008

2.2K 234 78
                                    


Las horas pasaron hasta que sus estómagos pedían comida, la sala frente a la oficina de Covarrubias estaba vacía. - Muy buen trabajo enfermero Horacio. - le dijo la doctora llenado unos papeles que tenía en el escritorio. El chico sonrió ampliamente estirando su espalda en la silla de ruedas. La doctora barajo los papeles ordenándolos para meterlos en el folder y después en el primer cajón de su escritorio. - Bien, muy bien. - suspiro levantándose de su asiento caminando hacia el chico. - ¿Que tienes ganas de comer cariño? - pregunto la mujer estando ya a un lado del crestas. - Mmmh... ¿Pizza? - levanto la mirada hacia la mujer. - Bueno, va pues pizza será. - Horacio aplaudió sonriendo mientras la doctora tomaba su bolso y dejando la bata en el sillón. Tomo la silla comenzando a empujarla hacia la puerta para salir de la oficina. - ¿A comer? - pregunto la señorita que les dio la información en la mañana. - Si, iremos a comer. - la doctora palmeo a Horacio y entro en el cubículo para darse de baja. - ¿Has ido alguna vez a Pizza Deprizza? - pregunto. - No, casi siempre pedimos para comer en casa. - se encogió de hombros. - Bueno, pues iremos a que la pruebes, no es un restaurante muy grande, pero son las mejores pizzas de los Santos. - Dijo la doctora bajando a Horacio por la rampa del hospital para dar vuelta hacia el estacionamiento.

Ya una vez Horacio cómodamente sentado en los asientos de atrás se puso el cinturón de seguridad en el carro de la doctora, era un mini cabrio convertible en un bonito color gris oscuro, la doctora bajo el capo y comenzó a manejar hacia la pizzería. - ¿Puede, puede poner algo de música?- se atrevió a preguntar el joven, la doctora asintió prendiendo la radio, paso entre estaciones hasta que escucho un gritito - ¡Temazo! - la mujer detuvo su búsqueda y subió el volumen mientras el crestas cantaba y alzaba las manos al son de la música.

Estaciono en una plaza abierta donde había tiendas de ropa, restaurantes, una farmacia, una tienda de mascotas y al centro una fuente donde la mayoría de la gente estaba sentada en los pedazos de las palmeras daban sombra.

La doctora saco la silla de ruedas de la cajuela para ayudar a Horacio a moverse. El chico por su cuenta abrió la puerta del coche mientras se resbalaba en el sofá para quedar más cerca del borde y no batallar para subir a la silla con la ayuda de la mujer.

Horacio miro a todos lados viendo las tiendas con ánimo, le sentaba muy bien pasar el día con la doctora y su sonrisa lo delataba.

El mozo del restaurante les abrió la puerta indicándoles donde podrían sentarse, Horacio eligió una mesa cerca de las amplias ventanas para poder ver la fuente y las palmeras bailando con la suave brisa.
La mesera llego para tomarles la orden, Horacio estaba tentado a comer pizza con piña, pero al fin quedo una pizza mitad piña, mitad tres quesos. - ¿Qué te parece la pizzería?- le pregunto la mujer.-Es muy bonita, le diré a Gustabo y a papa que vengamos aquí cuando tengamos día libre. - confeso, la doctora asintió sonriendo.

La mesera llego con las bebidas para retirarse a la cocina de nuevo.
-Que buen día a pintado hoy, me alegro que Gustabo me allá dado la opción de poder venir a visitarla. - se sinceró el chico. - Y a mí me da gusto que le hayas echo caso. - el joven asintió sonriendo tomando de la bebida. - Sabe doctora...- fue interrumpido por la mujer. - Puedes decirme Angela, ya dejemos esas formalidades. - el chico rasco su nuca, pero aun así decidido que era buena idea. -Bueno... Angela, hay algo que me perturba un poco... ¿puedo contárselo?- pregunto el crestas dejando las manos inquietas encima de la mesa. La doctora se enderezo en la silla inclinándose un poco para prestarle toda la atención al chico.

