amistad, explicaciones y otros demonios

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Siempre había amado las madrugadas, la luna le daba un toque especial a su jardín a esa hora, un toque mágico por ello despertaba temprano para admirarlo mientras la brisa jugaba con sus cabellos, para Afrodita esa hora era sagrada por ello se sorprendió al ser visitado por aquella persona justo en ese momento.

— ¿Te a mandado él?, Es extraño que uno de ustedes se pasee como sombra en nuestro dominios en la madrugada.

Ver a un piscis interactuando en semejante escenario era una obra maestra ante cualquiera qué tuviera ese privilegio, eran seres tan delicados pero poderosos que le habían justicia al dicho de que la belleza era mortífera, el visitante no se acercó, solo divisó aquella espalda desde un punto seguro para no salir herido.

— no sabe que estoy aquí, solo quiero hablar sobre algo, te interesa.

El dueño de casa soltó un suspiro para después girarse y enfrentar aquella mirada, el silencio reinó por unos momentos antes de que este se acercara al visitante.


Los pajarillos dieron su canto mientras la bella pelirosa estaba profundamente dormida, abrazada a una almohada perdida en su agradable sueño, uno que estaba por ser interrumpido, unos pasos apresurados y unas risillas interrumpieron el sereno silencio del templo.

—shhh la vas a despertar — susurró una de las voces.

—apresurate... Nos descubrirá — Susurró la otra voz mientas lentamente abría la puerta.

Lentamente se acercaron a su víctima lansandole una sustancia por error oye uno tropezó con el otro y antes de solucionar algo o de pedir disculpas de repente unas cuantas rosas piraña los sacaron hacia el pasillo haciéndolos girar del dolor y al ser descubiertos.

— ¡MILO, ANGELO ESTÁN MUERTOS! — gritó una iracunda Sakura mientras salía corriendo detrás de ellos.

— ¡Sálvese quien pueda! — gritó Milo mientras desaparecía del lugar seguido por Cancer.

— ¡NO HUYAN COBARDES!— gritó la chica.

Pasaron por todos los templos hacia abajo corriendo como alma que lleva el Hades pero justo llegando a libra Dohko fue más rápido y los atrapó.

— es muy temprano, ¿Que hacían? — les preguntó mientras los tenía agarrados de la camisa.

— na-nada antigüo maestro... — susurró Milo nervioso.

 
— ¿Así? Entonces explícame porque corren tan apresurados y porque Sakura viene con cara de que los va a matar mientras está llena de harina — les comentó mirándolos de manera autoritaria

— ahora sí son míos — susurró de manera tétrica la chica mientras los miraba con una expresión diabólica.

— ¡Noooooooooo! ¡Mamaaaaa! — gritaron aterrados.

Tiempo después de ese extraño despertar y un castigo ejemplar para esos dos se dispuso a buscar a su maestro pero no había rastro de él y sumado a eso según el viejo maestro las autoridades no estarían durante todo el día por lo que él estaría cargo, por ello estaba junto a Saga y Kanon quienes amablemente la habían invitado a desayunar para después bajar a entrenar, claro que primero se bañó y vistió adecuadamente pues no quería andar por ahí llena de harina. Entrada en aquel sillón mientras Saga leía un libro frente a ella trataba de entender la desaparición de su maestro, no le gustaba esa situación pero no podía hacer nada, aunque estuviera muerta de miedo al pensar que algo podía pasarle y que su temor más grande se hiciera realidad, tuvo que bajar la cabeza para que no vieran su mueca de tristeza.

— no te preocupes tanto rosita, Afrodita no suele avisarle a nadie a dónde va, es una rosa muy independiente — expresó Kanon mientras la miraba desde el marco de la puerta que conectaba hacia la cocina.

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