12.- Infierno

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Definitivamente el club de boxeo no era ni de cerca, lo que yo esperaba encontrar. Quiero decir, sabía que el entrenamiento sería exigente, más de lo que era con Trevor, pero no imaginé hasta qué punto.

Detengo los saltos cuando la campana emite un sonido agudo, suelto la cuerda mientras me inclino hacia adelante y apoyo las manos sobre las rodillas, intentando regular mi respiración.

—¡Lewis, la campana no significa que dejes de saltar! —grita Justin desde el otro lado del lugar.

Soy consciente de las miradas burlonas que el par de chicos a mis espaldas me dedican, parecía que aquí no acogían muy bien a los nuevos, o tal vez era solo a mí, en realidad no me importaba.

Tomo una profunda inhalación, llenando mis pulmones de aire antes tomar la cuerda y comenzar de nuevo con los saltos.

—Si es demasiado para ti, tal vez deberías regresar a tu pequeño gimnasio —un chico del cual no sé el nombre se coloca frente a mí con gesto relajado, mientras sonríe con diversión—. Este será el infierno para ti, novato.

—Créeme, ya he estado en el infierno —detengo los saltos solo para conseguir colocarme frente a él con una postura más segura —y esto no se le parece ni un poco.

—Además, eres un fanfarrón ¿no es cierto? —inquiere.

—Solo hablo de lo que soy bueno —aseguro acomodando la cuerda de nuevo para continuar.

—Si eres tan bueno, entonces no tendrás problema alguno en subir —toma el par de guantes que están sobre el cuadrilátero y hace un gesto con la cabeza—. Tu bodega no se compara con esto, Lewis.

—Claramente no lo tengo —dejo las cuerdas a un costado. El chico parece satisfecho y en el momento en el que intento tomar mis guantes, la voz de Justin me detiene.

—No, de ninguna manera vas a subir ahí —advierte arrebatándome con un movimiento los guantes—. No aún, Lewis.

—Entrenador...

—Dije que aún no —pronuncia con firmeza. —Y ustedes, en vez de estar retando a los nuevos deberían estar entrenando —reprende —que no quiero que en el cuadrilátero los hagan pedazos.

El chico sonríe, me dedica un asentimiento y luego se marcha.

—Justin...

—Cuando estés listo yo mismo te obligaré a subir a ese cuadrilátero —afirma devolviéndome los guantes.

—¿Y cuándo será eso? —inquiero —Justin, he estado más de tres semanas entrenando, haciendo todo lo que dices y...

—Esto no se trata de semanas, Luke —masculla con firmeza —no puedes pretender ser bueno por haber entrenado un par de semanas, mis chicos llevan años aquí, no puedes compararte con ellos.

Contra las cuerdas. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora