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- Muy bien jovencito, a la cama - Horacio asintió mientras se dejaba empujar por la mujer hasta entrar en la casa. Angela cerro las puertas con llave, pero el chico asomo por la ventana con curiosidad pues segundo antes había escuchado como un auto frenaba con fuerza, se trataba de un carro completamente negro, Horacio entorno los ojos casi pegándose a la ventana para ver quien manejaba el vehículo. - ¿Sucede algo? - pregunto la mujer colgando el llavero en su lugar. - Alguien acaba de estacionar fuera, ¿Escuchaste el estruendo? - Ángela prendió la luz de la entrada de la casa y se dirigió donde el joven hacia guardia, pero no pudo ver con claridad, pues cuando asomo su cabeza tras la cortina como un rayo el auto arranco. - ¿Era algún vecino? - pregunto el crestas alzando la cabeza para ver a la doctora, ella negó. - Quizá era alguien que venía de la playa. - ambos se encogieron de hombros restándole importancia al tema.

Angela condujo a Horacio a una de las habitaciones, así como en el departamento el cuarto no tenía más que closet, una cama matrimonial, una mesita de noche y un sillón bonito, con diferencia que ahí tenía su propio lavabo. Angela lo ayudo a subir a la cama mientras él se ponía cómodo, ella se dirigió al closet para sacar un par de mantas. Horacio acomodo bien la almohada en el respaldo y descanso su cabeza. - Hoy tengo que agradecerle por muchas cosas. - Ángela se sentó al otro lado de la cama subiendo los pies quedando recargada en el respaldo. - No tienes nada que agradecer, lo hago con gusto.- ambos sonrieron. - bueno, es hora de dormir. - le pellizco la mejilla. - Ángela... Antes de que se valla... ¿puedo contarle algo? - La mujer giro su cuerpo para poderle ver mejor, ella hizo una pequeña reverencia con la cabeza invitándole a seguir. - Verá. - suspiro. - Recuerda al sujeto que estaba en la recepción del hotel hoy en la mañana? - Ángela lo pensó un poco y respondió. - Si, lo recuerdo.- Horacio sonrió ladinamente. - Él es el comisario Viktor Volkov. - la doctora alzo ambas cejas, ahora tenía sentido el comportamiento de Horacio. - Aún... Aún no estoy preparado para encontrármelo de frente... Me preocupa por que tendré que verlo en un par de semanas... - confesó el chico mirando a la mujer implorando ayuda desde sus pupilas. - Entiendo tu posición cariño, pero deberás tomar las cosas con la mayor calma posible, sé que en unas semanas no te vas a olvidar de los sentimientos que tienes hacia el comisario, sé que vas a tardar, pero hay veces en la vida que solo debes de llegar y hacer lo que tienes que hacer, así que una vez más te repito tómalo con calma, haz tu trabajo y toma tu espacio si lo crees pertinente. - Horacio asentía en repetidas ocasiones mientras escuchaba a la mujer a su lado, y eso haría, seguiría indicaciones y si no tenía por qué hablar con él, no lo haría, ¿sonaba infantil?... si... pero no tenía nada de qué avergonzarse, no quería explicaciones, no quería disculpas, ni siquiera soportaba verle de lejos, era algo complicado y él quería cuidar su corazón.
- ¿Qué es lo peor que puede pasar?, A ver imaginemos que yo soy el comisario. - Ángela se sentó frente a él, se aclaró la garganta. - Buenos días Horacio. - el chico soltó una risita por la voz de hombre que había tratado de imitar, pero le siguió el juego. - Buenos días comisario. - Horacio se soltó a reír junto con la doctora. - No, no, esto no va a funcionar. - seguía riendo mientras hablaba. Después de unos segundos de risa Horacio volvió a ponerse serio. - Es que tenerlo parado frente a mi... Escuchar su voz... No puedo... Recuerdo cada palabra que me dijo aquel día y me pongo mal...- dijo las crestas, la doctora lo miro con ternura y acaricio su mejilla. - Ese comisario no sabe cuánto amor dejo ir, no estaba consciente de a quien estaba dejando ir. - Horacio sonrió leve agachando la cabeza. - Pero deja la tristeza cariño, algún día encontrar a alguien que te quiera tanto como tú lo quieras. - acuno las manos del chico haciendo que volviera a mirarla y le sonrió.

- Era cuestión de tiempo para que se encontraran de nuevo, viven en el mismo edificio y trabajan juntos. - Palmeo el dorso del crestas.
- He estado pensando en dejar el piso del edificio. - Ángela frunció el ceño. - ¿No lo harás por el comisario?, ¿Verdad?- - Le seré sincero, la principal razón por la que me mudé ahí era para complacer a las historias que me inventaba en la cabeza. - Una pequeña sonrisa triste se instaló en sus labios. - Me imaginé encontrarlo en el ascensor y ofrecerle irnos juntos al trabajo o como en las películas que el ascensor se paraba por algunos minutos y los protagonistas se besaban sin reparo- A Horacio lo invadió un calor que se reflejó en sus mejillas ahora con una sonrisa avergonzada en sus labios, Ángela le dio unas palmaditas sonriéndole, sin duda Horacio necesitaría tiempo para olvidarse del ruso. - Pero ahora las cosas son diferentes, y no me siento con las fuerzas de seguir viviendo ahí, sumándole que mis ahorros ya no pueden sostener el coste del departamento. - Se encogió de hombros. - Ya veo, sea muy aparte por el sueldo o por el comisario y tus razones yo te apoyo cariño, si no te sientes a gusto puedes irte, solo no quiero que sientas que lo haces por cobarde, porque esto no es un acto de cobardía, es una simple protección para ti mismo y está bien, ¿De acuerdo? - Ángela le guiño. - 10-4 Doctora Ángel. - Covarrubias paso un brazo por el hombro del chico y le dio mimos para reconfortarlo, Horacio recargo su cabeza en el hombro de ella. Las horas transcurrieron con platicas amenas reemplazando las tristes de aquella noche hasta que ambos se quedaron dormidos en la misma cama.

Le toca a él...  VOLKACIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora