Son cerca de las seis de la mañana cuando el timbre suena con insistencia, suelto un quejido, removiéndome sobre el colchón y maldiciendo en voz baja.
¿Quién rayos toca el timbre de esa manera tan temprano?
El sonido vuelve a escucharte, resonando en cada pared y obligándome a salir de la cama. Tomo la camiseta que está a un costado, colocándomela mientras bajo las escaleras con algo de prisa, intentando al mismo tiempo no caer.
—¡Ya voy! —grito cuando el timbre sigue sonando como si la vida de la persona detrás de la puerta dependiera de eso.
En cuanto abro, la sorpresa invade cada parte de mi cuerpo.
—¡Tío! —La suave voz de mi sobrina se deja oír, y luego tengo su pequeño cuerpo abrazado a mis pies.
—¡Hanny! —me inclino, tomándola en brazos y disfrutando el sonido de su risa cuando dejo varios besos contra una de sus mejillas—. Pero que grande estás, princesa, cuanto has crecido.
—¿Habrá el mismo recibimiento para mí? —dejo de mirar a mi sobrina para observar a mi hermana, su vientre es completamente notorio, y mi sonrisa se hace más grande al mirarla.
—Oh, hermanita, el embarazo te sienta de maravilla—confieso acercándome a ella aún con Hannah en brazos.
—¿Y el recibimiento para el cuñado? —Una leve risa me invade al ver a Jack, el esposo de mi hermana, aparecer con un par de maletas.
—Hola, Jack. Te abrazaría, pero como vez, tengo los brazos ocupados. —Él ríe—. Pasen.
Me hago a un lado para permitirles el acceso a la casa, cierro la puerta cuando ya han entrado y los sigo aún con Hanny en brazos, quien se rehúsa a bajar de ellos.
—No llamaste, de haberlo sabido...
—Quería que fuese sorpresa —manifiesta—. Aunque... no está tu chica aquí, ¿verdad?
Sonrío.
—No, no está.
—¿Chica? ¿A caso al fin alguien te ha conquistado? —inquiere Jack con diversión. Montserrat golpea su hombro con ligereza, pero ella también mantiene una sonrisa divertida en los labios.
—Digamos que estamos en proceso de ver qué sucede —me encojo de hombros, centrando mi atención en Hannah—. ¿Cómo va el embarazo? ¿Todo en orden?
—Todo en orden —confirma colocando una de sus manos sobre su vientre—. Es un niño.
Elevo la mirada, la sonrisa orgullosa que Jack mantiene en el rostro me hace saber que probablemente el deseaba eso.
—¿Esta vez no quisiste hacerlo sufrir? —inquiero con burla.
—Creo que me ha hecho sufrir demasiado durante largo tiempo —objeta Jack.
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Contra las cuerdas. ©
Teen FictionLuke Lewis tenía un solo sueño: Convertirse en el próximo ganador del campeonato nacional de boxeo en peso ligero. Tenía un único plan: Ganar. Lo único que debería de hacer, era seguir las líneas perfectamente trazadas y planeadas con anterioridad...