-Verá...- soltó un suspiro. - He tenido un sueño recurrente... y no me siento a gusto contándole toda la verdad a Gustabo, lo he estado despertando en las madrugadas gritando... - La mujer ladeo la cabeza animándolo a seguir. -En el sueño me vuelven a atropellar... pero yo estoy intacto... volteo a la calle y ahí están todas las personas que conozco apiladas una encima de otras llenas de sangre...- Tomo un poco de la bebida para por deshacer el nudo que se le estaba atorando en la garganta para proseguir. -Lo peor es que comienzo a escuchar una risa distorsionada y el comisario se abre paso por donde los cuerpos saliendo de ahí lleno de sangre de pies a cabeza y bueno... escucho su voz diciendo una y otra vez su rechazo y ahí es donde me despierto... creo que... bueno aún estoy asustado con el accidente y aun me duelen las palabras de Volkov...- se tallo la cara dejando sus codos en la mesa. -Bueno, pues creo que en ambas cosas tienes razón, y también puedo entender que no quieres que les pase nada malo a tus seres queridos. - La doctora tomo sus manos para descubrir el rostro del chico que había perdido algo de su brillo característico. - Si, también lo creo, sabe... en mi sueño usted es una de las personas en la pila, como le dije a mi me gusta verla sonreír como a todos a mi alrededor, y ver esa pila humana me asusta. - La mujer acuno sus manos con las de Horacio mostrándole una sonrisa pequeña. - No te atormentes más cariño, sé que temes por todos, y es normal, ¿Quién no le tiene miedo a lo desconocido?, y sería muy ilógico que no te sintieras asustado por tu accidente... En cuanto a lo del comisario, te lo repito, quizá las cosas no salieran como tu quisieras, pero eres inmensamente valiente al abrirte y contarle algo así a la persona que te gusta- Horacio asintió bajando la mirada a las manos de ambos.

La mesera regreso cortando aquella platica tan intima para ambos dejando la pizza, los complementos y la vajilla.

Horacio se relamió mientras tallaba sus manos olvidando por un momento su trago amargo para concentrarse en la comida y la hermosa compañía de la tarde

○ ○ ○ ○ ○

GUSTABO.


Entro corriendo sin darle importancia a los gritos de la gente que estaba por ahí, faltaba 1 minuto para que se le hiciera tarde y necesitaba si o si llegar al computador.
Ingreso en la página del CNP escribió su número de placa y con alivio le dio fuerte al enter con alivio.
-¡Bueeeeenas!- Saludo a sus colegas que estaban atendiendo las quejas de la gente en la recepción, mientras caminaban hacia el despacho del Superintendente. Empujo la puerta del despacho mirando a Conway sentado en su silla mientras el ruso acomodaba unos papeles en los gabinetes de la izquierda dándole la espalda a ambos. -¡Vieeeeejo!- dijo a modo de saludo haciendo que levantara la vista con fastidio. - ¿Qué has dicho gilipollas? - hablo con parsimonia acomodándose las gafas. -Nada, nada, que aparte de mayor sordo. - se burló, el mayor se levantó de la silla liberando su porra del cinto, el rubio levanto las manos. - Tranquilo, tranquilo... es más, mire, le tengo una ofrenda de paz. - le entrego la flor que tenía agarrada en su mano, Conway frunció el entrecejo frunciendo los labios. -Que quieres tu con tus mariconadas. - El ruso termino de hacer el papeleo y volteo para ver la escena que se estaba perdiendo sonriendo ladinamente con la sensación de triunfo cada vez que Conway le daba de porrazos al rubio. - Que no es ninguna mariconada, se la manda... Horacio. - el nombre que pronuncio salió con un poco de veneno de sus labios viendo de reojo a Volkov, este simplemente borro su pequeña sonrisa de los labios volviendo a su postura normal. - No me digas que el mariconeti está de jardinero ahora. - Tomo la flor que le ofrecía girándola entre sus dedos. -No, no para nada, Horacio amaneció con la idea de ir a llevarle flores a la Doctora y bueno me dio una para usted...- Mintió. - Anda que fue con la doctora. - Conway había caminado a su escritorio para poner la flor en agua en un vaso con agua que tenía por ahí. Gustabo asintió con lentitud mirando de reojo en diferentes ocasiones al comisario, este seguía igual, en sus brazos cruzados y su cara inexpresiva que a Gustabo tanta rabia le daba.
-Pero... dime una cosa, no se supone que el osito es mariconeti.- dijo refiriéndose a la orientación sexual del cresta. Gustabo sonrió con malicia, había querido llegar a ese punto para tocar un poco los huevos, a él no le era indiferente la forma en que el comisario ahí presente trataba a su hermano y como trataba a los demás. - Bueno, osito es bisexual, pero se ve que ahora se está yendo por el lado de las mujeres. - Se encogió de hombros sentándose en la silla.
-Realizare un 10-33- Dijo con rapidez el ruso saliendo como flecha de la oficina, Gustabo soltó una risa que Conway ignoro, su cometido del día estaba hecho. 

○ ○ ○ ○ ○


Hola! Les dejo 1,000 y tantas palabras fresquitas :3
Hoy quise escribir desde temprano y aquí el resultado de una tarde tranquila después del trabajo :D


Disculpen los fallos y las faltas de ortografía.


Un beso! Cuídense mucho ♥

Le toca a él...  VOLKACIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora