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NARRA ELÍAS

Sabía que sería difícil decirle a Julieta lo que pasa, no pensé que tanto. Soy incapaz de articular una palabra tras otra y no hago nada más que dar rodeos que no llegan a ninguna parte. Al final me pongo serio, cuando antes mejor, ella lo entenderá.

— Verás, Julieta... — Tan solo me tomo unos segundos más, después voy soltándolo todo — Me fui del orfanato con una simple idea en la cabeza que llevar a cabo: que entraras a la escuela de música una vez que haya terminado el año — Asiente, hasta ahí todo bien — Supongo que recuerdas a Juan Gutiérrez, ya te dije que él es el que admite o no a los estudiantes que entran en dicha escuela. Lo busqué durante días, pero por unos motivos o por otros, nunca conseguí hablar con él, hasta hace un par de semanas.

— Pero Elías — No quiere interrumpirme pero la noto ansiosa, aunque no me extraña en absoluto — Solo tenías que esperar al próximo campeonato para encontrarte con Juan Gutiérrez.

— No es tan fácil — Arrugo la nariz, evitando decirle que no pude evitar ir a buscarlo porque ella no estaba en la lista de pre selección — El caso es que conseguí hablar con él, y al fin admitió tu talento, lo vio — Sonríe — Aunque lo hacía desde el principio, solo le costó un poco más que a cualquiera. — El caso es que... tienes plaza el año que viene, Julieta. Estudiarás en esa escuela de música.

Se le abren mucho los ojos de ilusión, su mirada oscura me llega al alma, sobre todo porque solo le he contado la parte buena, he sido cobarde una vez más, pero era imposible empezar por lo malo. Me abraza, apretándome contra ella, pero tras unos instantes la separo.

— Hay algo más — Murmuro, casi sin voz. — Sabes que te conozco mejor que nadie, que siempre nos hemos entendido bien, ¿verdad? — Asiente lentamente, con dudas — Ellos han visto eso, han visto que nos complementamos bien y por eso me han pedido que trabaje ahí, en la escuela de música.

— Eso es bueno, ¿no? — Pregunta, ladeando la cabeza — El año que viene seguiremos juntos, no cambiaran demasiado las cosas, solo el lugar donde estaremos.

— Si — Muevo la cabeza arriba y abajo — El año que viene podremos seguir juntos, pero en cuanto acabe esta ronda del campeonato debo volver a la escuela de música.

— Y... ¿no estarás en el orfanato? — Sus ojos pierden ahora el brillo, pero está intentando analizarlo todo y la comprendo, son demasiadas cosas.

— No — Contesto rotundo — Trabajaré allí, estaré esperándote. Esa es la noticia menos buena, Julieta. Que tenemos que estar separados de nuevo, pero tan solo unos meses, hasta que tú estudies allí.

Le dejo pensar, tomarse su tiempo y digerir poco a poco el cambio. No se lo ha tomado tan mal como creía, pero tampoco ha dado saltos de alegría como me hubiera gustado que pasara al saber que era nueva alumna de la escuela de sus sueños, supongo que la otra parte ha eclipsado esa.

Entiendo que tiene que hablar con sus amigos, contarle las cosas a alguien que la escuche y sepa aconsejarla, yo soy el principal indicado y no creo saber decirle lo que debo ahora mismo, puesto que yo he tenido más tiempo de asumirlo que ella.

***

En la cena todos los profesores me reciben con orgullo y por supuesto, puestos al día por Lola de cada novedad, me felicitan por lo que puede llamarse ascenso en mi trabajo aunque yo mismo sé que, si no hubiera sido por Julieta, jamás hubiera accedido a un cambio tan drástico, aunque mirándolo por otro lado, voy a enseñar a los mejores chicos del país.

El comedor está tan espectacular como cada noche buena que he vivido aquí, con luces y adornos por todos lados y claro, con comida digna de repetir hasta que no te puedas ni levantar de la mesa por tus propios medios. El ambiente, como siempre, es increíble, los alumnos se divierten, ríen sin parar, y los profesores y personal del orfanato, más de lo mismo, cosa que podría resumirse en una simple palabra: felicidad.

Miro con cierta melancolía todo eso. Sabiendo que quizá sea la última navidad que viva entre estas cuatro paredes pero sonriendo al mismo tiempo pensando en que si cambian las cosas, solo será para traer algunas mejores.

— Echarás de menos esto, ¿no es así? — Lola me mira desde el otro lado, achinando los ojos.

— Ya lo hago y apenas he pasado unas semanas fuera — Admito, en medio de un suspiro — Pero creo que he tomado la decisión correcta.

Asiente, ella también lo cree y hubiera hecho algo así o incluso más si de un alumno se trata. Lola es la que me ha enseñado a cuidar de ellos durante tantos años, a protegerlos tanto como ella hizo conmigo cuando estudié aquí, logrando que hiciera algo bueno de mi vida, yo solo puedo intentar que Julieta consiga lo mismo.

Cuando terminamos de cenar, suenan villancicos mientras las mesas van siendo despejadas de comida, bebida y demás, dejando paso a una sala con espacio para divertirse, es la hora de disfrutar un poco de las navidades.

Observo a Julieta junto a sus amigos, está alegre, aunque no tanto como me gustaría. Le noto algo distraída y sé que no ha sido buena idea contarle todo tan rápido, tan de repente, aunque... no podía mirarle a los ojos y mentirle cuando me ha preguntado.

Una media hora después y cuando el tema cambia de villancicos a canciones de moda, más recientes, los profesores y demás personal comienzan a irse a sus habitaciones, incluso algunos alumnos también lo hacen, aunque la mayoría permanece en la sala. Yo, aprovechando el momento me acerco a Julieta.

— ¿Le concedes un baile a tu profesor? — Abro mucho los ojos, ofreciéndole mi mano. Ella se muerde el labio inferior mirando a ambos lados — Venga, es navidad, nadie va a estar mirándonos, y si lo hacen...

— Está bien — Accede al fin, sin dejarme terminar la frase.

La guío de la mano, hasta llegar a un sitio un poco más apartado aunque a los ojos de los demás. Justo acaba una canción para dar paso a otra mucho más lenta, es Love me like you do y ambos damos por hecho que debe ser el destino así que me encojo de hombros mientras ella esconde una sonrisa y coge mi otra mano.

Pego su cuerpo con el mío y rodeo su cintura con mis brazos mientras ella apoya su frente en mi pecho y yo meto mi cabeza entre el hueco de su pelo y su hombro, y sé que seguimos en el mismo sitio de hace apenas dos minutos, pero me da igual porque en unos días no seré su profesor y porque estoy cansado de esconder cada día lo que siento. 

Sigue brillando, Julieta. (Segunda parte #ESDJ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora