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Me levanto media hora antes de lo normal, aunque apenas he dormido esta noche. No paraba de dar vueltas pensando en qué querrá decirme Juan. Estoy segura de que es acerca del disco... lo que no entiendo es su repentino interés. Menos mal que Elías va a estar a mi lado, protegiéndome y apoyándome.

Observo a mi compañera de habitación dormir y sonrío pensando en Diana, ¿seguirá igual de perezosa? Quizá más. Hace no mucho hablé con ella, aunque todo contacto debe ser con el teléfono de la residencia y tenemos un tiempo determinado. Todavía no he podido comprarme un móvil... he pensado en buscarme un trabajo por las tardes o algo parecido, al menos para poder empezar a valerme por mí misma.

Me ducho en completo silencio, y no es porque lo haya, nada que ver. Aquí siempre hay gente, ya sea en las duchas o en los pasillos, pero igualmente no suelo entablar conversación con nadie, lo intenté al principio pero la gente no parece estar muy receptiva.

Salgo a la calle para llegar a la escuela y dirigirme de nuevo al despacho de Juan, pero me sorprendo al encontrármelo en la puerta.

— Buenos días, Julieta — Se mete las manos en los bolsillos del pantalón de su traje — Me alegro que hayas sido puntual, nos esperan a primera hora.

— ¿Nos esperan? — Me quedo parada, fijándome que un coche de color negro se detiene a nuestro lado y quien parece que es el chófer nos abre la puerta trasera. — ¿Dónde se supone que vamos?

— A un sitio que te gustará — Sonríe, pero no me creo esa sonrisa forzada — ¿Vamos?

— Prefiero esperar a Elías — Le digo, cruzándome de brazos — Dijo que vendría.

— El trabajo de Elías es impartir clases, no acompañar a una alumna — Monta en el coche, desde dentro vuelve a sacar la cabeza — Además, estás con el director de la escuela, Julieta, ¿crees que podría suceder algo malo?

— No creo que sea buena idea que responda — Contengo el enfado, no me muevo de donde estoy — Creo que mejor iré a clase, no queda mucho para empezar.

— Ya veo, Julieta — Alza ambas cejas, la expresión de su cara hace que me dé un escalofrío — Quieres perjudicarte, ¿no es así? Y además, quieres arrastrar a Elías contigo.

Abro la boca, pero vuelvo a cerrarla sin poder decir una palabra. Miro a lo lejos, no sé porqué no ha llegado todavía, imagino que porque me he adelantado al menos veinte minutos. Me siento desprotegida y temo que cualquier error que cometa repercuta en él, o en su trabajo.

— De acuerdo — Termino diciendo, acompañándolo en la parte de atrás.

Quizá crea que se ha salido con la suya, al menos lo intuyo por esa sonrisa de satisfacción. Sin embargo prefiero quedarme callada, iré donde sea que me lleve y volveré aquí, a la escuela para seguir con mi vida junto a Elías. Espero que no se enfade conmigo, no podía hacer otra cosa. Tengo que empezar a tomar decisiones por mí misma y todavía no estoy preparada para eso.

Tardamos cerca de diez minutos en llegar, no está tan lejos. El edificio donde ahora nos dirigimos es grande, pero voy mirando mis pies, que caminan sin saber el lugar. Sigo a Juan, que se conoce este sitio como si fuera suyo y de hecho, seguro que es así. Llegamos a una pequeña sala, con una mesa rectangular en el centro y sillas a todo su alrededor.

— Toma asiento — Me ordena Juan, después de lanzarle mi mayor mirada de odio lo hago. Me deja sola y miro a todos lados, ya podría haber un teléfono para llamar a Elías y decirle donde estoy, pedirle que venga a por mí y me saque de aquí.

Pero no es él que acude, si no Juan, claro, acompañado de dos hombres y una mujer. Los cuatro se sientan a mi alrededor, no sé qué está pasando pero me siento acorralada.

— Esta es Julieta, os hablé de ella — Aprieto la mandíbula mientras Juan me presenta — Como también os comenté, creo que puede encajar en lo que buscamos.

— ¿Estás seguro? — Habla uno de los hombres, con unas gafas de pasta que le ocupan toda la cara — Es demasiado joven, demasiado niña.

— Eso podemos arreglarlo con un cambio de imagen drástico — Miro a la mujer con desagrado, no puedo contenerme.

— Mi imagen no necesita ningún cambio — Digo, aunque no con la seguridad que quería hacerlo.

Se miran como si no estuviera, incluso parece que van a burlarse de mí a pesar de que estoy escuchándolos.

La reunión se alarga pero hace varios minutos que me he perdido. Hablan de un disco, de las canciones que podría cantar, de mi ropa y mi pelo.... ¡hasta quieren teñirme! Quiero levantarme e irme, pero sé que no es la mejor opción, no en la situación que me encuentro.

Me guste o no, mis estudios dependen de Juan, todo mi futuro está cerca de él, de su escuela, y no puedo dejarlo y ya está, las cosas no son tan fáciles como hace dos años, que si no te gustaba algo lo dejabas y ya está. He crecido, ahora es cuando tengo que darme cuenta de ello.

Elías me apoya en todo, pero hoy no ha podido ser, no estoy bajo sus brazos y eso me hace sentirme como una niña pequeña. Cierro los ojos con fuerza, quiero dejar de escuchar a estos cuatro tipos...

— Entonces, ¿está todo claro? — Juan es el primero en levantarse, los demás lo imitan. Yo sigo en mi sitio, esperando que den por finalizado todo esto y podamos irnos.

Se estrechan las manos, es cuando me levanto y salgo, tomando el mismo camino que por el que hemos venido. Salgo y espero en la puerta, dando vueltas en círculos.

— Podemos volver — Me avisa Juan, que se encamina al coche — Querías sacar un disco y está hecho, simplemente debes hacerlo con quien más te conviene y yo tengo muchos contactos, Julieta.

Llegamos al coche, monto junto a él, que sigue hablando sin parar, aunque yo por supuesto no quiero contestarle.

— ¿No dices nada? — Hasta parece sorprendido.

— ¿Me has preguntado a mí qué es lo que quiero, Juan? — Por fin le miro, directamente a los ojos, con rabia, tanta que hasta tengo ganas de llorar por la impotencia — En ningún momento has tenido en cuenta mi opinión, de hecho, me has llevado casi a la fuerza a un sitio donde no debía ir, has hablado de mí como si yo no importara nada.

— ¿Te has sentido ofendida? — Parpadea varias veces, hasta se pasa la lengua por los labios — Esta vida es así, Julieta. Tenlo claro desde hoy: si quieres llegar a ser alguien en el mundo de la música, solo será de mi mano.

Sigue brillando, Julieta. (Segunda parte #ESDJ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora