Ha pasado cerca de un mes desde el encuentro que tuvimos con el padre de Luke, un mes en donde las cosas se salieron un poco de control.
En primer lugar, no habíamos recibido ninguna contestación de parte de Nicolás Lewis, mi padre estaba algo ansioso respecto a eso, estaba más irritado que de costumbre y eso hacía que, en más ocasiones de las que me gustaría, se terminara desquitando conmigo.
Luego estaba Zack, el repentino escándalo en el que se había envuelto comenzaba a hacerse cada vez más grande, mi padre estaba furioso, su promotor también. Al parecer, uno de los boxeadores a los que se le planteó la pelea arreglada decidió abrir la boca y contar a los cuatro vientos los planes de Zack.
Desmentirlo no había servido de nada, el promotor de mi hermano estaba algo preocupado porque la federación de boxeo decidiera intervenir, la reputación de Zack estaba comprometida, ninguno estaba dispuesto a dejar que eso ocurriera.
Por otro lado, Luke parecía resaltar cada vez más, la última pelea que tuvo, aunque esta vez no ganó por nocaut, si ganó por puntaje, y mucho. Me alegraba verlo triunfar, ver lo bien que parecía estarse desenvolviendo en su carrera.
Zack grita algo al teléfono, llamando mi atención.
—¿Qué ocurre? —inquiero.
—Todos son una bola de idiotas que no saben hacer nada —masculla con molestia lanzando el celular contra el sillón.
La irritabilidad que cargaba en los últimos días no era para menos, necesitaba encontrar una pelea pronto, de lo contrario, podría perder el cinturón. El problema aquí es que nadie parecía querer dársela.
—¿Tú promotor no ha conseguido nada? —inquiero. Él niega. —No dijiste que estabas interesado en proponerle la pelea a Luke —resopla.
—Eso fue idea de Kurt —confiesa—cree que al estar iniciando podría ser una pelea sencilla, pero el idiota de tu novio no quiso aceptar el arreglo.
—No es el único que se ha negado —le recuerdo—. Y deja de llamarlo idiota.
—Solamente ha tenido suerte. —Retengo el impulso de rodar los ojos cuando Zack habla—. La fama que llega de prisa, de igual manera se va.
—Admite que estás celoso —mascullo para molestarlo.
—¿Celoso? ¿De ese idiota?
—Bueno, ese idiota es el hijo del hombre que puede salvar nuestras empresas —le recuerdo—. Y ese idiota te rechazó una pelea.
—Además de idiota, estúpido. Si hubiese sido inteligente, podría haberse dado cuenta de que aceptar le beneficiaría más de lo que imaginó. Su repentina fama pronto va a acabar. Solo tuvo suerte.
—¿Por qué lo detestas tanto? No te has dado la oportunidad de conocerlo, siempre estás hablando mal de él. —reprocho con impaciencia.
Zack suspira.
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Contra las cuerdas. ©
Teen FictionLuke Lewis tenía un solo sueño: Convertirse en el próximo ganador del campeonato nacional de boxeo en peso ligero. Tenía un único plan: Ganar. Lo único que debería de hacer, era seguir las líneas perfectamente trazadas y planeadas con anterioridad...