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Me levanto del asiento y bajo del coche dejando a Juan con la palabra en la boca, no quiero ni puedo seguir escuchándolo, no si quiero seguir actuando como debo.

Entro en la escuela de música rápidamente, como si de verdad pudiera huir en un sitio como este. Da igual, sé lo que necesito ahora mismo: a Elías. Simplemente quiero que me dé un abrazo, uno de esos que parece que lo curan todo.

Me cuesta encontrarle, eso solo quiere decir que debe estar en alguna clase, doy vueltas por todos lados hasta que doy con él. Me quedo en el pasillo, mirando hacia el interior, donde unos treinta alumnos escuchan mientras él mueve las manos hablando y hablando, a pesar de la situación me sale una sonrisa, me encanta verlo así, haciendo lo que más le gusta... no puedo equivocarme y afectarle.

Dice algo más a sus alumnos, después se encamina a la puerta y llega hasta mí, con una expresión que no sé cómo interpretar.

— Te he estado buscando por todos lados — Dice, soltando todo el aire, como aliviado — Estaba preocupado Julieta, ¿dónde estabas?

— Es una larga historia — Muevo la cabeza a ambos lados, no puedo contarle lo que ha pasado porque sé exactamente qué haría, ir directamente al despacho de Juan y cargarse todo su futuro — Hablaremos después.

— Pero si has venido hasta aquí es por algo — Frunce el ceño, me conoce demasiado bien — Puedes contarme cualquier cosa, lo sabes.

— Lo sé — Intento sonreír — Solo quería que supieras que ya estoy aquí, que todo está bien así que voy a clase.

— Julieta... — Pone una mano en mi hombro, pero doy un paso atrás.

— Te veo después, Elías.

Me despido con la mano, sé que no puede dejar su clase a medias y lo agradezco ahora mismo, no quiero que me siga porque terminaré diciéndole todo. Es la primera vez que le oculto algo, pero es solo por su bien.

No voy a clase, ¿cómo podría hacerlo con todo lo que tengo en la cabeza? Seguro que no soy capaz de concentrarme. Voy hacia recepción, más bien hacia el teléfono que allí tenemos, necesito hablar con alguien y si no es Elías, tengo claro quién es la persona ideal en estos momentos.

Marco su número, me lo sé de memoria.

— ¿Edgar? — Pregunto, descuelga pero todavía no me contesta.

— Dame un segundo — Dice — Estaba en clase, deja que salga.

Espero en silencio un par de minutos, sabe que si le llamo a estas horas es porque ha sucedido algo, normalmente hablamos por las tardes, cuando ambos estamos libres.

— ¿Qué ocurre, Julieta? — Pregunta por fin.

— Siento haberte llamado en tal mal momento — Susurro, mordiéndome el labio inferior — Pero tenía que hablar contigo.

— Tranquila, solo dime qué pasa — Habla, tan paciente como siempre ha sido. Creo que en poco tiempo ha madurado más todavía, ojalá y nada hubiera cambiado, que siguiéramos juntos cantando en el orfanato.

A él sí le cuento todo, absolutamente todo lo que ha pasado desde que llegamos aquí. Le explico lo del disco, de la carta, me da la enhorabuena pero se queda sorprendido por todo lo demás. Lo de esta mañana ha sido totalmente desconcertante, lo mismo siente Edgar.

— Aquí hay gato encerrado, Julieta — Dice, serio — A ese hombre no le importas nada, ¿entiendes? Solo quiere sacar partido a tu costa, tienes que hablar con Elías.

— Es una locura, Edgar — Respiro hondo, no quiero hundirme — Él dejó el orfanato por mí, por venir aquí conmigo, no puedo volver a cambiarle los planes. Si le cuento todo esto irá a por Juan, se meterá en un lío...

— Elías es mayorcito, al igual que tú — Me interrumpe — No puedes dejar tu futuro en manos de ese Juan, ni por ti misma ni por él, Elías no querría eso para ti después de que hayáis luchado para estar ahí, para estar juntos.

Sabía que Edgar era la persona idónea en estos momentos. Siempre ha conseguido comprenderme, al igual que yo a él. Desde el principio nos une una línea de amistad diferente a todas las demás. Con Diana puedo hablar de cualquier cosa, pero su fuerte carácter hace que tome decisiones sin pensarlas, sin embargo Edgar piensa antes de actuar, justo lo que ahora debo hacer. Igualmente, también quiero hablar con mi amiga después.

— Oye Edgar, una última cosa — Cambio de tema, es mejor que no siga dándole vueltas a esto al menos de momento — ¿Qué planes tienes para navidad?

Como esperaba y deseaba, no tenía nada pensado en especial, lo bueno es que ahora me cuenta que ha conocido a alguien, una chica de su clase. Quiero que nos reunamos todos y le cuento el plan de Elías: ir a orfanato y pasarlas allí. Le hace ilusión y me dice que lo hablará con esa chica para que lo acompañe.

Nos despedimos una media hora después, menos mal que la gente está en clase y nadie me ha interrumpido, normalmente tan solo tenemos unos minutos al día para hacer llamadas.

Estoy mucho más tranquila después de mi conversación con Edgar, pero la duda sigue ahí, ¿qué debo hacer ahora? Solo hay dos opciones: o bien dar mi brazo a torcer y hacer todo lo que dice Juan aunque no me convenza en absoluto y no sé qué va a deparar en mi vida o bien hablar con Elías, contarle todo y ver qué opina él.

Sé de sobra qué es lo mejor para mí, la segunda opción, pero también soy consciente de que esa opción afectará a Elías, porque todo cambiará de nuevo y en muy poco tiempo.

¿Por qué algunas veces las cosas son tan complicadas? Yo simplemente quería estudiar, seguir aprendiendo e ir creciendo en este mundo, quizá cantar algún día, pero todo se ha descolocado en mi vida a partir de esa carta, y eso que ni he aceptado ni he declinado la oferta.

De repente estoy cansada, no físicamente pero sí siento que la cabeza me va a explotar, necesito tumbarme, dormir durante unas horas y levantarme totalmente despejada, al menos para así saber si puedo tomar la mejor decisión. 

Sigue brillando, Julieta. (Segunda parte #ESDJ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora