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Me hace pasar sin esperar demasiado, pero luego recibe una nueva llamada y yo me mantengo en mi posición, de pie en medio del despacho y con las manos entrelazadas.

Por fin cuelga y se sienta en su gran y cómoda silla, alzando la cabeza y con una sonrisa que borraría de inmediato, pero aun así, me contengo.

— Debo hablar contigo sobre lo de ayer — Voy al grano.

— Te esperaba, por supuesto — Asiente — ¿Y bien? Imagino que has firmado el contrato, eres una chica lista y sabes qué es lo mejor para tu carrera, si quieres tenerla es tan sencillo como ya pudiste ver ayer con tus propios ojos.

— No, Juan, no he firmado ni firmaré el contrato, al menos no con tu discografía — Suelto con desgana y rabia al mismo tiempo — No voy a dejar que nadie tome decisiones por mí.

No dice nada, supongo que ahora mismo está asimilando mis palabras y, por el gesto de su cara, no le han hecho demasiada gracia. Se le ha borrado esa estúpida sonrisa y me fulmina con la mirada.

— ¿Estás completamente segura de lo que acabas de decir? — Pregunta en un susurro que me hiela hasta la sangre, yo simplemente trago saliva y asiento. — Si no vas a dejarte llevar y no tienes ningún tipo de aspiración, ¿qué demonios haces en esta escuela?

Es la pregunta que tanto temía, para la que estaba preparada y de la que Elías me advirtió, aun así, no creo que ninguna de las respuestas le sirva, no para su forma de pensar.

— Simplemente quiero aprender, ser mejor — Me encojo de hombros asombrada por mi serenidad. — Y si tengo que hacerlo fuera de esta escuela, no me supone problema, ya no. Pensé que iba a ayudarme en mi futuro, pero me he dado cuenta de que los sueños no siempre son tan increíbles como creemos.

— Así será, entonces — Ha dejado de mirarme y prestarme atención, está enfrascado en unos papeles que no creo ni que esté leyendo — Recoge tus cosas, estás fuera de la escuela.

— De acuerdo — Me sale una sonrisa, puede sonar mal pero para mí es un alivio, siento libertad.

— Y dile a Elías que venga — Habla cuando estoy con el pomo en la mano y a punto de cruzar la puerta — Al parecer vuestro camino sí va a estar de la mano, pero no en mi escuela

***

A pesar de que lo esperábamos, que sabíamos que iba a suceder justo esto, sigo sintiéndome mal, con nauseas y ganas de vomitar. Elías me ha tranquilizado, está feliz y puede notarse, pero yo no me quito de la cabeza que he hecho que pierda su trabajo, él siempre ha querido enseñar en un sitio como ese y por mi culpa...

— Eh, ya está — Parece leerme el pensamiento, poniendo una mano en mi pierna mientras conduce, vamos hacia el orfanato y me gustaría estar contenta por ello, pero me cuesta todavía — Estaba todo hablado, pequeña... y las consecuencias han sido estas.

— Si, Elías... pero te he quitado lo que más te gustaba hacer — Sacudo la cabeza — Hubiera sido fácil grabar con su discografía y ya está.

— ¿Y cambiar tu identidad? — Pregunta con desagrado — ¡Jamás! Por favor, no lo permitiría nunca. Tienes un gran futuro, es algo que sé yo y cualquiera que te escuche cantar, así que no te preocupes por nada.

Muevo la cabeza arriba y abajo, no me quedo convencida pero ya está todo más que claro.

Ayer llamamos a Lola, habíamos quedado para ir en navidad y pasar allí las fiestas, pero le contamos nuestra actual situación y todo lo que había pasado, así que nos ofreció adelantar el viaje y volver allí. Yo solo tuve que recoger mis cosas, Elías habló con el hombre que tenía alquilada su casa y tampoco puso ningún problema, así que aquí estamos, de vuelta a lo que ha sido nuestro verdadero hogar durante años, volvemos de donde quizá nunca tuvimos que irnos, pero a veces en el camino hay tropiezos. Aun así, sigo confiando en Elías y en lo que repite día a día; que todo va a salir bien.

Cuando estamos a punto de llegar, Elías toma un desvío ya conocido y que consigue sacarme una sonrisa sincera.

— He pensado en que podemos pasar aquí la noche y volver al orfanato mañana por la mañana, ¿qué te parece? — Pregunta ilusionado.

— Siempre te he dicho que tienes las mejores ideas — Me encojo de hombros cuando aparca y me lleva de la mano hasta nuestro pequeño refugio.

***

Nada más cruzar la puerta tengo que tragar saliva varias veces para conseguir aguantar el nudo de mi garganta, todo es tan idéntico a cuando me fui, que parece que nunca lo he hecho. No me doy cuenta de cuánto he echado de menos esto hasta que he podido volver a verlo con mis propios ojos.

Ahí estamos en mitad de la entrada, con las maletas, igual que cuando llegué hace casi cuatro años Lola viene a recibirnos, con una sonrisa de oreja a oreja y los brazos abiertos para abrazarnos a ambos.

— ¡Cómo has crecido! — Dice medio en sollozos y apretujándome contra ella — Tienes que contarme todo, no me creo que en ese sitio se hayan querido perder a alguien como tú.

— Tendremos tiempo, Lola — Le sonrío mientras me retira varias lágrimas que recorren mi mejilla, sigue teniendo esos gestos que solo una madre puede mostrar.

— Por supuesto, todo el tiempo del mundo — Asiente, caminando para que le sigamos. No hay gente por ningún lado, por lo que imagino que todo el mundo debe estar en clase.

Dejamos las maletas donde están, ya que no corren ningún peligro y nos dirigimos con Lola hacia la cocina, donde nos servimos un café y nos sentamos.

Hablamos un poco más detallado de todo lo que ha sucedido desde que nos marchamos, Lola se sorprende, claro, cómo no hacerlo si a día de hoy ni nosotros mismos nos lo terminamos de creer.

— Pero vamos... dejemos de hablar de lo que ya es pasado, Lola — Elías por fin cambia de tema — Y dinos, ¿qué tal este año el coro? ¿Tenemos oportunidades de volver a ganar el campeonato?

— Oh... vaya, claro que no os lo dije — Baja la cabeza y bebe varios sorbos de su café — Tampoco quise preocuparos con algo así cuando ya estabais viviendo vuestra vida.

— ¿Qué pasa? — Quiero saber enseguida, no me gusta su reacción, he aprendido a conocerla durante estos años.

— Este año no hay coro — Suelta de golpe, dejándome blanca — No había chicos suficientes, además... no he encontrado un profesor dispuesto a sacrificarse y venir aquí a enseñarles. Lo siento, sé cuánta ilusión os hacía y cómo habéis vivido ambos esa etapa, pero supongo que, como todo, se acabó. 

Sigue brillando, Julieta. (Segunda parte #ESDJ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora