La mañana en la que se celebra el campeonato despierto cuando todavía no ha amanecido. Si que vamos a actuar le sumas que encima será aquí mismo, en el orfanato, los nervios se multiplican por tres. No me creo que en apenas unas horas todo esto vaya a estar repleto de gente de todo el país.
Lo único bueno de hoy es que no es nuestro turno, solo tenemos que ver a nuestros competidores y comprobar a quiénes debemos tener en cuenta a quiénes no.
Diana sigue durmiendo y ni se me pasa por la cabeza despertarla, aunque sí hay algo de movimiento en las cuchas y en el comedor, donde la gente animada charla sin parar sobre lo qué pasará. Nunca habíamos tenido tantas visitas, y menos de golpe.
— Habéis madrugado — Les digo a Edgar y Fabio cuando me siento en la mesa junto a ellos.
— Este no ha dormido — Señala Fabio a mi amigo — Ni me ha dejado dormir a mí. Está histérico con la maldita canción que tenéis que cantar y... bailar — Esconde una sonrisa burlona.
— No tienes por qué estarlo — Intento tranquilizarle — Ya lo hicimos en las pruebas.
— En las pruebas estaban viéndonos veinte personas, mañana serán muchísimas más — Murmura, ni siquiera ha bebido un trago de su tazón de leche.
— Va a salir bien — Apoyo la cabeza en su hombro — Te lo prometo.
Elías cruza la puerta del comedor, tiene la misma pinta de no haber dormido que todos nosotros, aunque con una diferencia abismal, el sueño no afecta en absoluto a su aspecto. Está tan guapo como cada día.
— Oye, ¿habéis visto algo raro en él últimamente? — Susurro, ya que pasa cerca de nosotros.
— ¿A qué te refieres con raro? — Fabio se acerca un poco más, bajando también la voz. Edgar está mientras tanto en su mundo.
— Desde hace un par de semanas se comporta de forma extraña — Sacudo la cabeza, hay momentos en los que me parece que desvarío — Da igual, no me hagáis caso, serán imaginaciones mías.
Ambos me miran, como si hubiera algo que no quisiera contarles, aunque lo cierto es que lo que sucede con Elías no lo sé ni yo. Nuestra situación actual se parece mucho a la del año pasado, sin embargo y al mismo tiempo, él hace cosas que no vienen a cuento.
Decido despejarme de todo eso ahora, es lo mejor si quiero llegar concentrada al campeonato. Tenemos que cantar dos canciones cada uno y el dueto no está, que digamos, del todo perfecto. Edgar sigue teniendo dudas y es incapaz de disiparlas.
— Oye, podemos ir a ensayar si quieres — Le digo, cogiéndole la mano.
Pero va a ser imposible, porque de repente escuchamos muchas voces juntas. Todo el que está en el comedor se vuelve a mirar a la puerta, que es de donde proceden.
— Vaya, algún grupo ha debido adelantarse — Murmura Lola, mirando su reloj y yendo hacia el sitio.
Los demás nos levantamos para ir tras ella, sí, la curiosidad puede con nosotros. Además, así no es ella sola la que recibe al grupo. Nos quedamos a la sombra mientras con sonrisas y gestos afectivos la directora va saludando a uno tras otro. Después dice algo de enseñarles el orfanato, no me entero muy bien debido al tumulto que hay.
Durante el resto del día, todo es así. A las cuatro de la tarde, hora acordada, llegan los nueve grupos restantes, a los que se les hace un recibimiento como es debido, con todos los integrantes del orfanato ya despiertos, espabilados y deseando que empiece el campeonato.
Esto no es un hotel lujoso, ni nada que se le parezca en absoluto, pero eso no nos impide disfrutar de cada actuación, aunque sea apretujados en la sala de ensayo y sala de juegos. A los que veo son a Irene y Mario, aunque, cuando voy a acercarme a ellos, me rechazan el saludo.
Su coro es bueno, además de ellos dos como cantantes, tienen a un par que sobresale. Es de los mejores grupos que vemos hoy.
— Tenemos que tener cuidado con ellos — Estoy de pie, apoyada en la pared de la sala de ensayo, cuando Elías se acerca a mí — Creo que destacan sobre los otros nueve.
— No hagas el papel de analista — Lo miro con una sonrisa — ¿Estás más tranquilo que anoche? — Pregunto, sin quitarme de la cabeza su forma de actuar de un tiempo a esta parte.
— Tú consigues que esté tranquilo — Me mira, echando el aire por la nariz y poniéndose serio — Quiero hablar contigo esta noche.
— ¿Aquí? — Pregunto, frunciendo el ceño — Me temo que no va a ser posible encontrar un lugar que no esté ocupado.
— Déjame a mí esa parte — Observa ambos lados para comprobar que la gente de nuestro alrededor esté pendiente del escenario y no de nuestra conversación. — Te veo en la parte trasera del orfanato a las once.
Asiento, tragando saliva. Debe ser importante por cómo lo dice, pero sobre todo porque tenga que ser esta misma noche, como si lo que fuera que tiene que decirme no pudiera esperar. Si antes tenía mil pensamientos, ahora va a ser imposible que me quepa ni uno más.
Elías se aleja, yendo hacia otro lado, y unos segundos después tengo encima de mí a Diana, cual amiga curiosa y por qué no decirlo, muy cotilla.
— ¿Qué estaba diciéndote? — Pregunta, con los ojos muy abiertos.
— Que el grupo de Mario e Irene es bueno — Pongo un tono de voz que aparente pereza, como si no fuera nada interesante.
— Ah, vaya — Parece decepcionada — Solo quedan dos y acabamos por hoy, estoy cansada y eso que no nos ha tocado.
— Mañana será un buen día, Diana — Rodeo su cuello con mis brazos, sintiéndome feliz — Estoy segura de ello.
***
Y sí, a las once de la noche sigo estando segura de que mañana será más especial que nunca, pero más de que esta noche puede ser mágica, o un completo desastre.
Espero a Elías escondida, recuerdo que por esta parte escondí la carta, ¿qué habrá sido de ella? Imagino que ya no existe, que la lluvia la habrá destrozado o el viento se la habrá llevado, no va a estar después de cuatro meses en el mismo sitio, sería un poco raro.
— Has venido — Elías está aquí, mira por encima del hombro — Venga, vamos antes de que alguien pueda vernos.
— Pero Elías — Me detengo, me tiene agarrada de la muñeca y me llevaba tras él — Dime algo. Hace días que te encuentro extraño, de repente quieres hablar conmigo y llego aquí y me quieres arrastrar a algún sitio escondido, ¿puedo preguntar qué pasa?
— Pasan muchas cosas — Suspira pesadamente — Y no quería mostrarte todo tan rápido, tan de repente, pero... así ha sido.
Lo sigo de nuevo, aunque no a paso tan rápido como antes. Llegamos hasta una alambrera, nunca había pasado de los árboles así que me sorprende ver algo así, supongo que para limitarnos salir de aquí. Ahora es Elías el que se queda parado.
— Descubrí tu carta, Julieta — Cierra los ojos, arrastrando sus palabras.
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Sigue brillando, Julieta. (Segunda parte #ESDJ)
RomanceSegunda parte El sueño de Julieta. En su último año en el orfanato, Julieta prepara todo para entrar en la escuela de música más importante del país, donde confía en triunfar y llegar a ser en un futuro una gran cantante. Pero no todo es eso, en su...