CAPÍTULO 18

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El cielo.

***
CHLOE WILSON.

- ¿A quien extrañas? - me sobresalto al escucharle a mis espaldas.

- ¿A quien crees que extraño? - respondo de malas formas sin parar de andar.

- ¿Que es eso de que pospondras tú vuelta?

- ¿No se supone que estabas en plena discusión con tu hermana? - digo

- La he mandado a casa, hoy me quedaré aquí - dice mientras camina a mi lado.

- Me da igual - respondo. Estoy enfadada con él, no soy un juguete sexual y mucho menos su puta personal.

Quizá no debí entrar en su oficina antes, pero alguien podría haber salido herido y...

«Déjate de excusas.»

- Podrías venir - dice

- Pensé que tenías a muchas para esa labor.

- Y las tengo

- Pues deberías llamarlas

- ¿Celosa, teniente?

- ¿Acaso te drogas? - carcajeo - ¿Yo? ¿Celosa?, ¿tengo que recordarte quien rechazó a quien? - me detengo para mirarlo, aunque es mala idea, porque en un despiste acabo observando sus labios, lo cual no parece pasar desapercibido, ya que esboza una sonrisa ladeada.

- No me rechazaste de verdad - dice

- ¿Y como te rechazo de verdad? - digo

- No puedes - responde y tira de mi hasta el interior de los baños masculinos, para después besarme.

No lo aparto, ordeno a mis músculos que se muevan, pero simplemente se niegan a hacerlo.

Él agarra mi cintura y me coloca sentada sobre el lavamanos.

Se acerca a la puerta y la cierra para tener más intimidad, antes de volver a besarme y agarrar el elástico de mi top para después tirar de él, dejando mis pechos expuestos.

No tiene nada que ver con la primera vez, ahora abundan las ganas y la prisa para no ser descubiertos.

Yo tiro de su camiseta hacia arriba, dejando a la vista su perfecto abdomen. Me lanzo a su cuello, lo beso y lamo con desesperación mientras él agarra mis caderas.

Poco a poco voy bajando hasta su pecho y de ahí vuelvo a sus labios.

No lo piensa dos veces antes de deshacerse de mis mayas deportivas y yo tampoco vaciló demasiado en soltar su cinturón.

- ¿Que tal tu plan de rechazo? - pregunta

- En espera - respondo y eso le hace sonreír con suficiencia.

Será cabronazo.

Su boca viaja a mis pechos, los besa y muerde a su antojo, mientras yo me limito de disfrutar del placer.

La entrepierna me arde y no puedo evitar pensar lo que me provoca tenerlo dentro de mi.

- Vamos - digo mientras le desabrocho el pantalón.

- ¿Tienes prisa? - pregunta y se lanza a mi cuello.

- Si, estamos en un lugar público - digo y él niega con la cabeza mientras ríe.

- Siempre tan profesional, teniente.

Dejo que vuelva a besarme mientras desliza mis bragas hacia abajo, desnudandome del todo.

Mis Reglas©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora