Golpeo con fuerza el saco que cuelga frente a mí, el metal pesado ruge por los auriculares que traigo puestos mientras siento las gotas de sudor cubrirme la frente, y resbalar por toda mi espalda.
Mis músculos queman, consecuencia de haber pasado ya más de tres horas en el gimnasio. Siento el ardor extenderse desde mis muñecas hasta los hombros, pese a eso, no me detengo.
Dejo un último golpe con fuerza contra el saco, un suspiro exhausto brota de mis labios mientras coloco las manos en mi cintura, e intento recobrar el aliento.
—Es suficiente —volteo en cuando siento una mano colocarse sobre mi hombro. Me quito uno de los auriculares para poder escucharlo mejor —Has entrenado más de tres horas, creo que mereces un descanso.
Carter me observa con algo parecido a reproche. Sonrío, al tiempo que me alejo del centro de la estancia, tomo la toalla que se encuentra alrededor de mi cuello para poder secar el sudor en mi rostro.
—Tres horas no son nada —objeto —Hay una pelea el sábado. Tengo que estar preparado.
Él rueda los ojos, Carter Lerman era algo así como mi mejor amigo. Desde mi llegada a Portland él había sido una de las pocas personas con las que me había preocupado por mantener la amistad.
Nos conocimos gracias a que ambos entrenábamos en el mismo gimnasio, yo lo hacía porque debía prepararme para las peleas, él por simple diversión.
—Falta casi una semana para eso —me recuerda mientras me tiende la botella con lo que creo que es alguna especie de bebida energética —no debes exigirte tanto.
—Trevor no opina lo mismo —mascullo mientras observo a mi entrenador al otro lado de la estancia. A pesar de que estaba bastante lejos de poder competir en algún campeonato de boxeo, me había asegurado de tener a un buen entrenador conmigo. Trevor McGuirre no parecía tener problemas con entrenar a un chico para peleas ilegales, siempre y cuando no me asesinaran, esa había sido su condición.
Además, el dinero que le pagaba por eso era suficientemente bueno como para hacer que olvidara sus quejas.
—¿Cómo sigue el golpe en tu costilla? —cuestiona lanzando una mirada a mi torso mientras elevo la mojada camiseta de algodón. Una mueca se plasma en sus labios. —Ese moretón luce lo suficientemente serio —responde —¿has ido al médico?
Niego.
—No es importante —respondo dándole un último trago a la botella para después dejarla a un costado, junto con mis demás pertenencias. —estaré bien.
—Necesita curar para el sábado —objeta —deberías visitar a un médico.
—Carter, creo que tengo suficiente con mi madre llamando cada semana para recordarme la importancia de las lesiones que las peleas pueden provocar.
Mi amigo eleva las manos, está por decir algo más cuando el grito del entrenador se escucha.
—¡Lewis! —grita desde la otra punta. —¡Trae tu trasero hasta aquí!
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Contra las cuerdas. ©
Teen FictionLuke Lewis tenía un solo sueño: Convertirse en el próximo ganador del campeonato nacional de boxeo en peso ligero. Tenía un único plan: Ganar. Lo único que debería de hacer, era seguir las líneas perfectamente trazadas y planeadas con anterioridad...