GUSTABO.
El rubio se removió con pereza entre sus sábanas mientras escuchaba la alarma de su celular a su lado en la mesita de noche, alargó la mano para tomarlo y acabar con su desesperada melodía, el joven se sentó en la cama y se estiró dando un bostezo largo, se paró al fin de la cama abriendo las cortinas dejando ver aún la oscuridad de la mañana, por desgracia había perdido una apuesta boba y tuvo que cambiar el turno con uno de sus compañeros aún que el día de ayer tuvo dos turnos seguidos, pero hoy estaba de muy buen humor, por fin había dormido bien y en su cama, ¿qué mejor que eso?.
Tomo su cambio de ropa y se llevó su toalla en el hombro encaminándose hacia la ducha para comenzar a asearse. Una vez terminado de su baño se dirigió a la cocina tallando sus rubios cabellos en la toalla para abrir la nevera y ver qué podría comer cogiendo un cartón de jugo de naranja dejando sobre sus hombros la toalla, lo olisqueo para después beber un largo trago de este, cuando terminó con el líquido que apenas sobrepasaba la mitad lo dejo en la encimera más cercana botando la toalla al piso y metió su cabeza en la nevera para poder encontrar algo de la comida comprada que estaba acostumbrado a comer cuando estaba solo, tomo el tóper, lo destapó y se encamino hacia el microondas para calentar su desayuno.
Con el estómago lleno tomo el llavero del frutero de la cocina y salió de su casa para montarse en su vehículo amarillo y comenzar a manejar hacia la comisaría, el cielo comenzó a pintarse con matices naranjas dando a conocer que pronto amanecería.
Gustabo manejo lento mientras disfrutaba las canciones de la radio y cantaba cambiándole la letra a las canciones mientras golpeaba el volante.
- Suavemente be-sa-me, que yo quiero sentir tus labios, besándome otra veeeeeeez- Entro cantando a la comisaria mientras las miradas de los ahí presentes se posaban en él, unos sonriendo y otros confundidos, pero a Gustabo no le importo en lo más mínimo, hoy tenia los cojones católicos y nadie iba a cambiar su actitud. Entro en servicio encaminándose hacia la oficina de Conway, tomo el pomo y la abrió con fuerza haciendo que esta chocara contra la pared, entro bailando mientras tarareaba la canción que antes cantaba siendo mirado por las 3 personas dentro de la oficina.- ¿¡Que te pasa anormal!? - Grito el superintendente golpeando su escritorio alzando ambas cejas. - ¿Está usted bien Gustabo?... ¿Se intoxico antes de venir a trabajar? - Lo miro Greco entre curioso e indeciso. Gustabo siguió su paso lento hasta sentarse frente al escritorio, a Conway lo saco de sus casillas. - ¿¡Te han hecho una pregunta! Gustabo suspiro. - Uno no puede venir de buenas al trabajo y ya está?... ¿Drogadicto?, ta feo eso comisario, ta feo. - Se hizo el indignado. - ¿QUE COJONES QUIERES? - Conway se paró de su asiento haciendo a los comisarios retrocedieran un poco. - Venia a darle los buenos días, pero ya que esta de amargado, chao- Se paró con rapidez y corrió a hacer su 10-33.
El día de Gustabo se centró en persecuciones mientras que cantaba canciones por la radio adrede haciendo que Conway o alguno de los superiores lo mandara a callar, cosa que le daba gracias y después de 10 minutos comenzaba a cantarles de nuevo contagiando a algunos o sacando risas a otros, y bueno a Conway haciéndolo rabiar.
La tarde estaba por terminar y eso significaba que el rubio tenía que ir a casa, estaciono su Z en el parking de la comisaria, entro y saludo a los que aún estaban por ahí sacándole el dedo del medio a Brown solo para no perder la costumbre, tecleo en el computador su número de placa para salir de servicio, se dirigió a la oficina del superintendente. - Abuelooooo!- Grito. - Todo el día estuviste tocando los huevos y tienes la osadía de venir a gritar ahora. - el rubio le guiño. - ¿Y por qué ahora estas tan feliz gilipollas?, ¿fuiste a hacerte las pajas? - Dijo el mayor instalando una sonrisa socarrona en su rostro con Volkov a su lado. - Nop, solo he dormido bien. - se cruzó de brazos. - No me digas que le diste pastillas a Horacio para dormir...- Conway lo dijo con irritación quitándose los lentes, Volkov miro a Gustabo y después a Conway - No. no. no, siempre pensando lo peor de mí. - Se sentó en la silla de siempre. - Hace dos días dijiste que si Horacio no te dejaba dormir lo harías.- Gustabo río. - ¿Y tú me crees? no,no,no. Yo dormí de puta madre porque Horacio no durmió en casa. -