No se salten la nota del final, porfis.
Tuve que esforzarme tanto como nunca en mi vida para intentar ser el mismo, para conseguir asistir al club y no sentirme miserable por eso. Pero a pesar de mis fuertes intentos, no conseguí tomar los guantes otra vez.
—¿Todo bien? —inquiere Luisa.
—Si —respondo sin mirarla.
Nos encontrábamos en el pasillo del consultorio en donde Luisa tenía su cita médica. Estaba entrando al cuarto mes de embarazo, el bulto en su vientre comenzaba a hacerse más notorio cada día y debido a su petición, hoy la había acompañado.
—¿Seguro? —insististe—. Si no quieres...
—No, Lu, no es eso —la interrumpo—. Estoy encantado de estar aquí, de verdad. Solo que han sido días difíciles para mí, es todo.
Ella asiente con comprensión, no dice nada más y el tiempo que resta hasta que la recepcionista nos informa que podemos pasar, lo pasamos en silencio.
Sigo a Luisa en silencio, parece conocer a la perfección a la doctora que la atiende, ambas se enfrascan en una entretenida conversación antes de llegar al tema por el que estamos aquí.
Escucho con atención las cosas que la doctora tiene para decir y cuando nos pasa a la pequeña habitación para hacer el chequeo, mi cuerpo parece colapsar.
Luisa toma mi mano, me regala una sonrisa mientras susurra un "está bien" y luego, centra su atención en la pantalla.
—Y ahí lo tenemos —fijo mi entera atención en la pequeña forma que aparece en el recuadro negro. Unas líneas punteadas lo rodean, apenas y tiene forma, o a lo mejor soy yo quien no consigue distinguirla.
—Todo parece estar en orden —continúa la doctora—. Es un bebé muy sano, ¿quieren escuchar el corazón?
—¿Eso es posible? —la doctora sonríe.
—Es completamente posible. —informa—. La observo tomar una especie de aparato raro, Luisa luce completamente tranquila sobre la camilla mientras que yo estoy a punto de sufrir un maldito colapso nervioso.
—¿Listos? —ambos asentimos.
Ella activa algo y entonces el sonido llena la sala. Sonrío, Luisa lo hace también y se aferra a mi mano mientras sus ojos se cristalizan. El sonido es fuerte, constante y rápido.
Su recuerdo se cruza por mi mente, me arrebata la felicidad momentánea porque algo me repite que no soy yo quien debe de estar aquí. Que el que debería de estar escuchando esto, es Carter, el que debería disfrutar de su hijo es él, no yo.
No sé cómo consigo tolerar el resto de la consulta, Luisa parece haberse dado cuenta de que algo va mal y tan pronto como la doctora nos despide, salgo.
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Contra las cuerdas. ©
Teen FictionLuke Lewis tenía un solo sueño: Convertirse en el próximo ganador del campeonato nacional de boxeo en peso ligero. Tenía un único plan: Ganar. Lo único que debería de hacer, era seguir las líneas perfectamente trazadas y planeadas con anterioridad...