GUSTABO.
- ¿Todo esta bien Doctora?
Contestó la llamada con mucha ansiedad mientras se bajaba de el taxi.
- Si, todo lo está cielo, pero... ¿sabes si Horacio aun está por ahí?
Pregunto la mujer tratando de sonar calmada.- Mmmh, si me da unos minutos se lo digo, acabo de pagarle al taxi, permítame.
Dijo el rubio subiendo las escaleras de dos en dos sosteniendo el móvil aun en su oído.Ángela permaneció en silencio, ella se había quedado 10 minutos mas antes de salir hacia el hospital pues se sentía intranquila y al ver que el menor de los hermanos no llegaba como habitualmente lo hacía no fue capaz de mover un musculo.
Gustabo tecleo su entrada en el ordenador con rapidez, camino con prisa hasta el despacho de Conway y entró sin ningún reparo, tapo el micrófono de su móvil y observo directamente a el pelinegro tras su escritorio sin despegarse de la puerta.
- Oiga viejo - Arrastro las palabras.
Conway frunció el entrecejo para verlo desde detrás de sus gafas oscuras.
- Te he dich.... - Gustabo lo interrumpió.
- Si, si... que toque antes de entrar, o que no le diga viejo, etcétera, y créame que podría seguir pero eso no importa. ¿Horacio se ha ido ya? - Dijo el rubio.
Conway asintió con amargura tras la contestación de García. - En efecto, quizá algunos 5 minutos vi que salía a la parada de autobuses... ¿Por que?- Conway preguntó con algo de preocupación en su tono, Gustabo negó mientras se llevaba de nuevo el móvil al oído.
- ¿Sigue ahí Doctora?
Pregunto el chico.- Si.
Se limitó a contestar la castaña.
- Bien, pierda cuidado, Horacio quizá esta por llegar a casa, Conway me dijo que no tenía mucho que salió de aquí, quizá el colectivo paso mas tarde o se quedó platicando por ahí.
- Tienes razón cielo, quizá está por llegar a casa... bueno... de ser así me voy también deben de estarme esperando, salúdame a Jack, que tengas un buen servicio y cuídate mucho cielo.
Se despedía la mujer aun quedándose con ese pensamiento semi amargo en el pecho, pero no quería interrumpirle aún mas la jornada al chico.
- Lo haré, usted también tenga cuidado y no dude en marcarme si necesita algo.
- Gracias cielo, nos vemos.
- Hasta mañana.
El joven no llegaba hasta otro día muy temprano.
Colgaron.
HORACIO.
No sabía cuanto tiempo se había quedado sentado en el frio suelo de los vestidores, pero sabía que la puerta se abrió mas de una docena de veces, escuchando como compañeros entraban y salían, hablaban, reían y murmuraban aun que para el todo ese ruido era de trasfondo mientras en su cabeza se repetía una y otra vez oraciones sin concluir con la fría y ya distante voz de Viktor Volkov.
" Si Conway, si." . . . "A ver Horacio, yo le voy a ser sincero, ¿De acuerdo? Yo, para tener pareja, para relaciones sentimentales..." . . . " Todo el mundo me conoce en comisaria como una persona seria, como una persona prácticamente... ehhh de hielo, de acuerdo??". . . "Horacio, siéndole sincero, no no estoy para tener, parejas... " . . . y entre aquellas palabras podía escucharse a si mismo.
" ¿Ahora si estas capacitado?... ". . . "¿Ya no eres una persona sería?..., ¿ya no eres de hielo?..."
" ¿Qué hay de malo en mi?" pero la gota que derramó el vaso fue cuando escucho la voz grave de el Superintendente que hizo eco en sus pensamientos "Volkov quizá ella sea la mujer que necesitas, podrías formar tu familia... Volkov... ella sea la mujer que necesitas... Volkov... mujer... formar tu familia... Volkov... Familia... Mujer que necesitas..."
Sacudió su cabeza tratando de espantar las voces de Conway, la suya y la Volkov que se mezclaban convirtiéndose en un susurro que le atravesaba el pecho, tenia que irse de ahí, se puso de pie tomó el pequeño pestillo para abrir la puerta, la empujo y se quedo quieto observándose en el espejo de los lavabos frente a él, observo sus labios blancos producto de tenerlos apretados para no emitir ningún sonido mas, recorrió su rostro hasta parar a su maquillaje corrido hasta las mejillas y por ultimo reparó en su cresta azul despeinada y se sintió enfermo.
Camino con pies de plomo hasta el lavamanos abrió la llave con lentitud mojando sus palmas con el agua fría para enjuagar el resto del maquillaje de su cara, restregó su rostro un par de veces y se secó con brusquedad con la camisa del uniforme que se había quitado, su rostro estaba limpio pero aun se sentía enfermo cuando se veía al espejo.
- ¿Qué hay de malo en mi? - Preguntó a su reflejo.