Han pasado seis meses desde la última vez que lo vi. Seis largos meses en los cuales me había esforzado por retomar mi vida, por acoplarme a la forma en la que debía vivir ahora.
Lo he echado de menos, cada maldito segundo desde que nos despedimos en aquella acera. No he sabido más de él, he hecho mi mayor esfuerzo para no revisar su perfil en redes, me he alejado tanto de las noticias de boxeo y canales deportivos porque sé que inevitablemente lo veré ahí algún día.
Y no estoy lista, no creo estar lista para mirarlo recuperado. Para ver cómo ha conseguido salir adelante.
—Vaya, eso es una buena noticia —dice Alexa con una sonrisa—. Gerente administrativa, ya venía siendo hora de que esa gente se diera cuenta de tu potencial.
—Supongo que sí —le doy un sorbo a la taza de café—. He conseguido un departamento, es más pequeño, pero mucho más económico.
—Liv, sabes que puedes venir conmigo —me recuerda—. Estoy demasiado sola en casa, y no me vendría mal tenerte como compañera.
—He abusado demasiado de tu generosidad, Lexi, no quiero...
—Oh, vamos. No eres una aprovechada si eso es lo que piensas, somos amigas, déjame ayudarte. Con el asunto de tu familia...
La incomodidad se presenta en mi pecho.
—El asunto de mi familia es muy aparte —mascullo—. No me interesa saber nada de ellos.
—Zack no opina lo mismo. Me preocupa que pierda el control otra vez.
Suspiro.
Zack parecía demasiado paranoico con que fuera a la policía a declarar en contra suya, la única prueba que tenía era el mensaje en mi celular, y él lo sabía bien. Así que un par de semanas luego de haber hablado con Luke, irrumpió en mi departamento. Alexa estaba conmigo esa noche y seguramente debido a su presencia, Zack no me envío al hospital.
Destrozó mi sala, me arrebató el celular y lo hizo pedazos, Alexa llamó a la policía, pero lo más que pasó detenido fue un par de horas. Una orden de restricción fue la mejor opción, sabía de lo que era capaz, sabía que en algún momento podría regresar y hace algo mucho peor, no le importaba acabar conmigo, ya lo había demostrado. Lo único recuperable del desastre fue mi número telefónico, gracias al cielo el chip quedó intacto.
Eliminó la única prueba que tenía en contra suya, si pensé en algún momento ir a la oficina de policía, ahora no tenía nada más que mi palabra.
—Está la orden ¿recuerdas? Zack podrá ser muchas cosas, pero no es estúpido. Sabe que, si la rompe, mi padre no podrá hacer nada para librarlo.
—La amenaza de Nicolás...
—Supongo que fue eso lo que lo hizo perder el control —suspiro con pesadez—. Si cae ahora, mi padre no tiene como salvarlo. No sabes lo bien que me hace saber que seguramente ambos están comiéndose la cabeza al imaginar el momento en el que Nicolás Lewis cumpla su amenaza.
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Contra las cuerdas. ©
Teen FictionLuke Lewis tenía un solo sueño: Convertirse en el próximo ganador del campeonato nacional de boxeo en peso ligero. Tenía un único plan: Ganar. Lo único que debería de hacer, era seguir las líneas perfectamente trazadas y planeadas con anterioridad...