.
— ¿Diana? — Me extraña — ¿Por qué ella?
— Es tu amiga, te conoce mejor que nadie — Se encoge de hombros, pero yo sé que hay algo más, como porqué él no puede ayudarme con esto.
Mis amigos, entre todo el grupo del coro, entran a la clase, ni siquiera me había dado cuenta de la hora ni de que el timbre había sonado. Con Elías estas cosas, como perder el sentido y el rumbo, son lo más normal del mundo.
Puedo notar en las caras de Edgar y Diana que se extrañan al verme ahí, a solas con Elías a pesar de que no estemos ni cerca el uno de otro, sobre todo puedo ver el gesto de mi mejor amiga, que quiere saberlo todo. Otra cosa sí, pero fingir no es lo suyo.
Voy hacia ellos en cuanto se suben al escenario. Todo el mundo sabe lo que tiene que hacer sin que Elías explique nada. Es otra de las cosas que me gusta de sus clases, que no se parecen a todas las demás, se hacen amenas.
Aprovecho que Edgar va a hablar con Elías, supongo que algo de la canción, para aclarar dudas con Diana.
— Necesito tu ayuda — Le digo.
— Oh sí, claro — Pone los ojos en blanco — Primero quiero que me cuentes qué ha cambiado de un día para otro, porque, que yo sepa, ayer ni podías mirarle a los ojos — Señala a nuestro profesor con la barbilla.
— Prometo decirte todo, pero ahora no es el momento — Intento explicarle moviendo la mano en círculos, esto está lleno de gente — ¿Quieres ayudarme o no?
— ¡Qué remedio! — Bromea — A ver, ¿qué pasa?
Le explico por encima qué necesito de ella, o más bien, qué tengo que cambiar de mí para que esa canción suene distinta a las demás.
— Vale, déjame pensar — Se rasca la frente durante unos minutos — Creo que tienes que desmelenarte, sacar a la Julieta que llevas encerrada.
— No hay ninguna Julieta encerrada — La miro como si se hubiera vuelto loca — Yo soy yo, sin más.
— ¡Venga ya! — Suspira, mirando a ambos lados y bajando la voz — Tu lado... salvaje, por llamarlo de alguna manera — Intenta no echarse a reír, imagino que por las que caras que debo estar poniendo — Mira Juli, no es por nada, pero si te pones a cantar esta canción con la ternura propia en ti, no va a quedar bien.
Me temo que, sin hablar y sin ponerse de acuerdo en absoluto, tanto Elías como Diana piensan lo mismo. De hecho, yo desde un primer momento pensé que esa canción no me pegaba nada, pero entonces, ¿por qué la escoge Elías para nosotros?
Edgar vuelve alegre, han solucionado algo con lo que ha logrado que la canción le salga mucho mejor. Diana y él ensayan y yo mientras pienso en cómo sacar mi otro yo, aunque dudo que lo haya. Todo esto me sigue pareciendo insensato.
Elías se acerca para felicitar a mi amigo por su esfuerzo, aunque es algo normal, Edgar nunca defrauda. Después se dirige a mí, mirándome con sus ojos verdes que solo consiguen descolocarme.
— ¿Cómo llevas lo que hemos hablado? — Pregunta, con una ceja alzada.
— No lo sé... — Muerdo mi labio inferior siendo sincera, en más de media hora de clase sigo parada en el mismo sitio, sin hacer nada productivo.
Nos propone quedarnos después, a los dos. Algo en mí da saltos de alegría, va a ser verdad que tengo otra Julieta salvaje dentro, porque pierdo la cordura cuando Elías está cerca aunque por fuera me mantenga impasible.
Hay cinco personas más después, Elías nos divide en parejas para que cada uno trabaje por separado. Edgar sigue preocupado por la canción, cree que no seremos capaces de hacerla y en principio no se equivoca. Las voces están bien, pero parecemos dos estatuas quedándonos parados cuando el mismo ritmo de la melodía haría bailar a cualquiera.
— ¿Lo ves, Juli? — Pregunta Edgar cuando hemos terminado — Te dije que no funcionaría, es un desastre.
— Venga chicos, encontraremos alguna solución — Elías nos observa unos metros más allá, cruzado de brazos y con el semblante serio — No penséis que estáis aquí, con todo lleno de gente... no sé, pensad en el mejor momento que hayáis vivido nunca, cuando queríais saltar de alegría.
Edgar me mira con el ceño fruncido, hasta parece un poco confundido. Yo tendría varios momentos así, de esos que destilas felicidad, pero, curiosamente, todos y cada uno de ellos, tienen que ver con Elías.
— ¿Lo intentamos por última vez? — Pregunta, habiéndonos dado unos minutos, yo asiento, Edgar en cambio muestra una mueca extraña.
No sé el motivo, supongo que he despejado la mente y solo he pensado en eso, en disfrutar. Me siento mucho más desenvuelta en el escenario en esta última ocasión, el problema es que Edgar sigue ahí, rígido como un palo.
Cuando hemos terminado, compruebo que Elías se aclara la garganta, incómodo por algo que no termino de saber. Pero ahora consuelo a mi amigo.
— Seguiremos mañana — Le digo, abrazándole y enredando mis dedos en sus rizos — Y si no nos sale, cambiaremos.
Asiente, cabizbajo. Sigo con la idea de aprende a tocar la guitarra, se me ocurrió sin más pero ahora ha cobrado más fuerza, pienso que saber tocar más de un instrumento, aunque sea de la manera que yo lo hago, va a venirme bien. Aunque este no es el momento de pedirle a Edgar que me ayude.
Todos los demás salen del aula. Me quedo rezagada, dudando qué hacer mientras Elías permanece apoyado sobre el piano.
Sin saber si acercarme, o irme y seguir como hasta ahora estamos.
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Sigue brillando, Julieta. (Segunda parte #ESDJ)
RomanceSegunda parte El sueño de Julieta. En su último año en el orfanato, Julieta prepara todo para entrar en la escuela de música más importante del país, donde confía en triunfar y llegar a ser en un futuro una gran cantante. Pero no todo es eso, en su...