No debería estar aquí, una voz en mi cabeza repite con insistencia mientras me encuentro formada en una larga fila para ingresar de nuevo a la vieja bodega en donde se llevaría a cabo la pelea de Luke.
—No me digas que comienzas a arrepentirte —observo a Luisa teclear algo en su celular antes de elevar la mirada y fijarla en mí.
—¿Estás segura que no hay riesgo de que la policía llegue? —inquiero con preocupación mirando alrededor.
Mi amiga rueda los ojos, guarda su celular dentro del pequeño bolso que lleva colgando del hombro antes de apretujarlo contra su pecho.
—Liv, Luke te invitó a verlo pelear, consiguió entradas —pronuncia con obviedad —¿y estás preocupada por la policía?
—¿Sabes lo que me hará mi padre si la policía llega y me descubren aquí? —inquiero. —Venir con Zack fue una cosa, él podría librarme fácilmente de cualquier situación, pero...
Lu coloca las manos a los costados de mi cuerpo, haciendo detener mis palabras.
—¿Puedes dejar a un lado a la niña perfecta y rica y atreverte a vivir la adrenalina por un momento? —pide. —Deja de preocuparte tanto, por Dios.
La fila avanza, impidiéndome continuar con mis quejas sobre estar aquí. Lo cierto es que no había pensado demasiado en si aceptar el trato de Luke era buena idea, y aquí me encontraba, subiendo escalones que se notaban lo suficientemente desgastados como para considerarse seguros.
Un par de silbidos y palabras subidas de tono obtenemos mientras nos dirigimos a nuestros lugares en las gradas, en la primera vez que asistí, Zack se encargó de que todos y cada uno mantuvieran la boca cerrada, ahora no estaba aquí, y tenía que retener las ganas de lanzarles una palabrota a los idiotas que parecían creer que era divertido incomodar con su fallido intento de coquetería.
—Oh, al fin —Luisa se acomoda en el asiento —Luke será el primero en pelear, así que no te preocupes, no estaremos mucho tiempo aquí.
Delante de nosotros, un par de chicos discuten por lo que creo es una apuesta.
—Lo acaba en dos rounds —pronuncia uno de ellos —Thunderbreaker lo hará pedazos.
—Cien dólares a que pierde la pelea —objeta el otro. —He escuchado que hubo un cambio de reglas, Meyer se ha preparado muy duro.
—Doscientos a Thunderbreaker —un codazo es dejado en mi costilla cuando mi voz brota de mi boca, llamando la atención de los hombres frente a mí.
El que parece ser el mayor, sonríe.
—¿Estás segura, preciosa? —inquiere con una sonrisa divertida —¿traes doscientos dólares en efectivo? Aquí no aceptamos tarjetas, princesita.
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Contra las cuerdas. ©
Teen FictionLuke Lewis tenía un solo sueño: Convertirse en el próximo ganador del campeonato nacional de boxeo en peso ligero. Tenía un único plan: Ganar. Lo único que debería de hacer, era seguir las líneas perfectamente trazadas y planeadas con anterioridad...