felicidad

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Ni en sus sueños más locos se imaginó que algo así podía sucederle a ella, siempre fue el personaje secundario de las historias de todo el mundo, siempre la soñadora que solía imaginarse a su amado llegando entre colores hermosos y destellos vestido de forma elegante sosteniendo un bello ramo de flores y mirándola como si ella fuera lo más hermoso que nunca había visto, ahora era real, ahí estaba, Minos luciendo tan guapo mirándola con calidez y dulzura y lo único que podía pensar era que ojalá no pudiese escuchar su violento corazón querer salir de su pecho de la emoción.

Minos lentamente se acercó a ella, tomó su mano con delicadeza y se la besó sin perder el contacto visual, eso hizo que olvidará como respirar, era inevitable perderse en la hermosa mirada del mayor y aunque sabía que estaban siendo observados le era difícil reaccionar.

— lamentable que fuese tan tarde celebrarte pero feliz cumpleaños bella rosa — le susurró  sonriendole con calidez.

¿Un hombre podía ser tan grandioso? La verdad era que se estaba derritiendo en ese instante, cuando volvió a recuperar el aliento pudo escuchar los chiflidos y gritos ante la situación lo que la hizo sonrojarse aún más ¿Eso era posible? Parecía que sí.

— gracias Minos... Eres tan amable — susurró tomando las flores para olerlas.

Para Minos ella era una obra de arte, perdió el aliento desde que la vio aparecer luciendo tan despampanante que tuvo que recordar cómo respirar correctamente antes de que sintiera los efectos de la falta de aire, parecía que la chica no era consciente de todo lo que podía despertar con solo mirar a alguien, esta vez eran más sus ganas de decir sus verdaderos sentimientos que el dejarse llevar de sus recuerdos dolorosos, estando a su lado sentía ganas de vivir, de ser feliz con ella.

— ¡Que inicie la fiesta!

Todos apoyaron a Milo, la música sonó y las parejas empezaron a bailar, está vez un ritmo más moderno, la sesión de fotos apartó a Sakura de Minos pues las chicas se la habían llevado a rastras hacia el otro extremo, por su parte el juez se fue a sentar solo en su mesa pero minutos después llegó Afrodita, con una botella de tequila en la mano, ante la atenta mirada del juez sirvió dos copas, le dio una y la otra la dejó para él.

— no te voy a dar cátedra, ni a decirte que si la lastimas te meteré una rosa sangrienta por donde jamás te da el sol a menos de que seas exivisionista ni que todos nosotros te castraríamos,  solo quiero saber que eres sincero.

Minos bebió su trago, sabía que tendría que tener esa charla con alguien allegado, sabía que eran unidos pero una cosa era pensarlo o imaginarlo a vivirlo, Piscis tenía un aura singular, elegante y mortal por lo que estaba seguro de que esas amenazas no eran para tomarlas a la ligera.

— entiendo tu preocupación pero somos adultos, sabemos lo que hacemos — le comentó sin rodeos

— si pero ella es alguien que a sufrido y no está para juegos, no quiero que se convierta en el despojo que era cuando la traje.

Sin decir más el caballero se levantó dejando atrás a un pensativo Minos.

Al otro lado del salón las fotografías no paraban, todos querían inmortalizar el evento y por ello no la habían soltado, claro hasta que Athena la sacó de allí para llevarla a beber algo y conversar, la deidad se había dado cuenta de la confusión en el corazón de su aprendiz de caballero y deseaba ayudarla, por ello la llevó a una mesa apartada para darle un respiro.

— sabes, haz cambiado tanto que me siento orgullosa de ti — le comentó la deidad con una sonrisa en sus labios.

—gracias princesa Athena, esto es gracias a usted — le correspondió la sonrisa.

Infinite RoseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora