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Un rayo de sol logro filtrarse por la ventana de la habitación donde un joven de cabellos azules dormía plácidamente hasta que al darse la vuelta este le acaricio el rostro despertándole, el chico se llevó las manos a los ojos y los froto mientras se estiraba en la cama haciendo crujir su espalda.
 Se levantó de un salto y camino al baño para cepillarse los dientes y peinarse un poco el cabello, terminando se fue directo a la habitación principal de la casa tocó dos veces pero no obtuvo respuesta alguna y decidió abrir la puerta lentamente metiendo su cabeza con los ojos cerrados en la rendija que separaba el marco de la puerta al abrirse y ahí entre las cobijas blancas mármol la observó, la doctora Covarrubias dormía plácidamente y sin preocupación, Horacio no pudo evitar sonreír al verle tan cómoda y apacible, saco su cabeza de la habitación para cerrar la puerta tras el. Caminó hasta la cocina y tomo su celular recargándose en la isla de en medio, tenía un mensaje de su hermano "Si no piensas llegar a dormir mínimo avísame." Horacio se llevó la mano a la frente y soltó un suspiro, había olvidado avisarle que se quedaría con la Doctora la noche anterior, se metió en el chat del rubio titubeó un poco pero después comenzó a teclear."Tienes razón, disculpa si te he preocupado, estoy en casa de Mamá... Que tengas buen día." Horacio observo como la palomita cambiaba a color azul y el estado de Gustabo paso de "en linea" a "escribiendo" 2 veces pero no recibió nada más del oficial, Horacio pensaba que aún su hermano seguía algo bravo por la "plática" que había tenido hace algunos días y trataba de poder asimilar que su hermano solo estaba enojado porque realmente se preocupaba por el así que decidió firmar su carta de paz preparándole la pasta tan sencilla pero que a el rubio siempre le había encantando esta noche que llegara a casa y el de trabajar, pero al pensar en el sabor que tendría la cena su estómago reclamó atención haciendo ruido y el chico no tuvo otra idea mejor que comenzar a preparar algunos hotcakes para desayuno encaminándose a la alacena de la casa.
 Una vez con el desayuno preparado lo monto todo en una bandeja que encontró en la cocina, un plato mediano con hotcakes con miel, dos platos pequeños con sus cubiertos correspondientes, un termo con jugo de naranja fresca y sus dos vasitos, tapó el plato mediano con un topper para improvisar los desayunos que se llevaba a la cama de las películas, camino tarareando por el pasillo hasta que quedó frente de la puerta de la recamara principal y tocó 2 veces pero está vez si obtuvo respuesta.- Adelante - era la voz de la Doctora tras la puerta.- Buenos días - Dijo el peliazul entrando en la habitación con voz cantarina.- Buenos días cariño, pero que linda sorpresa me traes ahí. - Ángela observo al chico que sostenía con mucho cuidado la bandeja y la emoción no pudo más que instalarse en la sonrisa que le regaló al recién llegado.- No es nada, usted siempre cocina para mí y bueno... Son unos hotcakes quemaditos con miel...- Dijo el chico con algo de pena en su rostro mientras ponía la bandeja frente a la castaña y tomaba asiento al otro lado de la bandeja.- El platillo estrella de esta casa.- Horacio ensanchó su sonrisa y destapó el plato para poder servir dejando los más "quemaditos" para el mientras la mujer servía jugo de naranja en los vasitos para ambos. - Trate de esperarla pero no pude resistir y me dormí...- Se sincero el chico con una mirada cómplice. La doctora negó mientas tomaba de su jugo de naranja.- Y me alegro que te hayas dormido, por que llegue tarde para que me siguieras esperando- Dejo el vaso en la bandeja - ¿Estuvo tan mal el accidente? - pregunto el chico a lo que ella asintió.- Hubo muchos heridos de gravedad...- suspiro.- Hubo... ¿Hubo bajas?- Horacio apretó los labios.- No, no tuvimos bajas - Ángela le sonrió disipando la preocupación del oficial frente de ella.- Que bueno, espero que la gente salga lo antes posible -
- Ya verás que si cariño - Palmeo el dorso de la mano del chico y le sonrió mientras el chico asentía con la ilusión desbordándole por el rostro.- ¿Irá a trabajar más tarde? - Quiso saber el crestas  - Si cariño, me han cambiado el turno a la noche para que descanse un poco más. - Le hizo saber la mujer mientras limpiaba sus labios con una servilleta  - Oh... Bueno - dijo el chico con voz apagada.- ¿Querías salir a algún lado?- pregunto la mujer comenzando a apilar los platos vacíos.- No, no, solo quería que descansara todo el día.-
- No te preocupes cariño, solo con dormir un par de horas más y estoy lista.- Horacio asintio parándose de la cama para poder llevar la bandeja a la cocina.- ¿Harás algo hoy? - El chico asintió.- Iré... Bueno acompañaré a Bruno por algunas refacciones para su moto. - Horacio jugo con los tenedores antes de voltear a ver a la mujer  - ¿Es... Está mal? - Pregunto el chico con inocencia.- Pues claro que no, me parece bien que salgas por ahí con Bruno. - 
- Si, no me desagrada la idea y después de que el me ayudara aquel día, le debo la salida. - Ángela le sonrío desde la cama. - No pienses que le debes la salida, piensa en que tienes una nueva persona que quiere pasar tiempo contigo, un nuevo amigo, ¿no crees? - 

Más tarde Horacio se ocupo de dejar limpia la cocina y planchar el uniforme de la mujer para que no tuviera que salir de su habitación hasta que no fuera la hora de irse y una vez que termino volvió a entrar a la pieza.
- Bueno, creo que todo quedo en orden, tengo que irme ya a casa, regreso cuando este listo para ir con Bruno. - Dijo el joven caminando hacia la cama para sentarse mientas veía como la castaña cepillaba el cabello.
- Esta bien cariño, gracias por el desayuno. - Ángela dejo el cepillo en el peinador y se sentó a un lado del peliazul. - No tiene nada que agradecer. - Dijo algo apenado. 
- Claro que si, pero bueno, no nos vamos a pasar la tarde agradeciéndonos las cosas así que anda, tienes que irte ya, vamos, vamos. - La mujer lo palmeo en la espalda animándolo a irse a casa. - Bien, bien me voy, me voy. - Soltó el chico alejándose de los pequeños golpecitos en la espalda y riendo junto con la mujer, Horacio beso la frente de la Doctora y se despidió de ella pasa salir a la calle y pedir un taxi para emprender el camino hasta casa.
 


Horacio estaba listo para regresar a la casa de la Doctora y que Bruno pasara por el.
Se miro una ultima vez en el espejo, dio un repaso a su delineador negro, cerro su habitación tras el, tomo la llaves de la mesa en la sala y salió.
Una vez en casa de Ángela nuevamente, se sentó junto a la mujer en la banca que estaba fuera en el rellano de la casa esperando a que Bruno pasara por el cuando el reloj marcara las 4 de la tarde como habían acordado.
Horacio platicaba con la Doctora cuando escucho como la puerta del vecino era cerrada y lo vio caminando mientras llevaba un casco en una mano, mientras con la otra buscaba algo en los bolsillos de sus pantalones de mezclilla, el chico caminaba sin preocupación hasta que llego a donde ellos dos estaban. - Buenas tardes Doctora, Hola Horacio.. - Dijo el pelinegro deteniéndose en el rellano, el crestas se puso de pie sonriéndole. - Buenas tardes Bruno. - Saludo la mujer.  - Hola vecino. - Dijo el crestas alzando una mano.
-¿Estas listo?- Horacio asintió al recién llegado y se volteo a ver a la castaña.
- Anda, vallan, diviértanse. - Dijo la mujer sin dejar que alguno de los dos jóvenes hablara.
Los chicos se despidieron a unísono y caminaron hasta la motocicleta del chico, Bruno le paso el casco al crestas mientras el se montaba en la moto y se ponía otro casco que saco de una de las alforjas, Bruno arranco la moto con Horacio ya subido tomando los lados del asiento para no caerse. 
Bruno comenzó a recorrer las calles a la velocidad que era delimitada en las calles y sin saltarse ninguno de los semáforos mientras Horacio veía la gente que pasaba por las aceras despreocupada o con prisa. Bruno condujo al rededor de 10 minutos hasta que paro frente a un establecimiento llamado "Raven Motors" se quito el casco y el crestas lo imitó.
- Bueno, hemos llegado. - Dijo el joven abriendo la alforja indicándole al chico para que depositara el casco, Horacio entendió y le siguió.
- ¿Y que es lo que le pasa a tu moto?, yo la veo en perfectas condiciones - Quiso saber el crestas mientras caminaba al lado del pelinegro.
- No son para mi moto, una amiga necesita algunas piezas para la suya y como hoy no podía venir por ellas me las encargo - Le dijo el chico mientras le mantenía la puerta abierta para que este pasara.
- Ya veo, ya decía yo que tu moto esta muy bien cuidada para que le falte algo. - El joven le sonrió y travesó la puerta.
Una vez dentro Bruno se encamino hasta la caja donde estaba un chica pelirroja leyendo una revista, mientras por su parte Horacio se escabullo para ver mas de cerca los modelos de motos que la tienda tenía.
Horacio alargo la mano para poder sentir el manubrio de una motocicleta que había llamado su atención por el rojo tan vivo en ella.
- Pero que buen ojo tiene para las motocicletas veloces. - Una voz amistosa hizo que el crestas saliera de su ensimismamiento.
- Oh, no, yo solo estaba de curioso - Dijo el chico apartándose de la moto mientras observaba al hombre acercarse a el con una sonrisa en su rostro.
- Pero era curiosidad puede ser resuelta si comenzamos a hablar de esta... belleza. - Hablo el castaño arrastrando la ultima palabra mientras una de sus cejas se alzaba.
- Si es bonita, pero la verdad es que a mi me llamo la atención el color y no vine a comprar alguna. - Dijo el crestas alzando los hombros.
- Yo entiendo, pero quizá si te hablo de que tiene 42 caballos de potencia y un mejor equipamiento a su antecesora te intereses mas. - El vendedor acorto mas la distancia entre ambos mientras acariciaba uno de los manuflios de la moto.
- Es que yo... - El joven iba a volver a repetir lo que el hombre parecía no haber escuchado por tercera vez pero la voz de Bruno se hizo presente tras el.
- Listo - Horacio se alivio de ser rescatado por el pelinegro pues estaba comenzando a impacientarse un poco.
- Muchas gracias por su información. - Dijo el oficial a modo de despedida al trabajador.
- Para mi ha sido un placer... pero si decide volver o charlar... de motos claro... - El empleado le tendió una tarjeta donde venia impreso su nombre y teléfono personal dejando pasar por alto la mirada del pelinegro frente a el.
- Muchas gracias que amable de su parte, lo tendremos en cuenta. - Dijo con voz arisca el pelinegro arrebatándole la tarjeta de la mano.
El hombre carraspeo y siguió su camino hacia el área de caja de la tienda dejando a los jóvenes solos.
- Bueno, vamos... - Dijo el pelinegro regresando a su tono normal de voz.
Ambos chicos salieron de la tienda en silencio, Bruno boto la tarjeta en el primer cubo de basura que vio saliendo de ahí y se dirigió hasta su motocicleta.
- Ahora que tenemos el encargo. - Palmeo la alforja libre. -¿Te iría bien ir a comer algo? - Horacio ese ponía el casco mientras escuchaba la pregunta de Bruno pero le asintió sin pensarlo.
- Claro, ¿tienes algún lugar en mente? - Pregunto el chico montando tras Bruno.
- Podemos ir al restaurante donde trabajo, así ya sabes otro dato de mi, ¿te parece? - Al chico le fascino la idea de ir a comer donde Bruno trabajaba y una frase se desbloqueo nuevamente en su cabeza "piensa en que tienes una nueva persona que quiere pasar tiempo contigo, un nuevo amigo, ¿no crees?"
Bruno hizo rugir la motocicleta y comenzó a conducir por las calles donde antes habían pasado, solo que en sentido contrario, si mal no recordaba Horacio el restaurante donde el trabajaba no estaba muy lejos de la casa de Ángela.



Bruno estaciono la moto una vez mas y ambos se quitaron los cascos para dejarlos en sus respectivos lugares.
El atardecer estaba en la mitad y las olas hacían eco chocando las unas con las otras, Horacio pudo respirar la suave y salina brisa haciéndole recordar su ultima visita al mar sacándole una gran sonrisa mientras subían un par de peldaños para llegar hasta una entrada muy bonita en color perla y aguamarina juntos en armonía.
- Buenas tardes Alicia. - Dijo el chico llegando hasta la hostess del restaurante.
- Bruno!, ¿Cómo que estas aquí en tu día libre? - Dijo la rubia tras el pequeño pódium sonriéndole al pelinegro.
- Ya vez - El chico se encogió de hombros mostrándole una sonrisa abierta a la señorita.
- Pero dime, ¿tienes mesa para dos? - La chica miraba su tablet y al escuchar mesa para dos reparo en un Horacio embelesado por las olas de mar, la chica miro de reojo al pelinegro y después al dispositivo que tenia en las manos.
- Claro... - Dijo ya sin la energía anterior. - German... - La rubia subió un poco mas su tono de voz para que el capitán de meseros en turno le brindara el apoyo con alguno de sus meseros al mando. - En un momento están con ustedes, si gustan pasar a la salita de entrada. - Dijo la chica mecánicamente, Bruno le sonrió a Horacio y ambos entraron a donde les habían indicado.
- Wooow! pero si es todavía mas precioso por dentro...- Dijo el crestas echándole una rápida mirada a su alrededor, las maderas blancas de las paredes junto con las decoraciones sencillas típicas de mar hacían que el lugar se sintiera acogedor, pero Horacio pensó que lo mas bonito en el restaurante era la pecera gigante que tenían en medio de este.
- ¿Villaseñor? - Escucho una voz juvenil a su lado.
Bruno se puso de pie y le asintió al recién llegado.
- Buenas tardes mi nombre es Rolando y los estaré atendiendo. - Dijo el mesero.
Los chicos asintieron.
- Así que mesa para dos, veamos... Tengo 3 libres en el lado izquierdo, una en medio y las otras dos en las orillas o... tengo una en la terraza. - Los miro a ambos.
- ¿Qué te apetece mas comer fuera o dentro? - Bruno se dirigió al crestas.
- Para mi esta bien comer fuera. - Dijo el chico sonriéndole al mesero.
- Excelente elección, no te vas a arrepentir. - Le dijo el pelinegro mientras seguían al joven mesero, este se detuvo frente a un ventanal corredizo que abrió para que ambos pudieran atravesarla, de ese lado el mar era la música de fondo todas la mesas del recinto eran del mismo color aguamarina la cubría un pequeño pie de mesa en color perla y un pequeño arreglo de mesa de un timón con el nombre del restaurante, el mesero los condujo hacia la mesa de el centro y ambos tomaron asiento, Horacio se pregunto por que jamás había podido darse el tiempo de pasar por ese restaurante si era tan bonito, las olas del mar te abrazaban mientras las cortinas blancas de los muros revoloteaban, veías lo infinito del mar y quizá tendría la suerte de poder ver la puesta de sol, estaba muy feliz de pode estar ahí.

Bruno se encargo de ayudar a Horacio con la carta, que si bien no era nada del otro mundo el peliazul no decidía que era lo que podría probar en su visita, Bruno se tomo el tiempo de recomendarle los platillos que para el eran una buena opción y después de unos minutos Horacio pudo elegir.
- Creo que no me aburriría de trabajar aquí, todo es tan azul, tan sereno. - Dijo el crestas mirando al mar.
- Yo no me he aburrido ni un solo día. - Dijo el chico imitándole.
- ¿Desde hace cuanto trabas aquí? - Regreso su mirada al interlocutor.
- Bueno, vine aquí desde que termine mi bachillerato, comencé somo garrotero, después me ascendieron a mesero y bueno lo demás es historia. - Dijo el pelinegro regalándole un sonrisa amplia al oficial.
- Bueno, no puedo decir que tengas mucho tiempo aqui... por que quizá pienses que te dije viejo, pero... en realidad no se cuantos años tienes. - Horacio entrecerró sus ojos alzando una ceja, haciendo reír a Bruno.
-En eso tienes razón, pero no, no soy tan viejo tengo 28 años, pero si de cosas que no sabemos el uno del otro hablamos... - Lazo una ceja y cruzo sus brazos, ahora fue Horacio quien soltó una leve risa.
- Bueno, mira... Ahora se un dato tuyo mas. - 
- En realidad dos, por que si pusiste atención me llamaron por mi apellido. -
- Cierto, cierto. - Horacio asintió.

La comida llego haciendo que la platica se tornara mas amena mientras saciaban su apetito.
- Entonces es por ello que me gusta ser policía, antes las cosas no iban bien para mi, no me quejo de la vida que tuve junto a Gustabo, realmente estoy agradecido de que le me sacara de donde estaba... pasamos por muchas cosas duras, pero gracias a el tengo mas recuerdos buenos que malos... - Dijo el chico con la mirada en su plato.
- ¿Entonces no supiste mas de tus padres? - Pregunto el pelinegro con mucho tacto en su voz.
Horacio levanto la mirada y negó. - Mi padre se fue primero... y mi madre ya no fue la misma de siempre... enloqueció, fue ahí donde nosotros nos escapamos, pero nadie me buscaba así que cuando nos hicimos mas mayores comenzamos a juntar dinero de una forma no tan leal en algunas ocasiones. - Horacio volvió a bajar la mirada, la opción de robar jamás le hacia mucha ilusión pero era eso o no comer en días o semanas, estaba avergonzado de abrirse otra vez a alguien así como en su día lo hizo con Volkov haciendo que su recuerdo le agitara el corazón.
- No tienes de que avergonzarte, puedo entender la situación, eran mas jóvenes y al no ser mayores de edad no les iban a dar un trabajo meramente estable hasta que llegaron aquí. -
Horacio asintió conectando la mirada con la del pelinegro mientras este le brindaba una cálida sonrisa.
- Gracias por no juzgarnos... -
- No soy quien para hacerlo. - Le contesto el chico con sinceridad.
- Llegar aquí fue un respiro, la ciudad es grande y había un montón de trabajos por ahí, hasta que dimos con la comisaría y el superintendente, ahí fue donde mi vida cambió una vez que entre por la puerta de la comisaria con mi uniforme puesto, todo lo malo que había echo en el pasado a gente inocente podría pagarlo ayudando a las personas que lo necesitaran. - Horacio hablo con tantas energías que Bruno pudo ser capas de sentir el orgullo y compromiso en ellas.
- Que alegría que aun exista la gente apasionada como tu Horacio. -
- Amo mi trabajo como tu el tuyo... pero vamos, ahora cuéntame tu sobre tus padres y tu amor al trabajo. - Horacio se inclino hacia adelante esperando la historia del pelinegro.
- Bueno pues de mis padres la verdad es que no se mucho... digo se como se llaman, donde viven y esas cosas... pero jamás viví con ellos...- Bruno hizo una pausa y tomo del vaso de cristal frente a el, Horacio apago su sonrisa.
- Yo viví un tiempo con mi padre, pues mi madre se desentendio de mi desde que nací ella no quería traerme al mundo por así decirlo yo era un obstáculo en su carrera como modelo... y bueno mi padre era un empleado mas en una agencia de vehículos a quien le gustaba apostar en los casinos así que cuando simplemente fui cifras de dinero en negativo me llevo a la casa de sus padre prometiéndome que regresaría en la noche por mi, pero esa noche jamás llego. -
Horacio escucho la historia de Bruno quien la narraba con mucha calma, como si no tuviera ningún rencor hacia sus progenitores, pero podía ver como sus ojos claros tomaban un color mas taciturno, esta a punto de decirle que parase pero una sonrisa melancólica hizo encender el color de su mirada nuevamente.
- Pero realmente creo que fue la mejor idea que el tuvo pues junto a mis abuelos pude ser feliz, ellos fueron los mejores padres que pude tener... los mejores. - Bruno hizo una pausa y miro la puesta cobriza que el sol les regalaba, ambos se quedaron en silencio observando aquel bonito color en el cielo como si aquella estampa les curar los malos recuerdos.
- Y en cuanto al trabajo... ¿Qué te puedo decir?, desde pequeño siempre me llamo la atención ver como mi abuela cocinaba o mi abuelo hacia pan, eran una obra de arte.. -
- ¿Se dedicaban al pan? - Pregunto con curiosidad el crestas, Bruno asintió.
- Sí, mis abuelos abrieron una panadería en un local que su hijo les había comprado antes de desaparecer del mapa, cuando ellos eran jóvenes vendían desde su casa - Horacio se sorprendió.
- Entonces de ahí viene tu amor por la cocina. -
- Si, por ellos estoy aquí y espero que pronto pueda cumplir mi sueño de irme y seguir preparándome para poder a llegar a ser un verdadero chef de renombre, siempre he soñado con irme a Italia y estudiar en la escuela de alta cocina que tanto nos hacia ilusión a mi y a mis abuelos, pero por mientras aquí sigo juntando el dinero y soñando con el día en que me inscriba, me acepten, tome un avión y comience mi sueño. - Horacio recargo su barbilla en las palmas de sus manos sonriéndole.
- Y así será Bruno, ya veras. - 



Los chicos siguieron hablando un rato mas mientras que el postre era comido en pausas para escuchar anécdotas mas alegres, chistes o situaciones embarazosas, Horacio descubrió que bajo aquella cara seria se escondía alguien con quien podrías hablar sin ser juzgado pero que también podría ponerte los pies en la tierra, Bruno pudo afirmar que Horacio estaba lleno de bondad y positivismo que podría contagiar cualquiera, que Horacio odiaba el café pero le encantaba el chocolate o un buen té de canela y miel, que Bruno es ambidiestro, que Horacio siempre se a querido aventar con paracaídas, que a Bruno le gusta ir a hacer senderismo, que el color favorito de ambos es el rojo y que son adictos a dormir largas siestas cuando les es posible.
 


- ¿Quieres que te lleve a casa o quieres dar una camina por el muelle? - Pregunto bruno firmando la cuenta que ambos pagaron. Horacio miro el móvil aun no había olvidado la sorpresa que le tenia preparada a su hermano y se dio cuenta que aun tenia tiempo.
- Caminemos por e muelle. - Bruno asintió poniéndose de pie mientras le daba las gracias a Rolando para salir del restaurante y comenzar el paseo.
- ¿Qué mas te podría contar? - Dijo Horacio.
- Pues se lo de tu accidente, lo de Ángela, tu vida en la infancia, mmmh... ¿tienes mal de amores? - Horacio se detuvo en seco y Bruno lo imito maldiciendo por dentro no quería apagar la luz que transmitía su sonrisa.
- Bueno, pues como todos supongo... - Se encogió de hombros y emprendió el paso de nuevo.
- ¿Tu tienes novia?, ¿Mal de amores? - Bruno lo siguió con paso lento.
- Pues ni fu, ni fa. - Dijo el pelinegro metiendo las manos en su bolsillos.
- Vamos... no seas modesto, con tantas chicas en el antro alguna te ha de haber llamado la atención. - Horacio volteo a verle alzando una ceja.
- Bueno es que a mi no me van las chicas. - Bruno comenzó a camina hacia el muelle donde habían menos personas dejando atrás a Horacio quien había dejado de caminar pues la revelación lo descoloco un poco y no por el echo de la orientación sexual del pelinegro, si no la facilidad con que lo soltó, tan despreocupado, tan al aire.
- ¿Vienes? - Bruno hablo en voz alta mientras se sentaba en el muelle dejando colgar sus pies, Horacio asintió y camino lo mas rápido que pudo para llegar hasta donde el chico para sentarse a su lado.
- No quiero que pienses que va a cambiar algo entre nosotros por lo que me acabas de decir, me tomaste un poco de sorpresa... y bueno. - Bruno lo interrumpió.
- No lo pensé, se que todo va a seguir tal cual, tranquilo. - Bruno se inclino hacia atrás dejando sus manos como apoyo.
- ¿Tu familia lo sabía? - Horacio sintió curiosidad.
- Jamás se los oculte, en cuanto estuve seguro de que mi preferencia era hacia los chicos se los dije y me aceptaron, realmente mis amigos y entorno cercano lo saben, no tengo que esconder las cosas que son. - Se encogió de hombros restándole importancia.
- Bueno, pero creo que la chica de la entrada no lo sabia. - Dijo Horacio soltando una pequeña risa, quizá estaba algo distraído pero entendió su cambio de humor a la perfección, Bruno rió junto con el.
- Lo sabe, pero no lo quiere creer. - 

Bruno llevo hasta el edificio verde al oficial para que pudiera descansar de aquel día tan lleno de emociones para ambos pero que sin duda habían disfrutado a la par.
- Bueno pues a la próxima que tengas que ir por refacciones no dude en llamarme. - Dijo el crestas entregándole el casco. Bruno ensancho su sonrisa al escuchar decir aquello al oficial, aquella tarde había significado mucho para el, y aun que aun quedaran algunos temas pendientes entre ambos a Bruno le había despertado mas curiosidad sobre Horacio.
-Serás la primera persona a quien le hable, sin duda. - Le guiño un ojo.
- Ahora que lo mencionas, deberíamos de intercambiar los numero si no como nos hablaríamos para ir por refacciones de nuevo. - Bruno río y saco su móvil para tendérselo a Horacio y viceversa, ambos anotaron sus respectivos números y se regresaron los móviles.
- Listo. - Dijo Bruno metiendo su móvil en la bolsa del pantalón.
- Perfecto, entonces nos vemos luego, muchas gracias por el paseo y la comida. - 
- Ni lo menciones, gracias a ti. - Bruno hizo rugir la moto, bajo el visor del casco. - Buenas noches Horacio. - Y arranco la moto dejando al crestas en la cera mirando como se perdía entre la esquina de la calle.





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Hola!♥
Antes que nada MUCHAS GRACIAS!♥ pues entre el 22 y 24 pude ver que la historia había llegado a #24 en el "Ranking mas impresionante" en la etiqueta de GTA :')♥ y estoy muy feliz pues jamás había estado en esos números :')
GRACIAS a los que dejan sus comentarios ♥, a los que le dan una oportunidad y comienzan a leerlo♥, a los que guardan la historia en sus favoritos♥, a los que votan ♥, a los que me comenzaron a seguir♥, a los que la han leído desde que empezó♥ a todos :')♥
Jamás creí que tuviera un alcance así y bueno aquí seguimos con la historia♥

Bueno, dejando mi emoción atrás jaja! siento haberles quedado mal la semana anterior pero estaba algo mal de salud nada grave :3 pero he regresado con cap bonito♥ y largo como les gusta, esperando que lo disfruten que es lo que importa.

Me despido, nos leemos pronto♥
Un abrazo, cuídense mucho y tomen su awa de uwu!♥




Le toca a él...  VOLKACIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora