6 meses después.
Mis tres amigos y yo, junto a toda la clase que me ha acompañado durante los años que he estado aquí, vamos subiendo uno a uno al escenario según va nombrándonos Lola, para coger el diploma y confirmar que hemos terminado, que esto se ha acabado. Hemos aprobado, aunque a algunos lo nuestro nos ha costado, y por fin tenemos que empezar a construir nuestra vida como adultos.
Me cuesta todavía pensarlo, a pesar de llevar seis largos meses haciéndome a la idea de este momento no soy capaz de ver más allá, de verme a mí misma viviendo en un sitio que no sea nuestro orfanato, de saber que caminaré por pasillos distintos, más nuevos pero seguro que con mucho menos encanto, de levantarme por las mañanas y no ver el paisaje verde que se pierde a la lejanía, si no visualizar una ciudad normal y corriente, con gente por todos lados. Será extraño, de eso estoy segura.
Lo mejor de todo es que no hemos podido acabar mejor nuestro último año. Hace un par de meses conseguimos ser ganadores del campeonato de coros, por primera vez en la historia este orfanato ha sido campeón y no podemos estar más orgullosos. Lo único malo de todo esto es que Elías no estaba ahí con nosotros para recibir el premio pero, eso sí, todos estamos de acuerdo que gran parte de culpa es suya, él ha sabido hacernos campeones.
Recibo mi diploma ahora, con una sonrisa de oreja a oreja viendo a mis amigos celebrarlo, soy de las últimas y bajo junto a ellos para comenzar con la pequeña fiesta que se ha montado para nuestra despedida.
Todos tenemos más o menos claro lo que haremos ahora, y la mala noticia es que nuestros caminos se separan, al menos por el momento. Edgar se va a una escuela de música no muy conocida aunque está agradecido de que le hayan escogido a pesar de sus notas. En cambio, Fabio y Diana irán a la misma universidad, a distintas carreras.
Y yo, bueno, mi futuro se decidió hace meses gracias a Elías, que me espera en la escuela de música, según me dice en cartas, con todo preparado para que llegue. Será extraño verle después de tanto tiempo, pero eso no significa que no tenga más ganas de nunca de tenerle cerca de nuevo. Lo he echado de menos cada día desde aquella noche del campeonato en la que nos despedimos.
Esta noche es la última aquí y, a pesar de tener que disfrutar de la fiesta organizada en nuestro honor, lo único que hay son lágrimas de despedida, no es que vayamos a estar muy lejos los unos de los otros, ni siquiera del orfanato, pero estamos acostumbrados a pasar veinticuatro horas al día juntos y ahora nos separamos.
Los abrazos con mis amigos, con Lola y con algunos profesores no cesan a la mañana siguiente, parece que nadie quiere subirse ahora al autobús rumbo a sus nuevos hogares, pero no nos queda otra opción, muchos de nosotros salimos hoy mismo, mis amigos y yo entre ellos.
No he parado de llorar cuando ya estamos subidos en el autocar, pero intento hacerlo, secarme las lágrimas de una vez y pensar en que no es un despedida, es solo un hasta pronto, o hasta luego, porque estoy segura de que pase el tiempo que pase este será mi verdadero hogar, por muchos suelos que pueda pisar.
Hacemos una ruta eterna en la que van bajando unos y otros compañeros, se me acelera el corazón cuando entramos a la ciudad y sé que este es mi destino.
— La próxima vez que nos veamos, serás una gran estrella de la música — Edgar me tiene entre sus brazos — Lo sabes, ¿verdad?
— No seas tonto — Digo entre risas y lloros.
— Prométeme que en tu primer disco incluirás una canción conmigo, qué menos, ¿no? — Sigue bromeando sin parar, cosa que agradezco porque hace que todos nos despidamos entre carcajadas.
Diana es la última en venir hacia mí, mi amiga, mi compañera de aventuras, la chica de la batería más perezosa que pueda conocer nunca. Nos abrazamos hasta que el conductor comienza a meternos prisa.
— ¡Ya va! — Grita mi amiga de mala gana, haciendo que tenga que aguantar la risa — Que poco comprensiva es la gente, de verdad, ¿no ve que es una emotiva despedida?
El conductor ahora baja la cabeza, creo que no se esperaba su reacción, yo en cambio sí, ella siempre es así, impulsiva.
— Nos veremos más pronto de lo que crees — Le prometo.
— Claro que sí — Asiente convencida — Igualmente, ahora podemos relacionarnos con la gente, tener móviles y esas cosas — Sonríe — Así que no será tan difícil.
Con el último abrazo nos separamos, camino hasta la parte de atrás del autobús para abrir el maletero y cargar con las dos pesadas maletas en las que va toda mi vida guardada, pero no me encuentro con las maletas, ni nada que se le parezca.
— ¡Eres tú! — Exclamo casi sin querer cuando sin darme cuenta el autocar arranca y se marcha. No me fijo en nada porque ahí está Elías, con mis dos maletas a cuestas y una sonrisa de oreja a oreja.
Corro hacia él como si no hubiera mañana y me lanzo sobre su pecho, haciendo que tenga que soltar las maletas de golpe, aunque tampoco le doy mucha importancia a eso, él tampoco porque enseguida está rodeando mi espalda con sus brazos.
— ¿Cómo no iba a estar esperándote? — Murmura con la cara enterrada entre mi pelo. — No veía la hora de que aparecieras de nuevo en mi vida.
— Tu vida... — Me separo para por fin poder verlo, mordiéndome el labio inferior porque no puede estar más guapo — ¿Está bien esta vida?
— Está bien, Julieta — Coge mis manos con las suyas — Pero ahora que estás aquí estará mucho mejor. Se acerca a mi cara, respirando hondo para besarme de nuevo, ¿cuánto echaba de menos sus besos? Es imposible describirlo con palabras.
Y además, ese beso sabe distinto a todos los anteriores que ha habido, es nuevo, porque tiene sabor a libertad, porque me está besando en medio de una calle repleta de gente, cosa que antes no habíamos podido hacer.
— ¿Y ahora qué? — Pregunto, cuando caminamos de la mano, cada uno con una pesada maleta en la otra, menos mal que tienen ruedas.
— Ahora Julieta, quiero enseñártelo todo pero... sin prisa, ¿sabes? — Está alegre, me encanta verlo así — Porque tenemos todo el tiempo del mundo, porque ahora no hay una línea entre nosotros, ni nada que haga que pueda separarme de ti. Por fin eres adulta, alguien que puede tomar decisiones por sí misma.
— La única decisión que tengo clara ahora mismo es que quiero estar contigo — Me encojo de hombros.
— Deseo concedido — Susurra, deteniéndose frente a un edificio enorme.
Sin que tenga que decírmelo, sé que hemos llegado, es ahí, algo dentro me lo dice. El edificio es enorme, perfecto, el sitio donde voy a pasar mis próximos años, donde construiré un futuro al lado de la persona que quiero.
— Bienvenida a tu nuevo hogar, ¿preparada para empezar una vida juntos?
— Siempre, Elías — Digo, sin poder dejar de sonreír, sintiendo que soy más feliz que nunca.
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Sigue brillando, Julieta. (Segunda parte #ESDJ)
RomanceSegunda parte El sueño de Julieta. En su último año en el orfanato, Julieta prepara todo para entrar en la escuela de música más importante del país, donde confía en triunfar y llegar a ser en un futuro una gran cantante. Pero no todo es eso, en su...