casualidad, complicidad y aceptación

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Era impactante para todos, Hades era reservado, siempre solía ser ceremonioso y jamás había sido fácil de sacar de su actitud de frialdad pero ahora estaba de pie ante una desconocida mirándola con sorpresa ante la atenta mirada de todos.

Sakura estaba muy confundida, era lógico que supiera quién era él pero jamás habían tenido un contacto o algo, miró a su maestro buscando ayuda pues aquella sensación en su pecho no se iba y se estaba empezando a sentir mal, Afrodita tuvo el impulso de esconderla detrás de él para protegerla pero se aguantó, debía confiar en que ella podía con eso, en un movimiento de cabeza le indicó lo que ella sabía que debía hacer.

— eh, yo... — nerviosa miró a Minos, quien con una sonrisa de lío el valor suficiente — Soy Sakura aprendiz de Piscis, es un placer conocerle Dios Hades. — se presentó con voz firme sonriéndole de forma amistosa.

Para Hades era como ver una versión rosa de su esposa en los tiempos mitológicos pero eso no era posible, ahora que recordaba la conversación con Athena la presencia de la chica era diferente a lo que esperaba de una reencarnación normal, quizás era por estar en una dimensión diferente pero no podía negar que la situación era algo bizarra para su gusto, el parecido lo incomodaba pero debía calmarse y estar a la altura de su reputación. Persefone no podía andar, algo en su ser le hizo emocionarse al ver a la chica, su corazón latía a mil y tenía la ansiedad de abrazarla, extraño, pero volvió a la realidad al oírla hablar, solo pudo sonreír apretando el brazo de su amado, la velada debía continuar.

— Athena me habló de tí, por ello te reconocí — exclamó el dios como explicación — hasta luego y bienvenida.

La caravana avanzó mientras la chica no podía dejar de ver a la pareja, lentamente aquella opresión se fue por lo que suspiró, todo estaba bien ahora.

Luego de que todos se ubicaran en su lugar el rey del Olimpo se levantó para dar la apertura a la celebración, mientras era hablaba la chica pudo examinar a todos los presentes con curiosidad, era la primera vez que veía a otros dioses a parte de su deidad así que era emocionante, los actos protocolarios  terminaron junto a los bailes y demás cosas que los aldeanos habían preparado, luego de un brindis con champán fueron teletransportados a él salón principal del templo del patriarca dónde las cuatro mesas para el banquete estaban listas, está vez se ubicaron como quisieron, lo extraño era que ninguna orden se había mes lado con otra y justo cuando se iba a sentar junto a su maestro su brazo fue atrapado por alguien que la llevó lejos de esa mesa y cuando se dió cuenta se encontró en la mesa de los espectros.

—Aiacos no seas atrevido y suelta a la dama — exigió Radamanthys pues Minos estaba por intervenir y no quería una discusión.

— vamos Cejitas, la traje para que comparta con nosotros, ahora es una aliada — comentó divertido el juez mientras dejaba a la chica de pie ante ellos.

La mirada de la chica chocó con la del albino mientras los santos se levantaba listos para traerla, para sorpresa de todos ella se sentó justo al lado de Aiacos sonriendo divertida.

— a la próxima avisa, creí que me querías de sacrificio o algo así— comentó guiñándole el ojo divertida.

— claro, serás la ofrenda para Minos en la próxima fiesta en los calderos del Inframundo, así no nos avienta con Pandora  — le siguió el juego

La risa de los espectros fue sutil mientras los aludidos se sonrrojaban, las preguntas y charlas iniciaron y parecía una de ellos, los santos atenienses solo se sentaron y decidieron dejarla ser, aunque Saga y Afrodita la tenían vigilado por si acaso.

Otros sorprendidos fueron los dioses pues debido a ese evento algunos cambiaron de mesa y parecían llevarse bien, Shion no pudo evitar sonreír orgulloso pues sin duda la pelirosa había marcado una diferencia enorme... En eso sí eran diferentes con respecto a Albafica pero se alegraba de verla así.

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