Una semana después del ataque.
Todo estaba realmente jodido. Si imaginé que el momento en el que Luke se enterase de todo sería una pesadilla, no pude estar más equivocada. Esto está muy lejos de ser una pesadilla, es un completo infiero.
—Luke, por favor, necesitamos hablar—pido con los ojos cerrados mientras sostengo el teléfono contra mi oreja—. Te juro que hay una explicación, solo necesito que me dejes dártela.
El sonido característico que marca el final del tiempo para el buzón se deja oír. Resoplo, lanzo el celular contra el escritorio mientras inclino la cabeza hacia adelante.
Era un caos, un completo desastre que yo misma había ocasionado, uno que yo misma había creado. Luke no me respondía las llamadas, ni los mensajes, tampoco obtenía alguna respuesta al ir hasta su departamento, estaba ignorando por completo mi existencia y eso, me estaba matando lenta y tortuosamente.
Eso es lo que mereces.
La voz en mi cabeza no se ha callado ni un solo segundo, desde que Luke me echó del departamento, no ha dejado de repetirme que todo, absolutamente todo, es mi culpa.
La idea de ir a la policía no abandonaba mi mente, tenía el maldito mensaje de texto, podía asegurar que Zack estuvo involucrado, pero existía la posibilidad de que me acusaran de ser cómplice, porque sabía lo que podía pasar, y no hablé.
Fui tan cobarde como para llamar a la policía en ese momento ¿hubiese hecho la diferencia? Luisa lo sugirió, me gritó que tenía que llamar a la policía e informar que mi hermano posiblemente cometería un crimen. Pero no lo hice.
—Liv, tu padre quiere verte— informa Alexa con una mueca dibujada en los labios.
Suspiro. Asiento levemente mientras me incorporo del asiento. El sonido de mis pasos por los pasillos es lo único que llena mis oídos mientras camino hacia la oficina de Matías, él está ahí, Zack a su costado.
No he hablado con este último desde esa noche, con mi padre, aunque lo desease el trabajo nos exigía comunicación y había ocasiones, como esta, en donde no podía negarme.
—¿Querías hablar conmigo? —inquiero con seriedad.
—Sí, he recibido una llamada de Nicolás Lewis —informa—. Estará aquí pronto.
Mi cuerpo se tensa, aprieto la mandíbula mientras intento aparentar que nada de esto me está afectando.
—Quiere discutir los términos de la fusión, y un par de asuntos más. Deberás estar aquí cuando él llegue.
Zack y yo compartimos una mirada.
—No es buena idea de que Zack esté aquí cuando Nicolás llegue —sugiero—. No querrá ver al hombre que le dio una paliza a su hijo.
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Contra las cuerdas. ©
Teen FictionLuke Lewis tenía un solo sueño: Convertirse en el próximo ganador del campeonato nacional de boxeo en peso ligero. Tenía un único plan: Ganar. Lo único que debería de hacer, era seguir las líneas perfectamente trazadas y planeadas con anterioridad...