Me quedo un poco extrañada al abrirla, porque dentro de esa caja, a primera vista solo hay otra, un poco más pequeña esta vez y de color amarillo, no azul cielo. En ella tiene una corta frase escrita con la letra de Elías que pone:
Cuando sientas...
Frunzo el ceño, ¿qué significa todo esto? Menos mal que no hace frío aunque sean las tantas de la madrugada y esté aquí fuera en manga corta, porque esto va para largo. Me había armado de valor para abrir una caja que solo sostenía otra con una frase, y ahora me encuentro a punto de descubrir de verdad lo que Elías me dejó.
Observo la caja amarilla como si fuera a abrirse por arte de magia, o con el poder de la mente. Claro, que eso no suele pasar, por lo que termino sacándola, dejando la otra a un lado y destapando la pequeña. Antes de fijarme en lo que hay dentro, compruebo que en la parte interior de la tapa hay otra nota pegada, sí que se ha tomado tiempo Elías en preparar todo esto.
La despego sin dudar, si he llegado hasta aquí, esto solo es un trámite más. Ahora, tras más de tres meses, tengo una nueva carta de Elías en mis manos, así que la leo:
Hola Julieta.
Veo que ha llegado el momento, estoy seguro de que si has abierto la caja es porque sentías que tenías que hacerlo.
Es un poco difícil de explicar lo que quiero decirte con todo esto, pero espero responderte y ayudarte en cada una de las emociones que pasen por tu cabeza.
He aprendido a conocerte, y ojala me equivoque, pero te he hecho daño y soy consciente de ello.
Espero que no hayas dejado de hacer lo que mejor se te da, que aunque no esté contigo, nunca hayas dejado de brillar.
Así que, Julieta, ¿cómo te sientes?
Ahora sí, me fijo en lo que hay en el interior. Son sobres cerrados, no los cuento, pero por encima diría que hay bastantes, quizá más de diez, y fijándome en ellos con detenimiento, cada uno lleva algo diferente escrito, aunque todos comienzan con la misma frase: Cuando sientas...
Leo uno a uno el título de todos, sin dejar ninguno. Pero no los abro, porque sé que ahora mismo, aquí fuera y en el estado en el que me encuentro, no debo hacerlo.
Guardo todo como estaba y, sin más, vuelvo a mi habitación.
***
No duermo apenas, y cuando por fin consigo cerrar los ojos, solo veo terribles imágenes que me hacen no querer hacerlo de nuevo. Los preciosos sueños que antes tenía, ahora se han convertido en pesadillas.
— ¿Estás bien? — Diana me mira desde su cama, entrelazando una mano con la otra y mordiéndose el labio inferior.
— Claro, es solo una pesadilla más — Contesto, secándome el sudor de la frente.
— Cuatro más, dirás — Frunce el ceño, preocupada — No sé si te das cuenta, pero cada noche te despiertas gritando sin parar, como si estuvieras sufriendo y... no solo en sueños.
Sacudo la cabeza, es la primera vez que Diana me cuenta eso y claro que no sabía que me sucedía. Pensaba que simplemente me despertaba y volvía a dormir tras poder tranquilizarme.
En dichos sueños siento como si estuviera encerrada, atada y sin poder moverme mientras una silueta que no tiene cara, se aleja y cada vez se hace más pequeña, hasta esfumarse por completo.
— Creo que deberías contarle a Lola lo que te pasa — Dice mi amiga, levantándose y viniendo hasta mi cama — Quizá pueda ayudarte, al menos a dormir bien.
— Pasará, Diana — Me tumbo en sus piernas — Deja que pase.
Se queda haciéndome compañía, sin preguntarme nada a pesar de que ya ha visto la caja abierta sobre mi mesita. No tardaré en explicarle todo, solo necesito un poco de tiempo para poder asimilarlo yo misma.
Ahí apoyada en mi amiga, siento que me pesan los párpados, ella me acaricia la cabeza con ternura hasta que al parecer, me quedo dormida.
Despierto cuando el sol está bien alto en el cielo, debe ser tarde pero no me importa. Diana me ha tapado con la sábana y se ha marchado, y ahora mismo, habiendo descansado un poco y con la cabeza despejada, sé lo que tengo que hacer.
Una vez que me cambio el pijama por ropa de verano, voy hacia la caja amarilla, cogiendo uno de los sobres de Elías, el que creo que ahora mismo necesito.
Lo guardo en el bolsillo de atrás de mis pantalones cortos y me dirijo a la sala de ensayo, esa que antes tanto significaba para mí y la que quiero lograr que sea de nuevo mi lugar favorito del orfanato.
Me cruzo con varios compañeros, no con mis amigos, y ahora lo agradezco, tengo que hacer esto sola. La sala de ensayo está vacía, cierro la puerta subiendo al escenario y, sentándome en el suelo me dispongo a abrir el sobre.
En este, la frase elegida por Elías es: Cuando sientas... que no puedes más.
Dentro, una hoja con la letra de una canción titulada: Shake it out, también un disco. Pero nada más. Aunque eso sí, en la letra hay varias anotaciones de Elías, como si estuviéramos en clase y estuviera explicándomelo con sus ojos verdes mirándome atentamente.
Trago saliva, comprendiéndolo todo por fin. Él, sin estar presente, sabe perfectamente cómo me encuentro, y todavía más, lo que debo hacer para que eso cambie.
Shake it out habla de tal y como dice el título, sacudir cada problema que acuda a ti. De salir a flote, levantar cabeza.
Sé que debe haber un reproductor por algún lado, pero no solemos usarlo ya que normalmente tocamos nosotros mismos. Igualmente busco, la sala no es muy grande así que no debe estar muy lejos. Voy a la parte de atrás, donde nunca pasa nadie ya que las clases se imparten en el mismo escenario siempre.
Hay una puerta que dirige a un pequeño cuarto donde se guarda todo el material; focos que se han fundido, otros que no han instalado, micrófonos, algunos instrumentos... y ahí está. Saco el reproductor, compruebo que funciona con pilas y rezo porque se encienda, al parece algo está de mi lado hoy, porque puedo meter el disco y empezar a escuchar la canción.
Tras unas cuantas veces comienzo a conocer la melodía, y poco a poco, me siento identificada con la letra, ¿cómo es capaz Elías de conocerme así de bien?
[... And it's hard to dance with a devil on your back.
So shake him off...]
Mientras canto me siento libre, fuerte, me desgarro tal y como hacía tiempo atrás.
— ¡Eh! — Edgar aparece en la puerta de la sala de ensayo de repente, parece sorprendido — Eso suena muy bien — Se acerca hasta el escenario — Has vuelto a cantar como antes.
Asiento, sonriendo y resollando por haberme dejado todo en la canción.
— Me siento distinta, como si me hubiera quitado un peso de encima — Le digo, tan sorprendida como él. Emocionada también por vivir esto como lo he hecho — Edgar, creo que las cosas van a empezar a cambiar por fin.
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¡¡Hola!!
Perdón por la espera, aquí os dejo el segundo capítulo, ¡espero que os guste!
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Sigue brillando, Julieta. (Segunda parte #ESDJ)
RomanceSegunda parte El sueño de Julieta. En su último año en el orfanato, Julieta prepara todo para entrar en la escuela de música más importante del país, donde confía en triunfar y llegar a ser en un futuro una gran cantante. Pero no todo es eso, en su...