epílogo

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— ¡No es cierto!


— ¡Si lo es!


— ¡Lo haces por venganza!, ¡No soportaste que ella me amara a mí!


— ¡¿Cómo puedes ser tan cínico?! ¡Primero la enamoras para usarla!, ¡Después la humillaste y desechaste como si nada y cuando ella se alejó buscando algo mejor para brillar como merecía la asesinaste!, ¡Además!, ¡¿No escuchaste, idiota?!, ¡Ese libro tiene todo el registro!, ¡por más que mientas no vas a salvarte!, ¡Rata!



Minos miró con aburrimiento la batalla entre esas dos almas, sin duda eran patéticos los intentos de aquel hombre por salvarse de un castigo ya dictado, vaya que en suerte solía haber dramas dignos de telenovelas pero no podía hacer más que ser un espectador, almenos así se distraiga de su necesidad de ir a la superficie y robarse a su amada, en otras circunstancias lo hubiese hecho pero ahora no era fácil, su señor lo tenía vigilado pues como estaban en los preparativos para la boda el señor Hades lo tenía en la mira, muchos decían que eran los celos de padre, el apenas tener un acercamiento con su hija lo hizo ser sobreprotector, otros decían que era porque así adelantaba el trabajo que debía ser en los tiempos de su luna de miel, él sabía que era una pequeña venganza pero no podía hacer más que aceptarlo, almenos tenía el consuelo de que sería suya por toda la eternidad, nadie se la podría quitar, se sentía tan afortunado. Lune miró con aburrimiento como su señor sonreía de forma atontada.



— Si así se ve alguien enamorado espero que jamas me pase… — susurró asqueado


Habían pasado meses después de la verdad, luego de dejarlo todo claro y ayudar en Konoha había regresado al santuario a su vida y rutina normal, entre comillas pues ahora se repartía entre el inframundo y el santuario, era lo justo considerando su nuevo estatus, fue complicado no hacerlo porque como era lógico sus padres quería recuperar el tiempo perdido, Hades no lo decía pero como era su costumbre con una mirada o una simple caricia le hacía entender, además para decirlo todo estaba Perséfone, su madre, esa mujer era una ternura, la trataba como niña aunque le daba su lugar. Había pactado que le darían su espacio para ser lo que ella deseara respetando sus deseos, claro que eso implicaba pasar tiempo en el inframundo y así conocer su nuevo estatus, uno que traía sus responsabilidades y lo aceptaba.


Aunque ahora todo era un poco complicado sumando sus deberes de Armazona dorada y aunque le dieron la opción de dejar el cargo no quiso hacerlo, le encantaba lo que hacía, claro que a Athena no pudo volverle a llamar como antes, la deidad estaba feliz de decirle prima, aunque también era su tía… Cosas extrañas pero aceptables, la vida era estupenda sabiendo que ahora estaba donde pertenecía y a pocos días de unir su vida a la de su alma gemela. Un grito de disgusto la hizo volver a la realidad recordando donde y con quiénes estaba pues si, era la prueba de vestuario y sin duda era una batalla campal, se le había ocurrido la idea de reunir a sus amigas de Konoha con las de su nueva realidad… Si grave error, no lograban incorporar sus opiniones en una sola, eran tan opuestas como el  negro y el blanco, aunque era gracioso ver a Ino buscando ganarle en opinión a Shaina, además de que su maestra le daba un tenis verbal a su abuela mientras las demás veían con vergüenza, soltó un suspiro de resignación volviendo a ver hacia el espejo, aquella imagen era sub realista.



— ¿Nerviosa?



La pelirrosa dejó de ver su reflejo para ver a quién le hablaba encontrando a Artemisa y a su madre, les regaló una sonrisa mientras peinaba los pliegues del vestido.



— Un poco… Es extraño que antes de ponerme en esto pensara que solo entraría elegiría el primero y me iría sin problema… Pero ahora…

Infinite RoseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora