37.- Antes del desastre.

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Sostengo el celular contra mi oreja, sujetándolo con uno de mis hombros mientras examino todas las prendas en el armario

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Sostengo el celular contra mi oreja, sujetándolo con uno de mis hombros mientras examino todas las prendas en el armario.

—¿Un club? —inquiero —¿Y de quien ha sido la idea?

—Carter dice que quieren divertirse un rato, y nos extienden la invitación a nosotras —informa Luisa del otro lado de la línea—. Las cosas están algo complicadas con él ahora, así que, si te niegas, yo también lo haré.

Sonrío.

—¿Pasó algo más entre Carter y tú? —no es necesario que hable para saber la respuesta, su silencio me lo confirma—. ¡Por Dios, tienes que darme detalles! —. Exijo.

—Te los daré esta noche si aceptas la salida—condiciona. Resoplo.

—No lo sé, Lu. Han sido días complicados y...

—Por esa misma razón, Liv. Despejarte un poco no te vendrá mal. —sugiere—. Además, con el asunto de la pelea puedes pasar un poco de tiempo con Luke.

Mi estómago se contrae cuando recuerdo la pelea, el escaso sentimiento de bienestar que me producía hablar con Luisa se esfuma por completo. La daga de culpabilidad regresa, cierro los ojos por algunos segundos repitiéndome que debo hacer algo.

—¿Sigues ahí?

—Sí, sí. Perdona —murmuro.

—¿Todo bien? Últimamente has estado muy distraída—murmura—. ¿Tienes algún problema?

Tengo más de un problema.

—Todo bien —miento. Lo cierto es que, en este punto, mi vida se había convertido en una auténtica mierda, ocultarle a los demás el desastre que se estaba ocasionando, que yo estaba ocasionando, iba a acabar conmigo.

—¿Qué dices entonces? ¿Iremos? —sonrío levemente, a pesar de que ella no puede verme.

—De acuerdo ¿pasas por mí?

—Sabes que sí. ¡Hasta la noche! —grita antes de colgar la llamada.

Un suspiro pesado brota de mis labios, toco mis sienes impartiendo un leve masaje para intentar disminuir el dolor de cabeza.

Estar al lado de Luke estos días, verlo tan emocionado por la cercanía de la pelea solo hacía que mi corazón se partiera un poco más. Había sido incapaz de hacer algo para obligarlo a bajar el rendimiento, me reprochaba a mí misma el haberlo considerado, pero más aún, el haber cortado llamadas y eliminado correos, correos y llamadas importantes.

Dios, ¿en qué clase de persona me he convertido?

El cargo de consciencia es una mierda, no hay día que esté tranquila sopesando la posibilidad de que Luke se entere de todo, no he sido capaz de decirle, no he tenido la valentía para contarle lo que Zack quiere que haga.

Contra las cuerdas. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora