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NARRA ELÍAS.

Me he adelantado, aunque apenas diez minutos y sabiendo que Julieta tiene la costumbre de ser puntual, eso es una de las muchas cosas que me gustan de ella. Supongo que simplemente es perfecta, o a mi me lo parece.

La cita de esta noche no podía ser en un lugar más precioso que este, en medio del bosque, con un silencio solo roto por algún que otro animal inocente de la noche y por supuesto, la solitaria luz de la luna que nos acompaña siempre, supongo que observándonos, dándonos el brillo que necesitamos, aunque ese de sobra lo desprenda Julieta, ya sea sobre el escenario o sin él.

Hoy será nuestra despedida, al menos de momento, es la última vez que estaremos a solas en unos cuantos meses y no me lo creo, el tiempo pasa demasiado rápido cuando estoy con ella y se hace eterno si estamos separados.

— Eh, hoy has sido el primero en llegar — Al darme la vuelta la encuentro y, a pesar de estar en un sitio mágico como este, sé que esa magia es ella la única capaz de poder desprenderla.

— Tenía ganas de verte — Le digo, con una sonrisa y extendiendo la mano para que ella la coja — ¿Damos un paseo?

Asiente, agarrándome fuerte y dejándose llevar por mí, como ha hecho siempre aún sabiendo que ya es capaz de volar sola si quisiera.

No nos hace falta hablar, nunca ha sido algo que necesitemos para estar bien el uno con el otro, porque nos expresamos con gestos, miradas y sobretodo, con canciones.

— Esta es la última vez que vamos a estar juntos en mucho tiempo, ¿verdad? — Pregunta en voz baja, me detengo para que ella haga lo mismo, y la miro a los ojos.

— Así es — Susurro, viendo cómo sus ojos se oscurecen — Pero sabes que eso no es malo, no es como otras veces. Yo voy a estar esperándote.

— Pero Elías, ¿y si cambia todo? — Supongo que el nudo que ambos teníamos dentro ha acabado saliendo, no quiere que nos separemos, yo tampoco — Son seis meses, mucho tiempo. ¿Y si...?

— Oye — La interrumpo, intentando hablarle tan en serio como puedo en momentos como este — No te preocupes. Te quiero, Julieta. He tardado en darme cuenta pero lo he hecho, y tú me quieres a mí, ¿verdad? — Asiente — Entonces hagamos que nada cambie, que cada día aunque sigamos separados, tengamos más ganas de vernos.

Al final la tristeza disminuye, decidimos cambiar de actitud y vivir esta noche como la última, vivir siempre al límite como lo hemos hecho, sabiendo que está prohibido lo que hacemos y aun así, seguir haciéndolo... porque el corazón, como dice Julieta siempre, manda sobre todas las demás cosas.

Paseamos hasta un pequeño claro, más bonito si cabe que todo lo anterior, donde la luna luce en todo su esplendor,

— ¿Te das cuenta? — Le sonrío, señalándola — Estés donde estés, sigues brillando.

Se muerde el labio inferior tirándose a mi pecho para abrazarme, tan impulsiva como siempre. Es de noche, y cada vez más tarde, pero sabiendo que mañana tiene una de las competiciones más importantes, no queremos que el día de hoy termine nunca.

***

Los chicos ya están preparados sobre el escenario. Estoy nervioso y tengo la boca seca, me siento cansado por no haber dormido apenas y espero que esto mismo no esté afectándole a Julieta, ya que tampoco es que haya descansado demasiado. Casi amanece mientras nosotros seguíamos tirados sobre la hierba.

Pero, cuando sale al escenario me doy cuenta de que nada puede afectarle si es ella. Porque está tan perfecta como siempre, y desprende tanta magia que es incapaz no verla. El público se queda callado al instante cuando se sienta en medio, con una simple guitarra colgada del hombro y el micrófono frente a ella. Saben lo que hace, cualquiera la conoce ya.

Comienza con una dulce y suave voz que si cierras los ojos, te lleva al cielo estrellado. Y, tal y como dice la letra, que cada canción que canta y aunque lo haga delante de miles de personas, parece que lo hace tan solo para mí, como si solo estuviéramos los dos y cada palabra se clavara en mi pecho, enamorándome más si es posible.

Así que así lo hago, la siento más que nunca, guardándome cada gesto, cada sonido que sale de ella, cada suspiro y cada respiración, almacenando todo para recordarla cada día cuando despierte y no la tenga al lado, ni siquiera cerca de mí.

NARRA JULIETA.

Como tantas otras veces, tras cantar Can i be him? me quedo vacía. He sacado cada cosa que tengo dentro solo imaginándome los ojos y la sonrisa de Elías escuchándome. Él mismo es el que me ha enseñado a hacer esto, a expresarme de esta manera, no cantando por actuar, si no para expresar lo que siento en cada momento, dejándome llevar aunque eso sea lo que menos aprecien en la escuela donde estudiare, es mi forma de ser, y algo así no pueden cambiarlo aunque quieran.

Al terminar y con todo el público rodeándome con un gran aplauso que en parte me sorprende, miro hacia él, que permanece con las manos en los bolsillos y los ojos cerrados, hasta percibo que respira hondo y por fin, me mira.

Sé que vendría y me daría uno de sus mágicos abrazos, yo también lo haría si no fuera por toda la gente que ahora mismo está atenta a nosotros, y por supuesto, porque a día de hoy sigue siendo mi profesor.

Sí me abrazan todos los demás, de forma breve porque es el turno del dueto y apenas tenemos un minuto para prepararnos y en mi caso, volver a salir. Ahora junto a mi amigo Edgar.

Como la canción le gustó desde un primer momento, sale bien, mejor que nunca diría. Nos despedimos del público agradecidos y solo tenemos que aguardar a que terminen de cantar los dos grupos restantes antes de saber el resultado, si estamos en la gran final de este año o en cambio nos quedamos a las puertas. En mi caso, solo me vale el primer puesto, ya que el año pasado quedamos segundos.

Permanecemos nerviosos, unos sentados al lado de los otros y sin apenas poder respirar mientras el señor que se encarga de presentar el espectáculo habla y habla sin parar, ¿no se da cuenta de que lo que queremos es saber el resultado de una vez? Parece que no, porque no para de enrollarse.

Tienen que pasar unos cinco minutos más para que comience a decir que dos coros quedarán eliminados esta noche, cierro los ojos con fuerza mientras siento la mano de Elías sobre la mía, apretándola y al mismo tiempo haciendo caricias con su dedo pulgar.

Creo que nunca estaré preparada para este tipo de cosas, porque siento un alivio inmenso cuando ninguno de los dos nombres que por fin pronuncia el presentador, es de nuestro coro. Tal y como el año pasado, estamos entre los tres primeros, estamos en la final.

Sigue brillando, Julieta. (Segunda parte #ESDJ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora