ÁNGELA.
A Covarrubias se le había roto el corazón, le ardían los ojos y de pronto se sintió el ser más inferior del planeta, ella lo observó por un pequeño instante a la luz de la luna y hablo. - T-tienes toda la razón... Yo lo siento, Ho- Horacio... - Ángela se dió media vuelta y camino tan rápido como sus pies le podrían responder, se le hizo nudo la garganta y sus lágrimas comenzaron a salir de sus orbes esmeraldas, le dolía tanto el pecho que se abrazo a si misma como si su vida dependiera de ello, entro corriendo a la casa y pudo escuchar la voz preocupada del rubio a quien había tomado por sorpresa su apareció tan agitada.
- Doctora, ¿Que ha pasado?... ¿Doctora?- El rubio había dejado su cena a medio preparar caminando tras la mujer que no paro su marcha y cerró la puerta llegando a su habitación.Gustabo tocó un par de veces con desesperación la puerta de su habitación.
- Por favor abrame, ¿Que ha pasado?.- dijo le rubio tras la puerta ignorando todo el caos que Horacio había echo mientas la mujer lloraba en silencio aún tomada de el pomo.
- Doctora... ¿Y Horacio?- Gustabo insistió una vez más pues sabía que la mujer estaba esperando fuera al peliazul desde hace un buen rato y sintió una punzada en su espina dorsal cuando no lo vio aparecer tras de ella, el rubio aún tenía en mente la imagen de su hermano tendido en el asfalto.
Ángela dejo el pomo de la puerta para recargar su cuerpo en ella sintiendo la fresca madera en su mejilla.
- Horacio, está en la playa y... No... te preocupes cie... Gustabo, esta todo bien.- Dijo la mujer con la voz entrecortada dejando preocupado al oficial delante de su puerta.
"¿Horacio había vuelto a tomar?" fue le pensamiento que le pasó por la cabeza al rubio mientras su ceño se fruncía y se alejaba de la puerta, aquella idea no le gustaba nada, pero... "¿Porque Ángela lloraba?"Ángela no esperaba escuchar aquellas palabras tan duras por parte de el peliazul y no sabía que hacer por que simplemente el tenía razón, ella no era su madre y por el echo de vivir juntos no significaba que tenía algún tipo de derecho ante el, ya era un hombre y sus decisiones podría tomarlas con o sin su ayuda.
La mujer se sentó en la esquina de su cama aún apretando su pecho sentía como el muro entre ambos se había alzado lo más alto posible y no había ninguna fisura para que ella pudiera entrar de nuevo y recordó todo nuevamente.
" Ángela se había sentado en la banca a un lado de la puerta esperando con algo de inquietud a qué Horacio llegará del trabajo, si Jack no había podido sacarle nada a su hijo ella quizá pudiera al menos hacerlo ver qué para todo hay solución.
La tarde comenzaba a caer y la castaña se ponía de pie cada dos por tres para asomar su cabeza hacia la esquina donde el bus dejaba al ex crestas, y después del quinto intento lo observó bajando con su mochila en la espalda y su mirada en el suelo, la mujer sonrió ampliamente como cuando veía a cualquiera de los dos jóvenes llegar sanos y salvos a casa.
Ángela bajo los peldaños de piedra para llegar hasta la acera y recibir al peliazul que aún no se daba cuenta de su presencia.
- Hijo, por fin llegas a casa. - La mujer le dijo con mucha energía tratando de aminorar el sentimiento de preocupación que podía esconderse en su mirada.
Horacio paro su paso a una distancia considerable de la mujer, elevó la vista y la observó por un instante para después desviar la mirada.
- ¿Estás cansado? - Pregunto la mujer rompiendo el pequeño silencio entre ambos.
- No... - Contesto el joven aferrando una de sus manos a la hombrera de su mochila.
- Tengo la impresión de que la noche será hermosa, acompáñame a dar una vuelta a la playa, ¿te parece?- Dijo la mujer acortando la distancia que había entre ambos poniéndose a un lado de el. - Pero...- Ángela no dejo que el hablara más, tomo su mano libre y cruzaron la calle sin tránsito, por suerte la playa les quedaba a una escalera larga de distancia.
