Los chicos se habían despertado más temprano de lo normal aquel miércoles, le habían prometido a la Doctora llevarla hasta el aeropuerto para su congreso anual de doctores donde le tocaba ir a ella y a otros mas de la zona de Los Santos.
Gustabo fue el primero en despertar en el departamento que Ángela con gusto le rento a su hermano, por que una noche antes el dúo había pensado en que si ambos irían a dejar a la mujer seria mejor idea que el rubio pasará la noche ahí, igualmente habían dos habitaciones de sobra.
-¿Estás listo?- pregunto García tras las puerta de la recamara principal, escucho cerrarse unos cajones y después el crestas le abrió la puerta dejando ver qué este se aplicaba algo de brillo labial por ello no había contestado su pregunta.
- Ya voy, solo me pongo algo de rímel y nos vamos. - Gustabo entro en la alcoba que había cambiado un poco desde que el crestas se había mudado ahí hace un par de días, la cama matrimonial que antes vestía una colcha blanca había sido reemplazada por un edredón de color amarillo y violeta, con almohadas en varios tonos que hacían juego, un cuadro de una mariposa azul reemplazaba el reloj tan sobrio que Ángela había dejado estar en la cabecera, y el peinador estaba echo un desorden con algunas que otras fotos de ambos atorados entre el espejo y la madera del mueble.
El rubio se sentó en la cama y fijo su vista en el crestas que ponía mucho esmero en que el rímel no manchara su párpado, había estado muy callado desde el día en que se enteró por su hermano que la doctora saldría de la ciudad.
- ¿Todo bien Gustabo? - pregunto el menor viéndolo desde el espejo, el oficial subió la mirada hasta encontrarse con la de Horacio.
- Claro, todo está bien, solo tengo algo de sueño.- Mintió, el rubio había dormido bien, pero en su sueño la doctora subía al avión y ya no regresaba a Los Santos y el se quedaba solo en el aeropuerto esperando al avión que jamás tocó tierra regresando a la mujer y eso le estrujó el corazón, se había acostumbrado tanto a salir del trabajo y tener a alguien a quien poder visitar, que le ofreciera comida recién echa y le brindará sonrisas por que sí, pues el jamás había experimentado nada de eso en su vida, y no es que estuviera pasando las atenciones de Conway de largo, pero esa sensación que le brindaba Ángela era diferente.
-¿Vamos?- Horacio le tendía la mano sonriéndole despejando su mente del sueño tan incómodo que había tenido.
Gustabo tomo su mano y se puso de pie para partir hacia la casa de la doctora.
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La mujer los recibió con una gran sonrisa y un par de besos en las mejillas, ya estaba vestida con su traje sastre color lavanda y sus cabellos amarrados en una coleta alta que le estiliza a el rostro mismo que era adornado por un maquillaje sutil.
Horacio se detuvo a leer un pequeño gafete de la mochila que sostenía en brazos ayudando a su hermano con la maleta de mano de la doctora donde podía leerse su nombre completo " Dra. Ángela Marie Covarrubias ".Una vez dentro del coche emprendieron el camino hacia el aeropuerto, en el camino Horacio los deleitó cantándoles canciones que se iba encontrando por la radio haciendo sonreír en repetidas ocasiones a los otros dos.
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- Bien, hemos llegado.- El rubio aparco el auto amarillo en el lugar más cercano a la puerta del aeropuerto que esa mañana tenía mucha afluencia de gente.
Horacio le tendió la mano a la mujer para que bajara del auto mientras Gustabo bajaba la mochila y el equipaje de mano.
- Me escribirá cuando llegue a su destino, cierto? - Pregunto el menor de los oficiales, Ángela ladeo si cabeza mientras tomaba la mano del crestas.
- Claro que sí cariño, llegando les avisaré a ambos.- Dijo mirando a los chicos parados frente de ella, los contemplo por un momento en silencio y ellos hicieron lo mismo, y en ese segundo sus corazones pudieron sincronizar sus latidos y es que si era cierto que apenas y tenían un mes de conocerlos Ángela les había tomado un gran aprecio pues sin que ellos se dieran cuenta habían llenado un hueco en su corazón, y dejo de hacer su monótona vida para convertirla en una muy bonita aventura.
La mujer se acercó a los hermanos abrazándolos a ambos por sorpresa, los chicos se encorvaron un poco y se unieron en un cálido abrazo, aspiraron el aroma a flores del campo que emanaba de las ropas de la mujer tratando de memorizar ese aroma y ahí se quedaron un par de segundos más en silencio.
- Pero que bonita familia.- escucharon una voz ajena tras de ellos y deshicieron el abrazo, se trataba de una viejita que pasaba cerca de ellos, los tres se miraron y se sonrieron, era el momento de que la mujer partiera dentro del recinto dejando a los dos chicos atrás.
