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NARRA ELÍAS.

Llevo ni más ni menos que una semana entera aquí, y siento que cada vez pierdo más el tiempo.

Un día para otro, Juan Gutiérrez no me recibe. Siempre hay una buena excusa o una reunión imprevista que hace que falte a nuestra cita. Sabe que estoy en la ciudad, y que quiero hablar con él, pero dado el tiempo que llevo esperando, lo único que me temo es que esté evitándome. Pero no voy a rendirme.

Esperaba estar de vuelta en apenas un par de días y comenzar a preparar la próxima fase del campeonato, pero al ver que no era posible, le envié a Lola toda la información necesaria. La canción de Julieta estaba más que pensada y con el dueto que le he dado junto a Edgar quiero decirle que seguiré ahí, que a pesar de nuestra situación, de escondernos, siempre vamos a ser nosotros. Es la única manera que he podido encontrar de comunicarme con ella.

Sería más fácil volver y ya está, intentar contactar con ese hombre de cualquier otra manera, pero sé que no serviría de nada, he ido conociéndolo durante años y sé que la mejor forma es como lo estoy haciendo.

Esa mañana, como todas las anteriores, me presento en la escuela de música a primera hora de la mañana preguntando por él, y por supuesto, recibo la misma respuesta de la chica de recepción. Creo que hasta ella está empezando a sentir pena por el tipo que aparece cada día y se va de la misma manera, con las manos vacías.

— ¿No está en su despacho? — Insisto cuando me dice que no puede recibirme.

— No estoy autorizada a dar esa información — Se muerde el labio inferior con inquietud, así sé que la repuesta es afirmativa.

— Está bien — Asiento, y ella me mira fijamente, como queriéndome decir que sí, que lo haga, que no espere más.

Doy media vuelta, pero no para largarme de ese sitio, si no para buscar el despacho de ese impresentable. Creo saber dónde está, así que me dirijo hasta ahí sin perder un segundo.

En cuanto veo la puerta del despacho, respiro hondo y pienso un segundo en lo que voy a hacer, no creo que vaya a salir muy favorecido después de esto, pero tengo la idea fija en la cabeza así que irrumpo en el despacho sin llamar, sobresaltando a Juan, que por supuesto está en su despacho, y no parece que trabajando, más bien tirado en un cómodo sofá.

— Pero... — Tarda un rato en reaccionar, hasta que por fin se levanta — ¿Qué demonios haces tú aquí?

— ¿No me esperabas? — Me tranquilizo al instante, como si no hubiera pasado nada, cierro la puerta a mi espalda — Llevo varios días intentando hablar contigo.

— Lo sé, y estoy tan ocupado como te decía — Se aclara la garganta cuando lo miro apretando la mandíbula — Lo siento, deberemos reunirnos más adelante.

Por su postura, parece estar invitándome a salir, ¿en serio? Estoy a punto de echarme a reír, no solo me lleva ignorando una semana si no que ahora no es capaz de escucharme.

— Me temo que no voy a esperar más — Me cruzo de brazos, el se repeina el poco pelo que le queda, echándoselo hacia atrás y sentándose tras su enorme mesa del despacho — Y ahora sí, vas a escuchar lo que quiero decirte.

Se mantiene callado, y no sé cómo va a continuar esto, pero sin que me lo haya pedido, me siento frente a él, mirándole a los ojos.

— Me gustaría saber por qué mi alumna, Julieta, no está en tu lista de preselección para la admisión a la escuela el año que viene — Digo lentamente.

— Sencillo — Chasquea la lengua — La he seguido durante estos últimos meses y sí, es buena, pero no cumple todos los requisitos que necesitamos en un sitio como este, aquí no entra el que canta bien, si no los mejores.

— ¡Ella lo es! — Vale, admito que se me ha agotado la paciencia — Y lo sabes, Juan. La has visto.

— Por eso mismo — Frunce los labios en una línea recta — Se deja llevar demasiado sobre el escenario, por lo que ocurre fuera de él. Solo quiero alumnos aplicados e implicados al cien por cien.

— Es porque no estudia en tu orfanato, ¿no es cierto? — Me levanto, haciendo ruido con la silla de madera al llevarla hacia atrás — Igual que pasó conmigo. No accedimos a lo que tú querías y por eso...

Pero un teléfono colocado en un extremo de la mesa suena, interrumpiendo nuestra conversación. Juan no tarda en atenderlo, dejándome con la palabra en la boca. Me mantengo a la espera unos diez minutos pero la conversación que nada tiene que ver con su trabajo, se alarga demasiado.

Al final, más enfadado de lo que nunca recuerdo haber estado, saco lo que tenía preparado desde orfanato del bolsillo de atrás de mis pantalones vaqueros: un disco completo que recopila todas o casi todas las canciones que ha cantado Julieta durante este año y el anterior.

La caja plastificada que cubre el disco, pega un fuerte golpe en la mesa, después soy yo el que, con un portazo, sale del despacho, sabiendo que quizá me he equivocado en las formas, que puede que de nada haya servido estar aquí días y una vez que consigo hablar con él, hacer lo que he hecho, perder los papeles.

Salgo a paso rápido, sin mirar atrás, pero una voz me hace darme la vuelta.

— ¿Has conseguido lo que querías? — Por sorpresa, la recepcionista está interesada en mi tema, y no me extraña. Le habrá picado la curiosidad al verme ahí cada día.

— Más o menos — Me encojo de hombros — Eh... gracias.

Mueve la cabeza a ambos lados, no ha hecho nada y lo sabemos ambos, pero solo que haya preguntado en un consuelo, algo que me dice que si esto no funciona, al menos no es por no haberlo intentado.

Me dirijo ahora al motel para recoger las pocas cosas que he traído y volver al orfanato lo antes posible, diviso por encima del hombro antes de salir para comprobar que no me dejo nada olvidado, aunque lo único que tenía que dejar aquí era el disco y está más que hecho.

Una vez todo recogido y con la pequeña bolsa cargada al hombro, cierro la puerta de lo que ha sido mi habitación esta última semana y bajo para salir de este sitio, para salir de la ciudad en general.

— Perdone, ¿es usted Elías? — Al escuchar mi nombre, miro hacia la dirección donde un chico tiene descolgado el teléfono. Esta vez es la recepción del motel. Asiento enseguida, acercándome a él — Tiene una llamada, parece importante.

Sigue brillando, Julieta. (Segunda parte #ESDJ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora