NARRA ELÍAS
Esa mañana de miércoles salgo temprano del orfanato. Mientras conduzco a la ciudad, memorizo sin parar la conversación que tuve ayer mismo con Lola, la que interrumpió mi clase de música. Lo pasaba bien junto a Julieta y sus amigos cuando apareció en la puerta llamando mi atención, me disculpé con ellos para acudir.
— ¿Ha pasado algo? — Pregunto, negándome a que haya descubierto nada.
— Más o menos — Tuerce el gesto, eso es mala señal — Ayer tras buscar información sobre el acceso a la escuela de música, tuve que hacer una llamada — Me explica lentamente — No había ningún alumno de este orfanato en la pre lista de selección ni estaban dispuestos a que lo hubiera.
— ¿Cómo? — Es algo estúpido — Eso no puede ser, Lola.
— Lo sé, Elías, es completamente ilógico — Sacude la mano — Julieta debería ser la primera en esa lista, con ese motivo hice la llamada a Juan Gutiérrez, supongo que lo recuerdas — Asiento, cómo no recordar al director que limitó mis opciones y quiere hacer lo mismo con Julieta — No funcionó, sigue en sus trece. Opina que no cumplen los requisitos.
Siento rabia, aprieto la mandíbula deseando tenerlo frente a mí, es entonces cuando se me ocurre la idea.
— Necesito unos días de permiso fuera del orfanato para solucionar esto, Lola.
No me pide explicaciones, simplemente acepta. Sabe lo que quiero hacer, y es ir directamente a hablar con ese impresentable. Pero no solo haré eso, así sería demasiado fácil para él decirme que no y creer que lleva razón. Prepararé las pruebas suficientes para demostrarle que no hay alumna más eficiente que Julieta para estar en su dichosa escuela de música.
Intento aparentar normalidad cuando le comunico a Julieta que debo irme unos días. Primero tengo que encontrar a ese hombre, seguramente esté en la ciudad, después hacer que hable conmigo y más tarde, enseñarle lo que se pierde si no la acepta. Va a llevarme unos días, pero enseguida estaré aquí para seguir disfrutando de ella, porque lo que es enseñarle, ya lo veo difícil.
Decido pasar primero por el orfanato donde es director, quizá lo encuentre ahí y me ahorre todo tipo de viajes, pero no. Sí veo a Mario e Irene que, supongo que por el rencor, ni siquiera se dignan a mirarme.
Así que con las ideas claras voy hasta la ciudad donde se encuentra la escuela de música, esa con la que he soñado tantas veces y ahora solo vengo como profesor de una alumna. Lo primero que hago es buscar la sala de recepción.
Es uno de esos edificios que da igual cuántas veces lo veas, siempre te parece un poquito mejor que la anterior. No es que sea muy alto, pero desde la puerta casi es imposible ver los extremos por todo el espacio que abarca. Con las paredes pintadas de color beige y con algunos tramos rojos, las miles de ventanas de color blanco y también con sus dos banderas ondeando cerca de la puerta. Tal y como lo recordaba. Me introduzco por la puerta principal sin dejar de mirarlo todo hasta llegar a recepción, por suerte o por desgracia, ya me conozco este sitio.
— Buenos días — Saludo a la chica que hay tras la mesa — ¿Se encuentra aquí Juan Gutiérrez? Necesitaría hablar con él.
— ¿Lo espera? — Pregunta, levantando la vista de unas hojas.
— No, es una visita inesperada — Digo, aunque me temo que eso no es bueno.
— Entonces deberá volver mañana a primera hora, es cuando él suele estar por aquí.
Le doy las gracias despidiéndome, pero antes de salir del enorme edificio, me dedico a ver todo lo que hay. Creo que a simple vista es más grande que la universidad donde estudié en su día. Pasillos con suelo y paredes blancas, salas insonorizadas donde veo a alumnos cantar y tocar, varias salas de box, otras con pianos de cola enormes, alguna que otra aula normal con mesas y sillas donde se impartirán clases tutoriales... esto era mi sueño y, si no pude cumplirlo, me hará igual de feliz que Julieta pueda.
Esa noche cojo una habitación en el primer motel que veo, lo más cerca posible para no perder la oportunidad de hablar con él mañana mismo, no quiero tardar demasiado en volver. Salgo a cenar a un local de al lado, no tiene muy buena pinta pero tampoco necesito un restaurante de lujo para mí solo.
— ¿Elías? — Escucho una voz conocida a mi espalda cuando voy caminando hacia dicho sitio — ¿Eres tú?
Al darme la vuelta veo a la persona que por nada del mundo quisiera haberme encontrado, ¿cuántas posibilidades hay de encontrarte a tu ex en una ciudad así? ¿Una entre un millón?
— Hola Sonia — Saludo con las manos metidas en los bolsillos, ni siquiera hago el amago de darle los dos típicos besos de cordialidad — ¿Qué tal?
— Trabajando, como siempre — Ladea la cabeza — ¿Qué haces en la ciudad? — Pregunta, después me observa de arriba abajo — Has cambiado mucho en todo este tiempo sin vernos.
— Tú también — Asiento, se ha cortado el pelo, pero, por lo demás, imagino que seguirá igual — Tengo que irme, mañana debo hacer unos trámites a primera hora — Intento disculparme cuanto antes.
— ¿Te parece que tomemos algo? Iba a cenar antes de irme para casa — Muevo la cabeza a ambos lados, decidido. No me gustaría compartir tiempo con ella — Somos dos personas maduras, ¿no te parece que tenemos una conversación pendiente? — Insiste y, como soy tonto y no sé decir que no, al final accedo.
Los planes de cena no han cambiado, vamos al mismo sitio que tenía pensado. La incomodidad y la tensión reinan allá donde estemos, no sé qué decirle, por lo que bebo lo que he pedido simplemente por hacer algo.
— ¿Qué ha sido de ti estos meses? — Me pregunta ella, creo que mucho más receptiva a charlar que yo.
— Todo sigue igual — Me encojo de hombros — El orfanato, las clases... no deben cambiar las cosas que están bien, solo las que no funcionan.
— Veo que no has olvidado nuestra ruptura... — Murmura entrecerrando los ojos.
— Oh, Sonia, créeme — Estoy a punto de echarme a reír, aunque no lo hago por respeto — Nuestra relación forma parte del pasado, pero sí es cierto que nadie se merece lo que hiciste, aunque repito, está olvidado.
— Necesitaba atención, apoyo... y tú nunca estabas — Parece hablar desde el rencor — No estaba planeado, simplemente surgió.
— No quiero que me des explicaciones, de verdad — Sonrío, asintiendo — Lo nuestro tuvo que acabar mucho antes de que sucediera eso, tienes razón, llegó un momento que no podía darte lo que necesitabas.
Seguimos charlando, dejando cosas atrás, y sí, es cierto que era algo que debíamos haber hablado mucho antes. No tengo rencor hacia ella, nada que ver y todo lo contrario, pues gracias a nuestra ruptura pude saber que estaba enamorado de verdad, pude conocer a Julieta.
— Has conocido a alguien — Suelta de camino a su antigua casa, donde la acompaño — Puedo notarlo.
— Así es — Asiento, es estúpido negar lo evidente — ¿Y tú? — Ella niega con la cabeza.
— Es complicado con mi trabajo — Dice, deteniéndose — Entonces no funcionará si te pido que subas a casa, ¿verdad?
— No, Sonia — Arrugo la nariz — Me equivoqué una vez, pero ahora sé quién es la persona que debe estar en mi vida, y no voy a perderla por nada del mundo.
Resignada accede, nos despedimos. No sé qué demonios pretendía después de tantos meses separados, pero desde luego no era lo mismo que yo tenía pensado. Hago esto por Julieta.
Vuelvo al motel donde pasaré la noche, aunque sí es cierto que no creo que pueda dormir demasiado. Tengo que ultimar algunas cosas para el encuentro de mañana que, espero que se produzca. Sobre todo, tengo que terminar algunos detalles para que Juan Gutiérrez no pueda negarse a que Julieta sea la alumna que debe formar parte de su escuela de música.
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¡¡Hoola!!
Espero que os esté gustando esta segunda parte.
¡Muchas gracias por las 1.500 lecturas!
Ya sabéis, ¡¡os leo siempre!!
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Sigue brillando, Julieta. (Segunda parte #ESDJ)
RomanceSegunda parte El sueño de Julieta. En su último año en el orfanato, Julieta prepara todo para entrar en la escuela de música más importante del país, donde confía en triunfar y llegar a ser en un futuro una gran cantante. Pero no todo es eso, en su...