40.- Tortura.

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**Haré actualizaciones diarias hasta el sábado :) ¡Estén pendientes!


Aún estoy en el piso cuando Caleb llega

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Aún estoy en el piso cuando Caleb llega. Lo escucho discutir con Olivia detrás de la puerta, él grita algo a lo que no le presto atención, y ella responde del mismo modo.

Distingo un "largo de aquí" y luego más gritos de parte de ambos.

Me he apartado de la puerta, ahora estoy recargado contra una de las paredes sintiéndome tan miserable como nunca.

La puerta se abre con brusquedad, soy consciente de la manera en la que Caleb pasa la vista con desespero por la estancia hasta que recae en mí.

—Luke...

Estoy temblando cuando se acerca, no consigo hablar porque el nudo en mi garganta me lo impide.

—Hermano ¿qué pasó? ¿Qué...?

—Ella sabía todo—mi voz suena torturada—. Ella me mintió, Caleb.

Tan pronto como se coloca en cuclillas a mi costado, me rompo por completo. Me permito ser tan frágil como necesito.

Los brazos de Caleb me rodean, me apega a su pecho mientras un grito furioso brota de mi garganta.

—Déjalo ir —dice dando un par de palmadas suaves sobre mi espalda—. Déjalo ir.

No sé cuánto tiempo permanezco ahí, tanto que parezco olvidar que en menos de treinta minutos se llevará a cabo el funeral. Solo así me obligo a ponerme de pie.

Mi aspecto no es el mejor, mis ojos están hinchados, los moretones en mi piel aún no desaparecen así que tengo un aspecto más que deplorable.

Caleb no me apresura, permanece en la sala aguardando por mí. Me lavo el rostro aun cuando sé que eso no ayudará en lo más mínimo, y cuando sé que no hay nada más que pueda hacer, salgo.

No hablo en todo el camino, mi hermano no pregunta nada y lo agradezco infinitamente. No insiste, no presiona, solo conduce en completo silencio.

Cuando llegamos, no me atrevo a bajar del auto.

—No tienes que bajar. Podemos quedarnos aquí, estoy seguro de que ellos lo entenderán.

—Tengo que hacerlo —mi voz es ronca. A lo lejos distingo la figura de Montserrat caminando hasta nosotros. —No debe estar aquí, le pedí que volviera a casa.

—No la apartes, solamente quiere ayudar —murmura—. Ella está bien si eso es lo que te preocupa.

Bajo del auto cuando Montserrat llega a nosotros. Sonríe con suavidad, extendiendo una de sus manos en mi dirección.

La tomo, el contacto me resulta reconfortante. No pregunta por Olivia, y por la mirada que comparte con Caleb, sé que algo sabe.

Me aferro a su mano mientras atravesamos el campo, Caleb camina detrás de nosotros. Montserrat me tiende unas gafas oscuras, me las coloco sin decir nada. me detengo justo antes de llegar, mi respiración se vuelve pesada mientras observo a los padres de Carter.

Contra las cuerdas. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora